Un ícono argentino que busca renacer
Las Flecha son a las zapatillas lo que la Pelopincho a las piletas: las más populares, un tanto “mersas”, como decíamos resignados cuando éramos jóvenes y no nos alcanzaban los pesos para las Topper, y mucho menos las Adidas.
El primer modelo comenzó a comercializarse en 1962, aunque alcanzó su época de mayor éxito en los '70. Hasta ese entonces, todas las zapatillas fabricadas en el país eran de cuero; las Flechas fueron las primeras en fabricarse con lona y suela de PVC. La distinguían esa parte delantera siempre blanca y de forma de serrucho, así como también el diseño de la suela, aunque su principal característica, la que les permitió volverse tan masivas, era su bajo precio.
La compañía Alpargatas llegó a fabricar hasta un millón de pares mensuales; las más tradicionales eran las de color azul y las blancas, aunque después aparecieron las rojas, sobre todo en el modelo medio básquet. A decir verdad, no recuerdo si había de otros colores.
Luego de caer en el olvido, la compañía Kosiuko intentó relanzarlas en el 2006, sin demasiado éxito. Recientemente, el diseñador Gustavo Samuelian compró la marca y sueña con reinstalarla en el mercado: “Creo que no había funcionado lo que hicieron hace una década porque seguían fabricándose con la misma tecnología”, declaró; “eran de baja calidad; en los '60 cumplieron su función, pero ahora el mercado es otro”.
Las nuevas Flecha tendrán la misma mística que las de otrora, agrega Samuelian, aunque adaptadas al nuevo siglo: “Es otra tecnología y, por supuesto, tiene otro precio, pero aun así es más barata que la competencia. Nunca imaginé que terminaría haciéndome cargo de la fabricación; era algo 'inaudito, que no podía pasar nunca', pero pasó. Me entusiasmó que fuera la primera marca de Argentina y casi la única que queda, la que más historia tiene”.
Pronto sabremos si las Fecha logran volver a dejar esas marcas inconfundibles en el polvo de nuestras calles y plazas. ¤