Las ucronías que proliferan durante las megacrisis
En octubre de 2018 en la Argentina nadie duda que “lo peor está por llegar”, y que la catastrófica crisis económica actual que ya provocó un deterioro abrumador en lo social, educativo, político y cultural se irá acrecentando. Todos los indicadores que miden la calidad de vida empeoran y empeorarán por un largo tiempo. Minuto a minuto aumentan los precios, los desocupados, los pobres… todo lo malo.
La situación es tan evidente, que tanto el oficialismo, la oposición como analistas imparciales admiten que el panorama es negro. Los economistas no dejan de informar que durante el cuarto trimestre del año en curso se apreciarán los peores efectos de la tormenta (como la calificó el presidente Mauricio Macri) que azota el país y que recién, con mucha suerte, en el tercer trimestre del 2019 se verá una mínima mejora. ¿El ojo del huracán?
Esto es algo que El Suplemento predijo con varios meses de anticipación. Para ser más precisos, en el número de julio de este año, cuando los mercados estaban en calma y el valor del dólar estaba en 28 pesos. En ese entonces muchos decían que ese era un pronóstico pesimista e infundado. Lamentablemente, la realidad superó cualquier dato negativo que vaticinó dicha nota.
“El gobierno acaba de presentar ante el Congreso Nacional el presupuesto del año 2019, que es sencillamente de terror”
El gobierno acaba de presentar ante el Congreso Nacional el presupuesto del año 2019, que es sencillamente de terror. Las pautas del mismo no dejan lugar a dudas. Con la intención de bajar el déficit fiscal a “cero” (de acuerdo a las exigencias del Fondo Monetario Internacional) los economistas oficiales predicen una baja importantísima de los recursos destinados a beneficiar a la población en educación, salud, sueldos, estabilidad, en todos los rubros que realmente importan. Solo está previsto un incremento substancial de los recursos destinados a pagar intereses de la deuda externa y un mínimo aumento del gasto destinado a los más desposeídos. Estos últimos, millones que no tienen nada de nada, solo recibirán migajas para que, literalmente, no perezcan de hambre y para que no provoquen estallidos sociales que podrían asustar a los mercados.
En estos días hasta los más fervientes partidarios de la coalición gobernante no dejan de manifestar sus dudas respecto al modelo económico implementado. Casi toda la sociedad reconoce que cada día la pasa peor. Es tan evidente, que resulta imposible no notarlo. Mientras tanto, para provocar más desazón y confusión, las máximas autoridades económicas y políticas del gobierno juran y perjuran que el modelo no ha fracasado.
“No creemos que estamos ante un fracaso económico” dijo públicamente Marcos Peña, jefe de Ministros y mano derecha del presidente Macri. Como esa es la versión oficial, la pregunta obligada sería: ¿Entonces este plan (o no plan) económico que solo resulta exitoso para los muy ricos, los mercados y principalmente para los especuladores financieros, fue diseñado para eso?, ¿Únicamente para beneficiar al 10 % de toda la población argentina? ¿Y para el resto que queda? ¿Solo privaciones y penurias?
Ante esta realidad tan dura y un futuro cercano que se presenta aún más espantoso, es normal que la gente empiece a reflexionar, a pensar en lo que sucede. Y es por eso que ya están proliferando las ucronías. Por definición, una ucronía es una reconstrucción histórica construida lógicamente que se basa en hechos posibles pero que realmente no han sucedido.
Esto es la búsqueda de una alternativa paralela que no deja de ser un ejercicio gratificante frente a un panorama tan desalentador. La mayoría de las ucronías normalmente se resumen en la típica pregunta: ¿Qué hubiera pasado si…?
En el caso argentino sería: “¿Qué hubiera pasado si en vez de ganar Mauricio Macri hubiera ganado Daniel Scioli?” y de allí la pregunta vinculante: ¿Cómo estaríamos ahora?
Pregunta difícil, muy difícil, de responder.
