La obra maestra en lengua culta es el "Santos Vega", de Rafael Obligado.
Obligado nació en Buenos Aires en 1851 y murió en Mendoza en 1920. Perteneció a una familia de terratenientes; sus padres fueron Don Luis Obligado Saavedra y Doña Mariquita Ortiz Urien. En un comienzo estudió leyes, carrera que abandonó para dedicarse a las letras. Su vocación lo lleva al estudio de los clásicos, antiguos y españoles, ansioso de lograr, como dijo su hijo Carlos, el dominio de la expresión sobria y limpia, que no solía preocupar suficientemente a los jóvenes poetas de su generación.
En su casa reunía todos los sábados a lo más granado del pensamiento nacional, constituyendo un verdadero salón literario.
Su poesía tiene colorido, musicalidad, poder de evocación. “Poesías” fue el único libro que publicó en vida; si bien el Santos Vega apareció completo más tarde, los tres primeros cantos del mismo figuraron en esa publicación.
Obligado recogió de labios del pueblo varias leyendas hasta llegar a la de Santos Vega.
Este poema consta de cuatro cantos: "El alma del payador", "La prenda del payador", "El himno del payador" y "La muerte del payador".
Fue escrito en estrofas precisas que van labrando el paisaje, su poesía, el sentimiento patrio, el crisol de la formación nacional. El poema encierra también un símbolo, pues termina con la derrota del payador que representa el alma autóctona del gaucho, vencido por Juan Sin Ropa, que encarna al progreso.
El libro se inicia con esta estrofa: " Cuando la tarde se inclina/ sollozando al occidente,/ corre una sombra doliente/ sobre la pampa argentina,/ y cuando el sol ilumina/ con luz brillante y serena/ del ancho campo la escena,/ la melancólica sombra/ huye besando su alfombra/ con el afán de la pena".
Ese primer canto termina refiriéndose a Santos Vega, de esta manera: " Yo, que en la tierra he nacido/ donde ese genio ha cantado,/ y el pampero ha respirado/ que al payador ha nutrido,/ beso este suelo querido/ que a mis caricias se entrega,/ mientras de orgullo me anega/ la convicción de que es mía ¡la patria de Echeverría,/ la tierra de Santos Vega!".
El poema, si bien puede considerarse gauchesco por su personaje, el gaucho y payador Santos Vega, no lo es por el lenguaje, que es siempre culto, ya que no hablan en él los protagonistas, sino el mismo autor, que es quien describe las escenas. Ø