Un evento histórico que casi lo corona.
Amigos boxadictos, voy a recordarles una legendaria pelea, realizada casi 100 años atrás, que sostuvieron el peso pesado estadounidense Jack Dempsey y el argentino Luís Ángel Firpo. El combate se realizó el 23 de septiembre de 1923, en el Campo de Polo de Nueva York.
En esos tiempos, la empresa promotora llamó a este combate “La Pelea del Siglo”, ya que Dempsey era un invicto noqueador y el argentino venia noqueando también en serie. Estos peleadores se dieron su agarrón y contra todos los pronósticos que favorecieron a Dempsey, nunca se imaginaron que su peleador podría llegar a tener algún tipo de problema contra Firpo, el “Toro Salvaje de las Pampas”.
Dempsey era el deportista del momento. Hacía ya más de cuatro años que era campeón del mundo de los pesos pesados, sin que nadie pudiera poner siquiera en dudas su cetro. Era macizo, veloz, capaz de lanzar golpes de una precisión, voracidad y violencia inusitadas. Firpo era uno de los mejores pesos pesados del mundo y era la primera vez que un boxeador latinoamericano se enfrentara al campeón para ganar un título mundial. Firpo era más grande que Dempsey y pesaba unas 25 libras más. Unos 85 mil fanáticos colmaron el campo de polo para ver ese combate en vivo.
Según cuenta la historia, el combate fue una guerra desde el primer campanazo. Firpo demostró su poder al tumbar al campeón en los primeros 20 segundos. Se cayó en una rodilla y se levantó rápidamente. Desde ese momento, Dempsey hostigó sin cesar al argentino. Se transformó en huracán y puso en la lona a Firpo en siete oportunidades en menos de noventa segundos (no había regla de las tres caídas todavía). En ninguna de las siete veces en que cayó Firpo, el campeón del mundo respetó aquella regla que ellos mismos habían aceptado en los vestuarios: jamás se dirigió hacia el rincón neutral a esperar que Firpo recibiera la cuenta de protección. Al contrario, se quedó parado al lado de su oponente caído para seguir con el castigo apenas se levantaba (tras esa pelea esta regla fue incorporada al reglamento del boxeo.) El combate exigía una atención constante, no se podía ni por un segundo quitar los ojos del cuadrilátero.
Pero hacia el final del primer round hubo un vuelco dramático. Dempsey intentaba superar el acoso, pero cada mazazo de Firpo lo acorralaba más contra las cuerdas. Hasta que, de forma súbita, Firpo conectó con otra derecha al mentón de Dempsey y el estadounidense fue para atrás arriba de las sogas para aterrizar en la segunda fila del ring-side sobre un periodista. Su máquina de escribir quedó destrozada por el golpe y Dempsey recibió un corte en la cabeza. Arriba del cuadrilátero lo esperaba un ansioso Firpo y un árbitro inmóvil mientras que varios periodistas lo ayudaron al campeón a subir de nuevo a la lona. Se dice que pasaron 17 segundos en total hasta que el campeón pisara la lona. El árbitro de la pelea, Johnny Gallagher, no empezó a contar desde que Dempsey saliera despedido por entre las cuerdas. Sólo lo hizo cuando éste volvió a tocar el ring. De haber comenzado la cuenta cuando correspondía, Firpo hubiera sido proclamado vencedor. Estuvo a segundos de la gloria.
Dempsey se recuperó y en el siguiente round lo tiró a Firpo dos veces más logrando la victoria por nocaut en 57 segundos del segundo round.
La pelea paralizó a la ciudad de Buenos Aires y muchos argentinos siguieron las alternativas de la pelea en la calle o recibían las noticias en el patio de una casona en la que un familiar o vecino en el barrio lograra tener una radio.
Firpo recibió más de 100 mil dólares por la pelea y a raíz de su coraje indómito y sus puños de acero, fue ídolo en su país y en muchos países latinoamericanos, aunque nunca logró ser campeón mundial.
Lo curioso es que el boxeo estaba prohibido en la capital y recién el 28 de diciembre del 23 y bajo la gesta de Firpo se promulgó la Ordenanza Municipal habilitando los espectáculos de box en Buenos Aires. Firpo fue canonizado como Padre del Boxeo Argentino y con esta legalización del deporte, se popularizó el boxeo de manera notable. El boxeo se mudó de los exclusivos clubes privados o de los jardines de los palacetes de Belgrano hacia los grandes estadios, los clubes de barrio, las tapas de los diarios, la fascinación de los jóvenes y los cafés de la esquina.
Otro gran talento de Firpo fue su capacidad para hacer dinero. Luego de su retiro se convirtió en estanciero y empresario automotriz, entre otras actividades. Firpo murió el 7 de agosto de 1960 a los 65 años. En el año 2003, fue nombrado por la revista “The Ring” como uno de los 10 mejores pegadores de todos los tiempos.
Un gancho y nos vemos en la próxima de NOCAUT.¤