Parte inolvidable de la cocina argentina
No será fácil escribir los siguientes párrafos. Hace ya un par de años que hemos lanzado esta sección de Perdidos en el tiempo, y por una cuestión, digamos, pura y exclusivamente de olfato nomás, veníamos posponiendo evocar una marca tan inolvidable como la que hoy nos animamos a presentar.
Quien esto escribe considera que no hay olor más repugnante que el de los fósforos. Sin embargo, tapándonos la nariz y sacando coraje desde los más profundo de las entrañas, acá vamos: con ustedes, señoras y señores… los fósforos Ranchera.
Los Ranchera llegaron a ser uno de los productos infaltables de toda cocina argentina en los tiempos en que los encendedores Vic eran aún cosa de oligarcas, teckies y finolis. Venían en una caja de cartón azul cruzada por una franja blanca y letras rojas, conteniendo 90 unidades. El cuerpo del fósforo era de papel, mientras que la cabeza era, por lo general, de color azul, aunque en las pesadillas más descarnadas recuerdo haberlas visto también de color blanco. Una vez encendidos, el olor permanecía en la cocina por días, y hasta semanas enteras… o tal vez mis recuerdos me estén jugando aquí una mala pasada.
Los fósforos en general han ido desapareciendo en las últimas décadas (y por esto debo darle gracias a cualquier dios que haya sido responsable de ello), siendo gradualmente reemplazados por los encendedores. Los Ranchera no han sido los únicos; así nomás, sin pensarlo demasiado, recuerdo haber sido inhumanamente torturado durante los más tiernos años de mi niñez por los Dos Patitos, Fragata, Arlequín...
Los fósforos Ranchera son hoy objetos de colección. Hoy en día, pertenecen aún a la Compañía general de Fósforos Sud Americana S A, quienes, obviamente ajenos a todas esas décadas de ofender mi sensibilidad olfativa, dicen desde su sitio de internet sentirse “orgullosos e identificados con la marca”. No es para menos.
Es la marca de mayor trayectoria en la Compañía General de Fósforos Sud Americana S.A. “Ranchera representa lo mejor de la Argentina y sus valores atraviesan transversalmente a todos los argentinos”. ¤