Plenamente firme en sus convicciones y considerando que la inclusión de los diputados del interior a la Junta lo desautorizaban, Mariano Moreno presentó su renuncia indeclinable, la que nunca le fue aceptada oficialmente, y así continuó firmando disposiciones en su carácter de secretario. Por ejemplo, el 28 de diciembre suscribió con Cornelio Saavedra y los vocales el nombramiento de Saturnino Segurola como segundo bibliotecario.
Moreno solicitó partir para Europa en misión diplomática ante el gobierno de Londres. El 22 de enero se alejó de Buenos Aires en una pequeña embarcación rumbo a la Ensenada y allí trasbordó a la fragata La Fama, que partió inmediatamente. Lo acompañaban su hermano Manuel y Tomás Guido en carácter de secretario.
207 días duró la Primera Junta. El 22 de diciembre, el Deán Funes comunicó a las provincias la incorporación de los diputados para formar parte en el Gobierno. La Junta Grande cambió el lenguaje político utilizado hasta entonces en el anterior organismo volviendo a invocar "nuestra amada metrópoli", una actitud que pretendía apaciguar a los españoles europeos.
El nuevo gobierno de 16 miembros -luego alcanzaría a 22- cambió de unidad en la acción y no pudo impedir las rencillas internas propias de un ejecutivo numeroso.
Cornelio Saavedra siguió siendo Presidente y el Deán Funes tomó la iniciativa que antes había correspondido a Mariano Moreno, que fue reemplazado por Juliám Peres, y luego por Hipólito Vieytes. Los jóvenes que seguían a Moreno no tardarían en organizarse y constituir un núcleo activo de oposición al gobierno.
La junta Grande desarrolló entonces una política de espera, de cautela ante los sucesos de la contrarrevolución y de España.
Uno de los principales problemas fueron las múltiples tendencias internas en su seno que llevaron a un accionar lento, dado que desde ese momento las decisiones ya no podían hacerse solamente pensando en favor del puerto de Buenos Aires y su gente, sino en pos de todo el país ahí representado.
En cuanto a la situación en el Alto Perú, digamos que las fuerzas revolucionarias enviadas por la Primera Junta obtuvieron como vimos la victoria de Suipacha, liberando Potosí y expandiendo la revolución en la región. Sin embargo, el triunfo no pudo afirmarse, debido a que Castelli no se supo mantener al provocar deserciones con su actitud jacobina. El pueblo desertó de las milicias por temor a ser excomulgados y el ejército español recibió refuerzos del Perú.
En la Banda Oriental estalló una insurrección de la población rural contra las autoridades españolas de Montevideo encabezadas por el virrey Francisco Javier de Elío, que no era reconocido como tal fuera de la ciudad. El movimiento cobró fuerza bajo la jefatura del hacendado José Gervasio Artigas.
Por último, en cuanto a la situación en el Paraguay, digamos que Manuel Belgrano había logrado ingresar en el territorio controlado por el gobernador Velasco. El 28 de enero se encontraron frente a frente ambas fuerzas en Paraguarí. Los patriotas hicieron desbandar a las fuerzas paraguayas, pero desgraciadamente en vez de conseguir un triunfo, se dedicaron a saquear el campamento enemigo, dándoles oportunidad de rehacerse y contraatacar consiguiendo un triunfo parcial, obligando a Belgrano a retirarse hacia el sur.
Esta batalla no fue una victoria definitiva para los realistas paraguayos: Belgrano todavía tenía su ejército. En toda esta etapa siguió haciendo propaganda para que los paraguayos se inclinaran a favor de la Junta de Buenos Aires. Pero el gobierno colonial había sido salvado y la provincia no pudo ser obligada a someterse al gobierno porteño. ©