Una joven india se transformó en un árbol
Al contrario de lo que se puede suponer por su nombre, el hombre criado en la selva cree que el palo borracho representa el cuerpo de una mujer cuyo cuerpo se fue formando en tres períodos de vida: la juventud, en la que el árbol muestra su tronco con la esbeltez; el de la plenitud, en el que el mismo muestra las formas de la mujer en su vigor espiritual y físico, y la vejez, en la que el árbol muestra las formas maduras de la matrona, reposada.
Por esto a este extraño árbol, con forma de botella, ciertas tribus de la zona del río Pilcomayo, lo llaman “Mujer” o “Madre pegada a la tierra”.
La leyenda cuenta que en una antigua tribu de la selva, vivía una joven muy bonita, a la cual codiciaban todos los hombres. Pero ella sólo amaba a un gran guerrero, y se enamoraron profundamente.
Cierto día, la tribu entró en guerra. Él partió a la contienda y ella quedó sola prometiéndole amor eterno. Pasó mucho tiempo y los guerreros no volvían. Sólo mucho tiempo después, se supo que ya no lo harían.
Perdido su amor, la joven cerró todo sentimiento, pues la herida abierta en su corazón ya no podría sanar. Se negó a todo pretendiente. Una tarde se internó en la selva, entristecida, para dejarse morir, y así la encontraron unos cazadores que andaban por allí, muerta en medio de unos yuyales. Al querer alzarla para llevar el cuerpo al pueblo, notaron, asombrados, que de sus brazos comenzaron a crecer ramas y que su cabeza se doblaba hacia el tronco. De sus dedos florecieron flores blancas. Los indios salieron aterrados hacia la aldea.
Unos días después, se internaron los cazadores y un grupo de hombres que se les unió para llegar al interior de la selva, y encontraron a la joven, que nada tenía de muchacha, sino que era un robusto árbol cuyas flores blancas se habían tornado rosas. Comentan que esas flores blancas lo eran por las lágrimas de la india derramadas por la partida de su amado, y que se tornaban rosas al mezclarse con la sangre derramada por el valiente guerrero.¤