Maestro de los ritmos tradicionales,
su música entreteje historias de amor, lucha y la belleza eterna de la tierra
En el panteón de la música folklórica argentina, pocos nombres resuenan con la profundidad y riqueza de Zamba Quipildor. Con una voz que transmite los ecos de generaciones pasadas y melodías que conmueven el alma, Quipildor se erige como una figura venerada en el ámbito del folclore argentino.
Un dato curioso: si bien nació en el pueblo de Esperanza, Jujuy, Gregorio Nacianceno Quipildor (tal su verdadero nombre), es un símbolo de la música de Salta, en donde vivió desde pequeño. Alguna vez explicó: “Quipildor es mi apellido. En vez de usar Gregorio me puse Zamba que, después de todo, es mejor que mi segundo nombre, que es el de mi abuelo”.
Su carrera musical comenzó a una edad temprana, inmerso en las vibrantes tradiciones de su herencia indígena quechua. Rodeado de los cautivadores sonidos de la música folclórica regional, se sintió atraído por los fascinantes ritmos de la zamba, un género profundamente arraigado en la cultura argentina. Bajo la guía de músicos locales, Quipildor perfeccionó su arte, dominando las complejidades de la guitarra y refinando su distintivo estilo vocal.
La música de Quipildor sirve como un reflejo conmovedor del diverso paisaje cultural de Argentina, mezclando elementos de influencias indígenas, africanas y europeas. Su repertorio abarca una amplia gama de estilos tradicionales, desde las inquietantes melodías de la chacarera hasta los animados ritmos del huayno, cada canción lleva la huella indeleble de su visión artística única.
Un elemento central de la narración musical de Quipildor es su capacidad para capturar la esencia de la vida argentina, pintando vívidos retratos de la gente, los paisajes y las tradiciones folclóricas del país. A través de sus letras y emotivas interpretaciones, transporta a los oyentes a las soleadas llanuras de las Pampas, los escarpados picos de los Andes y las bulliciosas calles de Buenos Aires, invitándolos a embarcarse en un viaje a través del corazón y el alma de nuestro país.
Más allá de su destreza musical, el compromiso de Quipildor de preservar el patrimonio cultural de Argentina le ha valido un gran reconocimiento tanto en el país como en el extranjero. A lo largo de su ilustre carrera, ha colaborado con artistas de renombre, actuado en escenarios prestigiosos y fungido como embajador cultural de su país, compartiendo la belleza y riqueza del folklore argentino con audiencias de todo el mundo. Zamba se presentó en varios de los más exigentes escenarios del mundo, desde el Teatro Colón de Buenos Aires hasta el Teatro Lírico Nacional La Zarzuela de Madrid, y desde el Carnegie Hall de Nueva York hasta el Teatro Bolshoi de Moscú.
Sin embargo, más allá de los elogios y el reconocimiento, Quipildor siempre permaneció arraigado en sus orígenes humildes, guiado por un profundo sentido de gratitud y respeto por las tradiciones que han dado forma a su vida y su música.
Entre tanta bachata y regatón, entre tanto trap y cumbia villera que de a poco se va instalando como los géneros preferidos de buena parte de la juventud argentina, la música de Zamba Quipildor sirve como un recordatorio eterno del poder perdurable de la tradición y la importancia de preservar el patrimonio cultural que nos une como pueblo. ¤