Y al final se produjo el milagro: el ingeniero Mauricio Macri fue elegido presidente de los argentinos. Quizás solo él, su esposa y sus colaboradores más cercanos creían en su triunfo hace unos pocos meses. Todos los demás, incluidos los mejores videntes del planeta, estaban seguros de que el actual gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, sería el sucesor natural de Cristina Fernández de Kirchner.
Para asombro de los argentinos y el mundo entero, el dirigente de la coalición PRO-Cambiemos el pasado domingo 22 de noviembre ganó el ballotage y a partir del 10 de diciembre estará a cargo del poder ejecutivo nacional.
Lo impensable sucedió. ¿El motivo? Es difícil encontrar la respuesta correcta. Ahora solo se puede argumentar con el resultado a la vista y en base a lo sucedido. Pero si bien en estos momentos nadie puede explicar lo sucedido a ciencia cierta, se pueden encontrar algunas de las razones que llevaron al actual estado de las cosas.
Es muy probable que gran parte de la población se hartara de una forma de hacer política, que se plantara y dijera “hasta acá llegamos. Probemos con algo distinto… a ver qué sucede. No queremos vivir más en un país pensado para nuestros nietos. Tenemos derecho a disfrutar los beneficios que la naturaleza nos dio. Vivir el presente y no estar pensando siempre en un futuro de grandeza que nunca se materializa”.
Pero lo peor es que la polarización de la sociedad alcanzó límites inconcebibles, quizá parecidos a los vividos en la década del cincuenta cuando fue derrocado el Gral. Juan Domingo Perón.
Los votantes que eligieron a Mauricio Macri expresaron que no desean vivir más en un país desunido, agrietado, enfrentado, donde la vida cotidiana se ve contaminada, complicada y asfixiada por la posición política de cada persona. En un eterno conflicto entre “ellos” y “nosotros”. Una situación intolerable a la cual llegamos después de años y años de confrontación que fue fomentada, impulsada y dirigida desde lo más alto del poder.
“Los votantes que eligieron a Mauricio Macri expresaron que no desean vivir más en un país desunido, agrietado, enfrentado, donde la vida cotidiana se ve contaminada, complicada y asfixiada por la posición política de cada persona”
Por casi treinta años el peronismo gobernó el país utilizando el aparato del estado, dineros públicos, punteros políticos, prebendas, nepotismo, premios y castigos para perpetuarse en el poder a lo largo y ancho del territorio nacional... y lo logró sin mayores sobresaltos, sin sostener un solo principio guía, un rumbo de acción, apelando únicamente a slogans muy vagos sobre la construcción de una patria socialmente libre, económicamente justa y políticamente soberana.
El peronismo siempre se definió como un amplio y abierto movimiento más que un partido político. Por lo tanto, cualquiera que asuma el poder en algún lugar de la Argentina e implemente cualquier rumbo de acción política y económica puede autodefinirse como peronista. En términos deportivos, sería como afirmar que ser fanático de River o Boca, Barcelona o Real Madrid, los Yankees de Nueva York o los Dodgers de Los Angeles, es exactamente lo mismo. De esta forma, todo el que tenga “poder” o “caja” (dinero, recursos económicos) puede ser catalogado de peronista.
“El kirchnerismo, que apoyó las políticas privatistas de Menem en su momento, gobernó el país afirmando que todo lo hecho en los noventa fue catastrófico por su origen neoliberal”
El ejemplo más claro: Carlos Menem fue un presidente peronista que privatizó todas las empresas del estado en la década de los noventa, que las vendió a precio vil a multinacionales de todo el globo con la excusa de que “el capital privado gestiona mejor que la ineficiente y corrupta burocracia estatal”. Desde hace doce años, el kirchnerismo, que apoyó las políticas privatistas de Menem en su momento, gobernó el país afirmando que todo lo hecho en los noventa fue catastrófico por su origen “neoliberal”, que, dicho sea de paso, se convirtió en el epíteto más descalificador de la última década.
En la Argentina un dicho muy popular afirma que nadie resiste un archivo. Por suerte, los archivos están y muestran que en los años noventa tanto Néstor Kirchner como Cristina Fernández de Kirchner apoyaron fervorosamente la privatización de Aerolíneas Argentinas, YPF y demás empresas estatales, pero con los años cambiaron de rumbo y se convirtieron en fanáticos conversos que provocaron la división social por cuestiones ideológicas.
¿Nuevos tiempos?
Todo indica que el ingeniero Macri cambiará esta situación. Aunque hace muy poco que fue electo como para sacar conclusiones apresuradas, sus palabras y hechos incitan a soñar con un país mejor. Desde el punto de vista periodístico ya se observó el cambio. A Mauricio Macri se le pueden hacer preguntas, mientras que a la ex presidenta no, dado que jamás daba conferencias de prensa. El presidente electo trabaja en equipo, con colaboradores, como es habitual en los países desarrollados, en el mundo laboral, en el deportivo, en el social. En cambio, la presidenta saliente se comporta de otra manera, más individualista. Es una especie de gurú, una iluminada, fuente de toda verdad y sabiduría que da órdenes a diestra y siniestra. Al respecto, nadie recuerda que durante sus dos períodos presidenciales (ocho años) haya participado de una reunión de gabinete con todos sus ministros. Cristina siempre decidió los destinos del país junto a dos o tres colaboradores íntimos dentro de lo que se denominaba la “mesa chica”.
Un gran cambio se está llevando a cabo en la Argentina. Lo más importante es que rápidamente cicatricen las heridas producidas por la grieta social, que cada uno pueda decir lo que piensa sin tenerle miedo a las consecuencias, y que todo el país se encamine a un futuro mejor. Es posible. Ya se están dando los primeros pasos. No va a ser nada fácil por la historia y naturaleza misma de una gran parte importante del peronismo, que sostiene fanáticamente que ese es el único movimiento que puede gobernar el país.
La población eligió el cambio porque quiere paz social: no más disputas y enemistades
Muchas de las cosas que hizo el kirchnerismo son elogiables. El nuevo presidente prometió cosas simples: vivir en armonía, trabajar en equipo, desarrollar la Argentina.
Ojalá que lo logre. Para el bien de todos. ¤