Y menos a la luz de todos los negociados, hechos de corrupción, y aberraciones cometidas durante los tres gobiernos kirchneristas anteriores que salieron a la luz últimamente.
Entrando en este juego de posibilidades lo primero es considerar que al momento de la elección presidencial las elecciones a nivel provincial ya habían sido decididas. Entonces, el panorama sería Scioli presidente, María Eugenia Vidal gobernadora de la Provincia de Buenos Aires y Horacio Rodríguez Larreta en la Ciudad de Buenos Aires. Y el resto de las provincias igual.
“¿Qué hubiera pasado si en vez de ganar Mauricio Macri hubiera ganado Daniel Scioli? ¿Cómo estaríamos ahora?”
Ya han pasado casi tres años de aquella elección. Entonces habría que suponer, desde el vamos, que La Cámpora, la poderosa organización comandada por el diputado Máximo Kirchner, tendría a cientos, tal vez a miles de sus militantes en lugares de importancia en el gobierno nacional, y con Cristina Kirchner como jefa suprema de La Cámpora y de otros sectores del peronismo, sin dudas el poder del “Presidente Scioli” se vería muy afectado. Si todavía siguiera en su cargo.
Esto debe pensarse seriamente dentro de este ejercicio mental, dado que con el antecedente partidario del peronismo quizás lo hubiera obligado a dimitir para otorgarle la presidencia a su segundo, el vicepresidente de la fórmula, Carlos Zannini, obediente soldado de los Kirchner. En los setenta fue muy conocido el slogan “Cámpora al gobierno Perón al poder”, una idea que obligó al presidente Cámpora a renunciar a los pocos meses de asumir. En el caso de esta ucronía sería: “Scioli al gobierno, Cristina al poder”.
Es difícil pensar cuál sería la situación económica de la Argentina con Scioli presidente, pero los indicios permiten suponer algunos parámetros. En principio, que los capitales de los especuladores financieros no tendrían los beneficios que obtuvieron durante el gobierno de Mauricio Macri. Por lo tanto, no existiría el endeudamiento monstruoso, en dólares, que aqueja al país. La deuda externa no se habría acrecentado significativamente. Y ni que hablar de la dependencia económica que existe con el Fondo Monetario Internacional. Eso no habría sido posible. De ninguna manera. Las mineras y el campo seguirían aportando impuestos por retenciones. Eso, sin dudas. En el rubro exterior, las cosas serían totalmente diferentes: para empezar, Donald Trump sería la mismísima encarnación del demonio. No sería amigo del presidente. Para nada. Los lugares de “mejores amigos” estarían ocupados por Nicolás Maduro de Venezuela, Evo Morales de Bolivia, Miguel Díaz-Canel de Cuba y Daniel Ortega de Nicaragua. Y seguramente Vladimir Putin y la teocracia de Irán también serían amigos.
“En los setenta fue muy conocido el slogan 'Cámpora al gobierno Perón al poder', una idea que obligó al presidente Cámpora a renunciar a los pocos meses de asumir. En el caso de esta ucronía sería: 'Scioli al gobierno, Cristina al poder'”
Por supuesto que Julio De Vido, Roberto Baratta y Julio López seguirían en el Ministerio de Planificación Federal recaudando millones de dólares y euros en bolsos. Y tal vez, para tormento de muchos, Cristina Kirchner continuaría con sus discursos interminables por cadena nacional.
Sin dudas, la Argentina sería un país radicalmente diferente. ¿Mejor o peor? Nadie lo sabe. Porque es una ucronía. Algo que sencillamente no ocurrió.
Y hablando de ucronías. La verdadera pregunta que hay que hacer es… ¿Qué hubiera pasado si los ingleses conquistaban el sur del continente? ¿La Argentina sería un nuevo Estados Unidos?, ¿Brasil una Australia?, ¿Paraguay, Perú, Chile y Bolivia, una Canadá?, ¿Uruguay una Nueva Zelandia?
¿Y Venezuela? Posiblemente seguiría siendo Venezuela...
Suena agradable, lástima que solo sea un ejercicio mental.¤