Luego de varias semanas de temperaturas que superaron consistentemente los 90 grados, la especulación de que el clima cálido debilitaría el coronavirus ha quedado desechada.
Si en algún momento alguien pensó que la crisis estaba superada y que se debería volver a la vida acostumbrada con algunas pequeñas modificaciones, hoy la realidad le ha dado un bofetazo. Los casos de coronavirus se multiplican sin respiro en el país, y no hay indicios de que vaya a mejorar en el corto plazo.
En los Estados Unidos, la única esperanza para frenar la pandemia se deposita ahora en los numerosos laboratorios del mundo que están trabajando para encontrar la vacuna, y que quien sea que esté gobernando el país para cuando eso ocurra se asegure de que sea puesta a disposición del público en general, comenzando por los más vulnerables y no por los más ricos.
Hay una novedad positiva: el presidente Donald Trump ha cambiado su postura en contra del uso de las máscaras faciales, y ahora las promueve como una de las formas más efectivas y simples de disminuir la propagación del virus. Desde esta misma editorial hemos alentado sin pausa durante los últimos meses el uso de las máscaras faciales, la higiene personal, el distanciamiento social, e incluso el peligro de reabrir las economías demasiado pronto y sin tomar los recaudos suficientes. Hoy celebramos que el presidente haya entrado en razones después de tanto tiempo. Quizás su ejemplo impacte en los millones de personas que creen que todos estos cuidados básicos implementados en la mayoría de los países del mundo son en realidad una diabólica estrategia del Partido Demócrata para atacar sus libertades individuales.
En cuanto a la economía, no se escucha a nadie, ni desde el oficialismo ni la oposición, presentando alguna propuesta innovadora para paliar y eventualmente salir de la crisis. Desde la comunidad, sin embargo, algunos plantean ideas para llenar el vacío que dejan los funcionarios electos. Uno de ellos es Michael Tubbs, un joven CEO de Stockton, California, quien plantea generar un ingreso federal garantizado. Su proyecto, basado en ideas de Martin Luther King, ya ha sido puesto a prueba desde comienzos de 2019 bajo el nombre de Stockton Economic Empowerment Demostration (SEED), y ya ha presentado muy buenos resultados a nivel local. Hoy, ya hay 17 alcaldes de distintas grandes ciudades del país, entre ellas Los Angeles, que se sumaron al proyecto para ayudar a las familias estadounidenses a sobrevivir la crisis actual.
Esta idea se vio potenciada por el crecimiento de la disparidad económica entre una minoría muy acaudalada y el resto de la población trabajadora, de entre los cuales casi un 13% vive en la pobreza. Por supuesto, las cifras han aumentado dramáticamente a causa de la crisis provocada por la pandemia, y hoy en día no se sabe a ciencia cierta el porcentaje de estadounidenses que viven en emergencia social y económica. Ya hay grandes empresas dispuestas a participar de este proyecto, como Twitter / Square, que donó $3 millones como incentivo inicial. No vamos a comentar hoy aquí los detalles de este plan, sino que nos limitamos a mencionar que hay gente trabajando y generando ideas para atender la emergencia social actual, en momentos en que se acercan las elecciones generales de noviembre y los políticos están más preocupados en mantener sus puestos que en resolver los problemas de la población.
El futuro sigue tan incierto como hace cuatro o cinco meses atrás. Celebramos que, a falta de ideas por parte de los dirigentes electos, muchos estadounidenses saquen a relucir la creatividad que siempre nos ha caracterizado. La vamos a necesitar. ¤