Realidad “virtual” y realidad “real” en la Argentina

Realidad “virtual” y realidad “real” en la ArgentinaDesde hace demasiados años circula un dicho que afirma que “la Argentina termina en la General Paz”. Esto significa que todo lo importante sucede dentro del  territorio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, anteriormente conocida como la Capital Federal.
Obviamente que esto no podría ser verdad, porque la Argentina se extiende, al menos nominalmente, a través de unos  2.791.810 km².
No se incluye en este cómputo a la superficie del sector “antártico argentino”, dado que éste sólo tiene existencia “virtual”, en los mapas escolares de consumo interno, ya que según el tratado antártico firmado por nuestro país y varios más el 1 de diciembre de 1959 en Washington, existe un absoluto "congelamiento" de todos los litigios de soberanía sobre la Antártida mientras dure dicho tratado.
Así como el territorio antártico argentino es una ficción, una gran mentira, porque según los tratados firmados no lo reconocen, quizás gran parte del territorio argentino también ya se haya convertido en una realidad virtual donde millones de personas vivan olvidadas y marginadas.
Una de las razones de las enormes migraciones internas que se están produciendo en el país se fundamenta en eso. Como el estado dejó librado a su suerte a millones de ciudadanos, estos emigran a las grandes ciudades. Por eso será que los porteños, los privilegiados habitantes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, están tan alterados, porque durante el mes de diciembre del último año las ocupaciones de terrenos fiscales, vacíos o abandonados, de la ciudad por parte de miles de pobres de toda pobreza provocaron cambios institucionales inéditos para el gobierno que conduce al país desde hace siete años.
A causa de estas ocupaciones masivas, por primera vez se admitió oficialmente que existe un alto índice de criminalidad, el mismo que tanto  preocupa a los habitantes de todos los sectores sociales. De la famosa y “virtual”  sensación de inseguridad  pregonada por el jefe del Gabinete de Ministros Aníbal Fernández se pasó, de la noche a la mañana, a la creación de un Ministerio de Seguridad a cargo de la Dra. Nilda Garré, quien sí admitió por primera vez que la inseguridad es algo “real”.
Entonces, ¿qué hay de cierto en aquel dicho de que la Argentina se termina en los límites de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires? Lamentablemente mucho más de lo que podría pensarse. Es algo “real” que casi todas las provincias tienen aviones sanitarios. Esto es, que las enfermedades graves, de alta complejidad, sólo se curan o atienden en la Ciudad de Buenos Aires. ¿Cómo se le podría explicar a un californiano que si se enferma gravemente tendría que suplicar por un avión sanitario que lo trasladara a Washington DC para que lo atendieran médicos competentes, ya que los de California no están preparados o no tienen el equipo médico necesario? Bueno, esto es lo que sucede diariamente en la Argentina.
Hace unos años, El Suplemento publicó un artículo sobre la maravillosa obra que cumple la Casa de la Fundación  Garrahan, en donde se permite que se hospeden niños del interior del país junto a sus madres cuando concurren a atenderse a los hospitales de pediatría Garrahan, Gutiérrez o Elizalde de la Ciudad de Buenos Aires.
La Argentina “virtual”, la de los mapas y postales, es hermosa. La “real” de todos los días, no lo es tanto. Un pobre de un asentamiento o terreno ocupado de la ciudad de Buenos Aires, aun cuando sólo viva en una carpa o en una casilla de madera, tiene muchas más posibilidades de acceder a mejor salud, educación y bienestar que cualquier otro pobre que viva en el interior del país, aun cuando en éste último tenga su terreno propio y su casa de ladrillos.
Más de una vez, habitantes de villas miserias del interior del país le dijeron a este corresponsal que los villeros de la ciudad de Buenos Aires vivían prácticamente en el paraíso, porque tenían acceso a los mejores servicios de salud, educación, transporte y beneficios sociales. Un enfermo de la “Villa 31”, ubicada en las inmediaciones de la Terminal de Micros de Retiro, en diez minutos puede ser atendido en un gran hospital público, porque cuenta con los medios de transporte necesarios: colectivos, taxis, remises, vecinos, calles iluminadas, señalizadas y asfaltadas. El mismo enfermo en el Gran Buenos Aires no tiene esa posibilidad. Las calles no están asfaltadas, iluminadas y mucho menos señalizadas.
Pero no todas son malas noticias. Aún estamos a tiempo de que la Argentina “real” y la “virtual” poco a poco vayan coincidiendo. Sólo hace falta un mínimo esfuerzo de la clase dirigente para que las cosas mejoren. Gracias a las tomas de tierras de diciembre, muchos asentamientos lograron que les colocaran agua potable, cloacas y otros servicios.
Empezamos el 2011 con optimismo porque este será un año de elecciones.
Un futuro mejor depende de la decisión de los ciudadanos. Ellos con sus votos serán los que opten por seguir viviendo en un país de verdad, mejor, “real”... o continuar con más de lo mismo. ©

