Una estampida que arrolla la sed
Alguna vez mencionamos en esta página el asco que le causaba a quien escribe estas líneas el olor de los fósforos Ranchera. Hoy traemos a la memoria el gusto de una bebida que torturó el paladar de muchos chicos durante años.
La gaseosa Paso de los toros es el agua tónica que irrumpió en las mesas argentinas como una poderosa embestida bobina allá a mediados de los años 60. Por ese entonces, ya estaban establecidas otras gaseosas como la Coca Cola, la naranja Fanta o la Cunningham, entre tantas otras, pero en un momento la popularidad de Paso de los Toros fue tal que a veces era la única bebida que uno encontraba en la mesa, por lo que no quedaba otra opción que servirse un vasito y tragar de a poco o agonizar deshidratado.
Hay que aclarar, como para no crear malentendidos en aquellos que nunca la tomaron, que a mucha gente le encantaba su sabor.
Lo que muchos no saben es que esta bebida es de origen uruguayo. Fue producida a finales de la década de los años 20 en la pequeña ciudad Paso de los toros por Rómulo Mangini, por entonces estudiante de química proveniente de Montevideo, a quien se recuerda como un tipo grandote, de mal carácter y campeón de lucha grecorromana. En 1955 la mayoría de las acciones de la ya entonces exitosa empresa fueron compradas por la Pepsi Cola.
Su sabor era muy particular, nada dulce como el que nos tenían acostumbrados las otras gaseosas, sino amargo y con un dejo de quinina y cítricos muy particular. Algunos recuerdan que la bebida original estaba elaborada a base de productos naturales, sobre todo cáscara de naranja, por lo que se la tomaba para el dolor de estómago, aunque con el correr de los años, desde que la Pepsi tomó el control de la empresa, se le fue agregando ácido cítrico y azúcar, hasta que su fórmula se compuso en su mayoría de productos químicos.
Aún hoy recordamos la publicidad televisiva, y muy en particular su canción, que repetía: “Una estampida que arrolla la sed, Paso de los toros, arrolla la sed… Paso de los toros”.¤