Argentina es un país rico en diversidad geográfica, cultural y económica, pero muestra una marcada diferencia entre su capital, la Ciudad de Buenos Aires, y el resto de las provincias.
En particular, existe una brecha abismal cuando se compara con varias provincias del norte, como Formosa, Santiago del Estero o las del noroeste. Las disparidades en áreas clave como educación, salud, seguridad e instituciones democráticas han llevado a una situación en la que gran parte de la población de las provincias mencionadas depende del empleo público sin un desarrollo significativo en estas regiones.
Educación: Desafíos y desigualdades
La educación es uno de los pilares fundamentales para el desarrollo de una sociedad. Sin embargo, las provincias del norte de Argentina enfrentan enormes desafíos en este aspecto. La calidad educativa es considerablemente inferior en comparación con la Ciudad de Buenos Aires. Las escuelas rurales en estas provincias a menudo carecen de recursos básicos, infraestructura adecuada y docentes capacitados. Esto lleva a altos índices de deserción escolar y limita las oportunidades de educación de calidad para los jóvenes.
Salud: Acceso limitado y servicios precarios
El acceso a la atención médica de calidad es otro aspecto en el que la mayoría de las provincias argentinas se encuentran en desventaja. La Ciudad de Buenos Aires cuenta con una amplia gama de hospitales, clínicas y servicios de salud, mientras que en muchas provincias del norte, especialmente en áreas rurales, los centros de salud son escasos y carecen de recursos y personal médico suficiente. Esto resulta en una atención precaria para la población y una falta de acceso a tratamientos especializados. De allí la existencia de “aviones sanitarios” en todas las provincias, porque cuando se requieren tratamientos de alguna complejidad los pacientes del interior deben viajar a Buenos Aires para recibir la adecuada atención.
Seguridad: El desafío de la delincuencia y la violencia
La seguridad es un tema preocupante en todas las provincias argentinas, ninguna escapa a ese flagelo. Si bien la Ciudad de Buenos Aires tiene una mayor presencia policial y sistemas de seguridad más desarrollados en comparación con las provincias más alejadas, no está del todo libre de criminalidad. La falta de recursos y la ausencia de una respuesta efectiva a la delincuencia y la violencia han llevado a altos índices de criminalidad en vastas áreas, como el conurbano bonaerense, generando un ambiente de inseguridad y temor en la población.
“La Ciudad de Buenos Aires cuenta con una amplia gama de hospitales, clínicas y servicios de salud, mientras que en muchas provincias del norte, especialmente en áreas rurales, los centros de salud son escasos y carecen de recursos y personal médico suficiente”
Instituciones Democráticas: desafíos y gobernantes perpetuos
La calidad de las instituciones democráticas también presenta disparidades notables. Mientras que en la Ciudad de Buenos Aires existe una mayor apertura, transparencia y participación ciudadana, algunas provincias, como Formosa, Chaco, Santiago del Estero y San Luis, han sido gobernadas por las mismas familias durante décadas. Estos líderes políticos han mantenido un control casi absoluto sobre las instituciones locales, limitando la alternancia en el poder y la posibilidad de un verdadero debate democrático, extendiendo su poder a las policías y justicia provinciales de manera desmesurada. En estas últimas semanas el femicidio de Cecilia Strzyzowski, sucedido en el Chaco, desnudó el estrecho vínculo entre el poder, la corrupción, el dinero y la impunidad de los poderosos caudillos provinciales.
Dependencia del empleo público y falta de desarrollo
Una de las variables más preocupantes de estas diferencias es la dependencia del empleo público en las provincias del interior de Argentina. La falta de oportunidades de empleo en el sector privado provincial ha llevado a que gran parte de la población dependa del empleo público como única opción de sustento económico. Esta situación crea un círculo vicioso en el que no se fomenta el desarrollo de otros sectores productivos, como la industria, el comercio o el turismo. Como resultado, estas provincias experimentan un estancamiento económico y falta de oportunidades de crecimiento y desarrollo para sus habitantes.
La falta de inversión y desarrollo en estas regiones también se refleja en la infraestructura. Mientras que la Ciudad de Buenos Aires cuenta con una amplia red de transporte, servicios públicos y conectividad, muchas provincias del norte carecen de infraestructuras básicas, como carreteras en buen estado, acceso a servicios de agua potable y electricidad confiable. Esta situación dificulta aún más el desarrollo y la mejora de la calidad de vida de los habitantes de estas áreas.
“Todos los dirigentes del interior se expresan negativamente contra la ciudad de Buenos Aires y los porteños, pero a su vez no hacen nada para que progresen sus provincias”
Soluciones y perspectivas de cambio
Las posibilidades de que haya un cambio en un futuro próximo son casi nulas. Todos los dirigentes del interior se expresan negativamente contra la ciudad de Buenos Aires y los porteños, pero a su vez no hacen nada para que progresen sus provincias. Y los testimonios son contundentes. La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner dijo “En la Ciudad (de Buenos Aires) todos tienen agua potable, todos tienen luz y gas, todos tienen cloacas, todos tienen acceso al transporte público. Cuando uno va para allá quién no quisiera vivir allí, donde hasta los helechos tienen luz y agua, donde te rompen la vereda y ponen baldosas cada vez más brillantes”, agregando que “mientras en el conurbano chapotean en agua y barro”. Por su parte, el presidente Alberto Fernández, porteño de pura cepa recalcó: “Buenos Aires es una ciudad que nos llena de culpa por verla tan opulenta”. Y ni hablar del eterno gobernador de Formosa, Gildo Insfrán, quien dijo recientemente: “Los porteños son unos reverendos hijos de su madre porque siempre miran a Europa”.
Al parecer la idea de todos esos políticos es nivelar hacia abajo, empobrecer a la ciudad de Buenos Aires como sea, y no, como corresponde, mejorando las ciudades y provincias.
Lamentablemente, es lo que hay.¤