El domingo 25 de octubre se llevaron a cabo elecciones presidenciales en distintas provincias y distritos de la República Argentina. De acuerdo a las consultoras especializadas en medir la intención de voto, la disputa por la presidencia se limitaba a dos candidatos, quienes eran los que contaban con más chances: Daniel Scioli (actual gobernador de la provincia de Buenos Aires, la más importante del país) y Mauricio Macri (jefe de Gobierno de la poderosa Ciudad Autónoma de Buenos Aires).
Se descontaba que Daniel Scioli ganaría esta elección. Mejor dicho, que sería el más votado de los seis postulantes presidenciales. La única incógnita al despuntar el día era saber si Daniel Scioli sería elegido presidente en esa jornada o debería esperar un mes más en una nueva elección. Esto se debe al especial sistema de elección presidencial argentino, que se encuentra vigente desde la última reforma constitucional de 1994 diseñado a medida del ex presidente Carlos Menem, para que el riojano pudiera ser reelegido en un segundo período.
De acuerdo a que el sistema electoral argentino es tan “especial” se consagra ganador en la primera vuelta presidencial al candidato que alcance al menos el 45% de los votos positivos, o el 40% del total, siempre y cuando supere por más de 10% a quien le sigue. Este es un proceso electoral casi único en el mundo, porque en el resto del planeta el candidato ganador debe alcanzar el 50% más 1 de los votos totales. En la Argentina, si ninguno de los candidatos alcanza esas cifras de votantes, los dos primeros candidatos deberán dirimir quién será el ganador en un balotaje, al mes siguiente, que en esta oportunidad será el próximo 22 de noviembre.
Luego de que se diera por finalizado el escrutinio a las 18 hs, comenzaron a circular rumores que presagiaban que las cosas no estaban resultando como lo previsto. Las expectativas de los cristinistas-kirchneristas, de todo el arco peronista y las proyecciones de todas las encuestadoras, parecían haber errado en sus pronósticos.
Era tal la certeza de que el gobernador peronista Scioli (candidato por el Frente Para la Victoria que conduce la presidenta Cristina Fernández de Kirchner) sería el más votado, que la única incógnita era saber si habría balotaje o no. El segundo en intención de voto era Mauricio Macri (por la alianza Cambiemos y dirigente del PRO).
Cuando se dieron a conocer los primeros datos en el centro de cómputos de la Justicia Electoral, el asombro nacional fue absoluto
Un imprevisto dejó helados a muchos
Luego de que se diera por finalizado el escrutinio a las 18 hs, comenzaron a circular rumores que presagiaban que las cosas no estaban resultando como lo previsto. Las expectativas de los cristinistas-kirchneristas, de todo el arco peronista y las proyecciones de todas las encuestadoras, parecían haber errado en sus pronósticos.
Daniel Scioli, el candidato designado a dedo por la presidenta (manifiestamente elegido a desgano, porque no pertenece al riñón de su círculo íntimo y además posee un rutilante pasado menemista), no fue votado tan masivamente como se esperaba. Para colmo, el bastión de los bastiones peronistas, la provincia de Buenos Aires, estaba siendo ganada por la candidata de Cambiemos, María Eugenia Vidal. Y para colmo, también caía otra provincia histórica peronista: Jujuy.
Los electores de la provincia de Buenos Aires decidieron un cambio de 180 grados eligiendo a María Eugenia Vidal, la primera mujer gobernadora de su historia
Ese fue el motivo por el cual, con la intención de no aceptar lo inaceptable, la justicia electoral no comunicó los resultados de la votación a la ciudadanía durante el resto de la jornada, como estaba previsto. Solo empezaron a brindar los primeros datos el lunes 26 a la madrugada.
Cuando se dieron a conocer los primeros datos en el centro de cómputos de la Justicia Electoral, el asombro nacional fue absoluto. Daniel Scioli, el candidato elegido por la presidenta, superaba por apenas dos puntos porcentuales a su inmediato seguidor, Mauricio Macri, algo que no había sido vaticinado por muchos, ya que esto significaba que Scioli había perdido votantes desde las últimas elecciones primarias internas (PASO) y Macri había sumado muchos más.
Lo más inesperado resultó que Aníbal Fernández, actual jefe de Ministros de la Nación, perdió en la provincia de Buenos Aires.
Evaluación
Lo concreto hasta el momento es que los electores de la provincia de Buenos Aires decidieron un cambio de 180 grados eligiendo a María Eugenia Vidal, la primera mujer gobernadora de su historia. También, que la provincia de Jujuy fue ganada por un radical, Gerardo Morales.
A su vez, hay que destacar que varios de los llamados “barones” del Conurbano bonaerense (que rodea a la Ciudad de Buenos Aires) enquistados en sus municipios desde hace décadas, donde actúan como verdaderos señores feudales, perderán su poder a partir del 10 de diciembre. Un cambio totalmente inesperado. Asombroso.
Es muy probable que amanezca una nueva Argentina. Hay esperanza de cambio.
La población bonaerense decidió no elegir a un candidato como Aníbal Fernández, denunciado por periodistas y políticos de estar asociado al narcotráfico, e incluso relacionado a varias muertes de carácter mafioso.
De ahora en más
A partir de ahora comienza un proceso electoral totalmente diferente que se definirá el próximo 22 de noviembre. Los dos candidatos más votados protagonizarán un duelo que será seguido atentamente por toda la población, porque el destino del país estará en sus manos. Ambos, Scioli y Macri, intentarán captar los votos del tercer candidato más votado, Sergio Massa, y los de las otras fuerzas. De hecho ya empezaron.
Es muy probable que amanezca una nueva Argentina. Hay esperanza de cambio. Por lo pronto, en el principal distrito del país (la provincia de Buenos Aires) ya es una realidad. Y en Jujuy también.
Millones de ciudadanos el lunes 26 amanecieron contentos. Otros millones lo hicieron desesperanzados. El 22 de noviembre todos tendrán la oportunidad de votar y decidir el destino de nuestro querido país.
“La democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre. Con excepción de todos los demás”. (Winston Churchill) ¤