Cuando se cruzaron los caminos de Butch Cassidy, los emperadores incas y Mauricio Macri
El domingo 13 de agosto de 2017 se celebraron elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias en la República Argentina, conocidas coloquialmente como PASO.
Las elecciones primarias son, en teoría, el método de selección de candidaturas para cargos públicos electivos federales en las elecciones del próximo domingo 22 de octubre, cuando se elegirán 24 senadores nacionales y 127 diputados nacionales. Los candidatos habilitados para esa elección crucial tienen que haber sido elegidos mayoritariamente dentro de su partido o alianza en las PASO, y a su vez haber obtenido un apoyo mínimo equivalente al 1,5% de los votos válidos en cada distrito donde se presentaron.
El espíritu original de este sistema electoral estaba destinado a que, dentro de cada partido o alianza, se eligiera un candidato de entre todos los que competían entre sí. Como, por ejemplo, cuando Donald Trump ganó las primarias del Partido Republicano sobre sus rivales John Kasich y Ted Cruz.
Pero las PASO del mes pasado resultaron ser un fiasco, una completa burla a la sociedad en los distritos más numerosos, además de una pérdida de tiempo y de recursos, porque los partidos más importantes presentaron lista única, de tal forma que los electores solo pudieron votar a un único candidato que no tenía competidores.
“En un giro inesperado del destino, unas elecciones internas, sin ninguna importancia real, derivaron en una especie de referéndum de la gestión presidencial actual”
Lo curioso es la trascendencia que adquirieron estas elecciones insignificantes, ya que si bien no se elegía nada importante, todo el país y los inversores extranjeros estaban pendientes de lo que sucedía. Algo bastante difícil de comprender y de explicar, porque después de todo, solo se confirmaban candidatos únicos, que eran ganadores de antemano, en elecciones internas de los partidos, sin que los votos decidieran algún cargo electivo al Congreso de la Nación.
Entonces, ¿cómo se explica tanto interés en elecciones donde en realidad no se votaba nada?
La respuesta es simplemente política, de percepción, de sensaciones. Como cada voto estaba destinado a un único candidato por partido, entonces la sumatoria de los votos de cada elegido se comparaba con los votos obtenidos por los candidatos de otros partidos. Y en esa comparación se ponía en juego el poder real del gobierno del presidente Mauricio Macri, especialmente porque la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner se presentó a las PASO como aspirante a una banca a senadora nacional por la Provincia de Buenos Aires, compitiendo indirectamente con el candidato del gobierno nacional, Esteban Bullrich, el ex ministro de Educación de la Nación.
Las elecciones internas de partidos políticos derivaron en una especie de testeo sobre la gestión del gobierno nacional. Si ganaba Cristina Kirchner daba la impresión que los ciudadanos validaban su gestión y a la vez repudiaban a Macri. Por eso resultaron tan importantes.
En un giro inesperado del destino, unas elecciones internas, sin ninguna importancia real, derivaron en una especie de referéndum de la gestión presidencial actual.
Llegada la noche del escrutinio provisorio, todo el país estaba pendiente del resultado en la Provincia de Buenos Aires. Y es entonces cuando ingresó en esta trama Butch Cassidy.
Las PASO y Butch Cassidy and the Sundance Kid
“Butch Cassidy and the Sundance Kid”, película de 1969, fue dirigida por George Roy Hill y protagonizada por Paul Newman y Robert Redford. Este último, gracias a ese papel, se convirtió en estrella de Hollywood.
¿Cómo se emparentan el escrutinio de las PASO con esa película? Sencillamente porque ambas terminaron de la misma forma: con un fotograma congelado. En el film, Redford y Newman salen disparando frente a decenas de policias bolivianos que los rodean. Los dos héroes bandidos terminan muertos, pero eso no se ve, ya que la imagen queda congelada. De allí pasan a los títulos finales y los espectadores salen contentos porque no ven morir a dos personajes tan simpáticos, aunque todos saben que mueren.
La noche del domingo 13 de agosto sucedió algo similar. Imprevistamente se interrumpió el conteo de los votos y la elección quedó congelada. En el preciso momento en que el candidato oficialista, Bullrich, aventajaba por unos pocos miles de votos a Cristina Fernandez de Kichner, la junta electoral congeló la imagen, digamos. Exactamente como en la película y justo cuando se veía que la ex presidenta acortaba la diferencia.
De haberse continuado con el conteo, el destino del país seguramente podría haber sido otro.
La estrategia de los incas
Ahora es el turno de los emperadores incas. El gran imperio incaico tuvo su apogeo en la zona andina de América del Sur entre los siglos XV y XVI, abarcando cerca de 2 millones de kilómetros cuadrados entre el océano Pacífico y la selva amazónica, y desde Colombia en el norte hasta Chile y la Argentina por el sur.
En su conquista de territorios, los incas muchas veces debían librar batallas sangrientas contra los enemigos de turno. Pero no peleaban contra todos los pueblos que conquistaban. Muchas veces, solo combatían con algunos. De acuerdo a las fuentes históricas, los emperadores y generales incas descubrieron que “cantar victoria” antes de tiempo les garantizaba el éxito, porque mientras los incas peleaban contra un determinado enemigo, miles de otros indios de otros pueblos observaban la pelea desde los cerros como espectadores aparentemente “neutrales”, aunque en verdad no lo eran. Se quedaban mirando las batallas astutamente y a último momento intervenían peleando del lado que aparecía como vencedor. Sencillamente, apostaban al ganador.
Los incas descubrieron que les bastaba gritar que estaban ganando para recibir el apoyo de esos miles de combatientes “neutrales” que observaban expectantes, y desde entonces siempre usaron esa táctica. En el momento álgido del combate, se autoproclamaban ganadores y, efectivamente, al final lo eran.
A últimas horas del domingo 13 de agosto, el partido gobernante, con el presidente Mauricio Macri a la cabeza, se autoproclamó ganador. El lunes 14, los mercados, inversores y las fuerzas económicas del país lo dieron por válido y no hubo sobresaltos. La cotización del dólar bajó y todos consideraron que el oficialismo había ganado, que la ciudadanía no quería volver al pasado y apoyaba el rumbo impuesto por el presidente. Al mejor estilo incaico.
Las elecciones del 22 octubre son las definitorias. Todo lo demás ya es historia. ¤