El pasado 6 de enero cumplió años el Club Atlético Almagro.
A pesar de que su sede se ubica en Capital Federal, el club Almagro forma parte del partido de Tres de febrero, ya que su cancha está ubicada en José Ingenieros. El estadio lleva el nombre del partido y tiene capacidad de 21000 personas. El mismo se inauguró el 7 de abril de 1956.
Actualmente, el equipo juega en la primera nacional y en el último torneo quedó noveno de la zona B. Durante toda su historia, jugó tres veces en la primera división del fútbol argentino, ascendiendo en 1938 para transformarse en el primer equipo de la era profesional en conseguir este objetivo, aunque al año siguiente volvió a la segunda categoría. La otra oportunidad de jugar en primera fue en el Apertura 2000 y aunque participó en el Clausura 2001, quedó en zona de descenso y volvió a la B Nacional. Por último, en el año 2004 logró ascender una vez más.
Con motivo de la celebración, el club publicó en su página web: “Son años de pasión, que atravesaron generaciones y nos moldearon la identidad. Nacimos porteños, pero llevamos más tiempo jugando en Provincia que en Capital. Mestizos y heterogéneos. La gran mayoría dice que nuestro principal rival deportivo tiene la cancha en Caseros, pero hay muchos que disfrutan más un triunfo en Floresta o en Villa Crespo. Abanderados en el tango, pero desde hace décadas bailamos rock y cumbia. Fuimos y somos murgueros, pero desde hace un tiempo también raperos y traperos. Soñadores eternos. Esperanzados con el ascenso siempre. Dispuestos a seguir alentando en las buenas, y en las malas, mucho más”. ¤
Cuando decidimos emigrar a esta tierra en procura de un futuro mejor, no tomamos en cuenta cuánto nos costaría el desarraigo… y fue un día, en que la angustia por las ausencias, nos hizo comprender el significado de la palabra “nostalgia”.
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Entre las prendas de vestir, el poncho era una de las más importantes por los diversos servicios que prestaba, puesto que defendía del frío y de la lluvia, se usaba de cobija cuando cuadraba la oportunidad de hacer la cama con el apero -muchos gauchos no conocieron otra cama ni otra cobija en toda su vida- pero donde se apreciaban de verdad las ventajas del poncho era en los casos, demasiado frecuentes, de pelea.
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