En nuestra Argentina de las paradojas, muchos detalles que hacen a los grandes hechos políticos y sociales son por lo general pasados por alto; es que “estamos curados de espanto”, dicen las señoras en la calle. Pocas cosas nos sorprenden tanto como para detenernos a analizarlas. Sin embargo, de vez en cuando vale la pena hacerlo, porque es posible que en los pequeños detalles hallemos las grandes soluciones.
No muchas veces tanto como ahora un conflicto generó tantas paradojas como el suscitado entre “la gente del campo” y el Gobierno. Veamos: los cortes de ruta fueron el instrumento de protesta de los sectores más desposeídos del país; cuando los “piqueteros” llegaron a la ciudad, ahí empezaron a molestar y buena parte de la burguesía local comenzó a pedir mano dura. Este año, sin embargo, los que cortaron las rutas fueron los agricultores, a decir de la Presidenta Kirchner, “los grandes favorecidos” de una economía centrada en la exportación sojera. Los piqueteros modelo 2008 son gente que tiene estancias y depósitos en el exterior, y algunos que hacían piquetes antes -D'elía, el caso más conspicuo- hoy agarran los palos para disolverlos.
Algunas paradojas, la verdad, se ubican al filo de la comicidad: los incendios de los campos en la zona del delta del Paraná llevaron el humo hasta el otro lado del Río de la Plata. El gobierno de Uruguay, como no podía ser de otra manera, aprovechó para declarar que la “Argentina contamina más que todas las pasteras juntas”. Lo irónico es que uno de los primeros detenidos por iniciar los incendios es un ciudadano uruguayo. Por supuesto, la queja del gobierno de Tabaré no pierde por esto su validez, ya que este hombre es uno de los tantos responsables, pero... ¡que inoportuno!
En definitiva, hay que pensar si los piquetes están bien o están mal, más allá de quien los haga. O mejor aun, trabajar para solucionar los motivos que llevan a los piqueteros a “piquetear”, ya sea por falta de trabajo o por retenciones demasiado elevadas. Con respecto a los incendios, el Gobierno debería admitir que el grave daño ecológico que provocan los incendios tiene su raíz en la política de “sojización” que tanto favoreció a los números del gobierno K, como explica la gente de Greenpeace en la Entrevista de este mes, y en los arrendamientos a mansalva de campos no adecuados para la actividad ganadera. Parece ser que el ex-ministro de Economía, Martín Lousteau, así lo entendía. Y eso le costó la cabeza. ©