Ave valiente y fiel en el litoral argentino.
Si se trata de creencias, la leyenda del Chajá es una de las más conocidas en la zona del litoral de país, totalmente opuesta a la mayor parte de los cuentos populares. Su nombre en idioma guaraní, ya-há, significa ¡vamos!. Se trata de un ave de mal aspecto, casi siempre está en comunidad, normalmente es desgreñada, por lo que la primera reacción de las personas es la de ahuyentarla del lugar donde estén.
Del pájaro chajá podemos decir que es un ave valiente, vigilante y bien armada. Posee una propiedad característica, que es la de transformarse a voluntad en un aerostato. Exhala de sí un gas con el que dilata un sistema de vesículas que rodea su cuerpo y por lo cual puede mantenerse en los aires con escaso gasto de energía. De ahí que es muy común observar a esta ave horas y horas mantenerse a gran altura por los cielos.
Su fidelidad en el amor es proverbial. Basta recordar que los viajeros ingleses llamaron a los chajáes “aves de amor” y los franceses “los inseparables”. Son tan cariñosos que viven en pareja haciendo comunes sus temores, sus peligros y sus goces. Se dice que al morir uno de ellos, el otro no tarda en exhalar el último aliento entre fúnebres lamentos.
En la lengua de los aborígenes guaraníes la luna se llama Yasí y entre sus creencias está la de que ella baja a la tierra para convertirse en mujer. Esa es prácticamente su manera de estar entre los humanos para exigir a Dios que premie a los más buenos.
Un día paseaba junto a un pequeño niño por el campo, la sed los torturaba, por lo que piden agua a unas mujeres que lavaban prendas en el río, aunque ellas se la negaron. Luego, cuando yasí y el niño se alejaban llorando, las mujeres le ofrecen agua con jabón, por lo que obviamente decidieron no tomar, tomando distancia de esa zona y de esas mujeres. Yasí pide un castigo a esas malas personas, y a los minutos llega un ave mensajera de los guaraníes llamada Ayuru, quien les señala una salida de agua que comenzaba a salir de una piedra, entre los matorrales. Finalmente, mientras Yasí y el niño saciaban su sed, el ave les dice a las mujeres que les habían negado el agua: “Aquí está el castigo de Tupá”, el dios de esa comunidad, les dice el ave. En pocos segundos las convierte en pájaros chajá, teniendo su carne sabor a agua con jabón, la misma que quisieron darle a la diosa. ¤