Tras las elecciones legislativas realizadas el pasado domingo 22 de octubre, sucedió lo impensable. Un día, la Argentina dejó de ser peronista. Un nuevo partido político llamado Cambiemos logró lo que parecía ser una utopía hasta hace muy poco tiempo: que el peronismo perdiera las elecciones en las provincias más importantes.
La derrota del partido fundado hace más de medio siglo puede calificarse de catastrófica, porque por primera vez el peronismo deja de tener poder real. Esta es una situación totalmente atípica, dado que desde hace más de cincuenta años a lo largo y ancho del país se afirmaba que “ningún gobierno no peronista puede gobernar en democracia. Y si alguna fuerza política por casualidad llegara a ganar las elecciones, eso sería un espejismo, porque jamás podría terminar su mandato. El peronismo (a través de su aparato político/sindical y social) se lo impediría”.
Y hasta este 22 de octubre, eso es lo que realmente sucedió en los últimos 34 años. Los ex mandatarios Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa son un ejemplo de ello. Fueron elegidos presidentes constitucionales venciendo al peronismo, pero ninguno de los dos llegó a culminar su mandato, porque ambos tuvieron que renunciar antes de tiempo gracias a la oposición salvaje que llevaron a cabo el aparato político y sindical del peronismo, un partido que logró derrocarlos “democráticamente”.
“Macri y Vidal ganaron las elecciones porque ahora se sabe a ciencia cierta que el kirchnerismo resultó ser el gobierno más corrupto de la historia democrática argentina”
Ahora, en cambio, todo indica que el justicialismo (el otro nombre que utiliza el peronismo), esa fuerza arrasadora que hacía caer gobiernos de otro signo político, aunque fueran elegidos democráticamente, ya no tiene el poder de antaño. En estos tiempos, el peronismo real parece ser una sombra de lo que era, una brisa primaveral que no mueve el amperímetro del gobierno actual. Dejó de ser lo que era.
El pueblo dijo basta
Esto se debe a que gran parte de la ciudadanía del país dijo “basta”. No queremos más de lo mismo. Ya fue suficiente.
Los argentinos, a través de sus votos, se manifestaron claramente: ya no quieren seguir soportando gobiernos ineptos que no hicieron nada bueno para el país. Al contrario, lo perjudicaron. Desde comienzos de los años noventa, lo único que demostraron es su sed de poder para actuar corruptamente. Si bien en todo el mundo hay corrupción, lo que caracteriza a la corrupción peronista es que con el tiempo se transformó, alcanzando cotas impensadas. Llegó a ser tan generalizada y masiva que un partido político que en sus años fundacionales llevó justicia social a los más pobres, derivó en un engendro mafioso que terminó convirtiéndose en generador de pobreza, sueños incumplidos y desesperanza. El peronismo como partido político terminó encabezado por dirigentes despiadados, ladrones de guante blanco, que obtuvieron y mantuvieron el poder merced al clientelismo, a través de punteros políticos. Estos últimos, caciques barriales parasitarios que decidían la vida y el destino de millones de personas en estado de extrema marginalidad y vulnerabilidad, obtenían los votos de los más pobres a través de míseras prebendas como zapatillas, colchones o bolsones de comida.
En las últimas décadas, el peronismo se convirtió en una banda mafiosa, en una fábrica de hacer pobres.
La fórmula de Cambiemos
El gobierno de Mauricio Macri a nivel nacional y María Eugenia Vidal al frente de la provincia de Buenos Aires (la más importante de la Argentina) derrotaron al kirchnerismo y al peronismo tradicional de la forma más efectiva: combatiendo a las mafias policiales, delictivas y sindicales enquistadas durante décadas.
Por otra parte, han comenzado a utilizar los recursos multimillonarios de la obra pública como corresponde, realizando obras que desde hace décadas se anunciaban pero que nunca se materializaban. Macri y Vidal ganaron las elecciones porque ahora se sabe a ciencia cierta que el kirchnerismo resultó ser el gobierno más corrupto de la historia democrática argentina, superando, incluso, al menemismo. Lo que es mucho decir.
Durante los últimos doce años de gobiernos kirchneristas, un sinfín de malhechores, ladrones, inescrupulosos y asesinos ocuparon los más importantes cargos públicos, particularmente aquellos sitios donde estaban las “cajas” más importantes. En la Argentina se denomina “caja” a toda aquella repartición pública o ente estatal (sea nacional, provincial o municipal) que cuenta con dinero para invertir. De allí que cuando asumieron los kirchneristas, los popes con más poder se abalanzaron, literalmente, sobre todas las “cajas” para robar, rapiñar, y saquear.
De Vido en Ezeiza
El máximo ejemplo de esta depredación feroz fue el Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios de la Nación Argentina a cargo del arquitecto Julio De Vido, quien lo manejó con mano de hierro durante doce años. Allí se robaron miles de millones de dólares destinados a la obra pública, viviendas y energía. Miles de millones de dólares que debían destinarse al bienestar de la población terminaron en sus cuentas bancarias o en bienes materiales personales. Ese no fue un ejemplo aislado, ya que también la Aduana, el Ministerio de Salud e incontables organismos de todo tipo fueron coto de caza para esta banda de ladrones. Hasta el Instituto de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) resultó ser un foco de extrema corrupción.
Antes de las elecciones, se sabía que si ganaba el gobierno de Macri aumentarían los combustibles, el gas, la luz y los impuestos, que se propiciaría una reforma laboral extrema, que continuaría la inflación, que habría un fuerte ajuste del déficit, que no habrá una mejor calidad de vida económica en un futuro inmediato... A pesar de ello la mayoría de la población le confió el voto al actual presidente y a la gobernadora Vidal. ¿Por qué?
No hay una única respuesta para ello. Pero seguramente tiene mucho que ver con que los anteriores vicepresidentes, Daniel Scioli y Amado Boudou están procesados, que casi todos los ex funcionarios que trabajaban con De Vido están presos por casos de corrupción, que el mismo otrora poderoso ex ministro acaba de entrar a la Cárcel de Ezeiza mientras redactamos esta nota.
“Las mafias y la corrupción peronista/menemista/kirchnerista no solo causaron pobreza y marginalidad, también provocaron innumerables muertes”
Bill Clinton llegó a ser presidente estadounidense diciendo “Es la economía, estúpido”. El peronismo perdió su poder porque los políticos más importantes de Cambiemos dijeron “Es la corrupción, estúpidos”. Porque las mafias y la corrupción peronista-menemista -kirchnerista no solo causaron pobreza y marginalidad, también provocaron innumerables muertes. Muertes en accidentes ferroviarios (como el de la estación Once) y viales (por caminos que costaron millones de dólares y nunca se hicieron). Pero quizás la gota que rebalsó el vaso y originó el voto castigo al kirchnerismo/peronismo que cambió la historia de la Argentina fue la extrema connivencia entre la policía y los grandes carteles de drogas. Porque la droga mata.
Ningún argentino medianamente informado se ilusiona demasiado con lo que pasará en el futuro inmediato. No será nada fácil desde el punto de vista económico. Lo único que espera la población es que todos los corruptos, del último gobierno anterior o del actual, paguen por sus fechorías. Porque es la única receta para que, de aquí en más, la Argentina empiece a funcionar como un país normal.
Algo que nos merecemos todos. ¤