A comienzos del Siglo 21, Arturo Clarque, un escritor de ciencia ficción argentino de oscura fama y hasta entonces sin distinciones de ningún tipo, hoy estandarte de la cultura nacional, escribió un libro que pretendió ser una suerte de testimonio de época. “2001, Una Odisea Argentina” contaba la historia de una primitiva sociedad cuyos ciudadanos, como aquellos de Un Mundo Feliz, de Huxley, vivían sus vidas en un profundo y somnífero estupor. La verdadera naturaleza de los hombres y mujeres de Argentina era vivaz y emprendedora, aguda y crítica, luchadora e inconformista.
Tal exasperante complacencia, sin embargo, había sido producto de la “Uno a uno”, una poderosa droga psicoactiva que el Ministerio de Control Social le administraba en secreto a la población a través del agua potable. Así, durante una década y cual dóciles corderos, habían soportado con estoicismo la corrupción de sus gobernantes, el saqueo de los recursos naturales y la depredación del medio ambiente que habitaban, el despilfarro obsceno de los funcionarios, la degradación de la cultura y hasta las llamadas “Carnal relations”, una serie de desiguales intercambios de productos, bienes y servicios que los gobernantes habían establecido con una de las por entonces más poderosas potencias de la zona.
Sin embargo, hacia finales de aquel lejano mes de diciembre del 2001, este primitivo pueblo comenzó a sublevarse ante su nuevo e inoperante gobierno, luego de que éste decretara la instauración del horrible “Corralito”, una técnica de tortura masiva a través de la cual las poderosas instituciones financieras, con la anuencia de las autoridades, confiscaban parte de los magros bienes con los que contaba el populacho.
Según algunos historiadores, y esto así lo refleja Arturo Clarque en su hoy multipremiado libro, tal sublevación no hubiese sido posible de no ser por otro factor que produjo que la influencia de la droga que mantenía al pueblo en un estado de idiotez cotidiana encontrara por azar su insospechado antídoto. Si bien muchos científicos rebeldes habían intentado en vano idear la fórmula para contrarrestar los efectos de la temible Uno a Uno, siempre con resultados negativos, el antídoto en cuestión resultó tratarse de un sonido muy particular, proveniente de unos curiosos instrumentos musicales que comenzaron a popularizarse en esas épocas y que la gente luego identificó como “cacerolas”. Así, el sonido de las cacerolas –agudo, ligeramente rítmico aunque carente de toda musicalidad tal cual hoy la entendemos- se multiplicó a lo largo y ancho de la región; cuanto más sonaban, más optimista se sentía la gente y más indignados se sumaban al liberador bochinche. La situación, finalmente, desbordó al gobierno, cuyo primer mandatario abandonó para siempre su lugar de trabajo a bordo de un plato volador, y dejando el camino libre para que el pueblo vuelva otra vez a tener los probos y capaces representantes que se merece.
Fue tal el éxito editorial obtenido por esta obra, que los publicistas de Clarque acaban de anunciar que el escritor está a punto de lanzar su secuela, a la que tentativamente llamaría “2012, Otra Odisea Argentina”. No se han adelantado detalles sobre el argumento, pero allegados a Clarque filtraron que sería “bastante similar a la anterior”, aunque el escritor introduciría en esta segunda parte “el Corralito verde” como causa de la insurrección contra el “nuevo y perverso gobierno dictatorial” que oprime a los sufridos ciudadanos.
Tan pronto recibamos una copia, la comentaremos para ustedes en las páginas de esta revista. ¤