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  • Lalo Schifrin: Su Misión Imposible

    LaloUna cosa extraña sucede con Lalo Schifrin. Sabemos que compuso la música de Misión Imposible y las películas de Dirty Harry. Sabemos que sus logros en el ámbito de la música son muchos y variados, a tal punto que ya es una leyenda. De hecho, es el único argentino con una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. Pero sabemos tan poco de la vida del hombre...
    Schifrin es un músico de jazz y música clásica, y estos músicos no suelen recibir mucha publicidad, especialmente los que se dedican a tareas de bajo perfil como componer música para películas y series. Pero, por suerte, Schifrin ha compensado esto escribiendo una muy interesante autobiografía llamada "Mission Impossible: My life in Music" donde cuenta detalles de su larga vida. Los afortunados en conseguirla van a encontrar un libro lleno de sorpresas.
    Lalo nació en Buenos Aires en 1932. Su padre estaba en la banda del Teatro Colón, y de chico empezó a estudiar música clásica. Lalo reconoce que no tiene un buen recuerdo de los años de Perón. Había mucho autoritarismo, y el ambiente cultural donde él se movía no era favorecido. Para colmo le tocó hacer el servicio militar obligatorio... aunque por poco tiempo.

    Schifrin cuenta humorísticamente que, aunque se considera un jazzero, siempre corre peligro de ser “secuestrado” por los muchachos del tango moderno.

    Un dato interesante de esos años es que conoce a Jorge Luis Borges. Lalo atiende sus charlas, y se convierte en un verdadero fan. Lo menciona junto con figuras como Dizzy Gillespie como un personaje fundamental en su formación. Años después, va a nombrar su sello discográfico Aleph Records en homenaje al maestro.
    Sale del país por primera vez cuando consigue una beca para atender el prestigioso Conservatorio de París. En Francia empieza a trabajar como músico de jazz, y de esta manera conoce a Piazzolla, que le ofrece una participación en sus proyectos.
    Retorna a la Argentina en 1956, un país que con la caída de Perón había cambiado mucho. A tal punto que su música empieza a tener cabida en la televisión nacional. Justo cuando parecía que su destino era argentino, aparece Estados Unidos en el horizonte.
    ¿Cómo llega a Estados Unidos? Dizzy Gillespie, de visita en Buenos Aires, lo invita a trabajar con él. Una oferta imposible de resistir para cualquier amante del jazz. Así es que, con grandes ilusiones, Lalo llega a Nueva York en 1958. Y, como dicen acá... the rest is history.
    Schifrin nos cuenta su experiencia trabajando en Hollywood, y conociendo a personajes como Groucho Marx y Marlon Brando. Se hace muy amigo de Clint Eastwood, que le permite editar la banda sonora de Dirty Harry en su sello Aleph Records.
    El jazz lo lleva a los distintos rincones del mundo. Argentina sigue ocupando un lugar importante en sus planes, y Lalo visita el país varias veces. Por ejemplo, en su libro cuenta con orgullo su visita a la Casa de la Independencia, en Tucumán.
    En noviembre del 2012, para celebrar sus 80 años, su sello Aleph Records lanzó una caja de cuatro CDs que incluyen sus composiciones favoritas de más de 30 películas, más algunas piezas sinfónicas, de jazz y temas nunca antes editados.
    Hoy es un verdadero orgullo para nosotros que justo en frente del famoso Roosevelt Hotel... hay una estrella argentina. ¤

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