Con motivo de conmemorarse el 13er aniversario del atentado a la AMIA, importantes dirigentes de la comunidad judía internacional se hicieron presentes en Buenos Aires. El Suplemento mantuvo una entrevista exclusiva con Jack Terpins, presidente del Congreso Judío Latinoamericano (CJL) y con Saúl Gilvich, secretario de esa organización, quienes muy amablemente brindaron las siguientes declaraciones.
¿Cuál es el rol del Congreso Judío Latinoamericano (CJL)?
Nosotros, como cúpula latinoamericana, mantenemos una línea que es política pero no partidaria, en el sentido que defendemos la justicia, la democracia y la vida judía, que son todos factores políticos, porque la política es parte de la esencia humana. Sabemos que la política en el medio latinoamericano tiene una connotación negativa y que en realidad lo que tendría que tener una connotación negativa serían los “partidismos”, pero no la “política”. Los políticos son los representantes de la voz de los ciudadanos, a pesar de todas las deficiencias que posee el sistema político y el sistema democrático. Y para minorías como los judíos, para otras minorías o para los que realmente quieren vivir en un medio más o menos justo, la democracia es el único sistema conocido donde nos podemos desarrollar en igualdad de oportunidades.
Entonces es muy peligroso que la política tenga tan mala imagen en nuestra región...
Por supuesto, porque el deterioro de la figura del político tiende a deteriorar la democracia. Ese es un hecho del que nosotros tenemos que ser conscientes.
¿Piensan que algún día se sabrá la verdad sobre el atentado a la AMIA?
Cuanto más tiempo pasa, cada vez hay menos posibilidades de encontrar a los culpables. Este es el tercer año consecutivo que nosotros estamos aquí, en la Argentina, y siempre esperamos que el Gobierno termine con la investigación. No obstante, creemos que debe continuar la investigación. Lo más preocupante es que, con cada año que transcurre, notamos que hay menos interés público, y eso es gravísimo. Cuando Hitler propuso la “solución final”, sus asesores le aconsejaron que debía tener cuidado con la opinión pública mundial. Pero Hitler les contestó con una pregunta: ¿Quién se acuerda del holocausto armenio? Y eso nos tiene que dar una enseñanza. No puede ser que mundo acepte con impunidad un genocidio, que el mundo acepte con impunidad un crimen de tal magnitud, porque si lo permitimos ahora, en el futuro podrá surgir un nuevo Hitler diciendo ¿Quién se acuerda del atentado a la AMIA?
Es imprescindible recordar la historia de Hitler y sus discursos sobre la “solución final”, porque al principio, muchos lo tildaban de “loco” y como lo que proponía no entraba en un esquema lógico y en la conciencia de las personas, tampoco le dieron importancia.
La consecuencia de ese error de apreciación provocó la muerte de millones de personas a pesar de que fue anunciado públicamente y con años de anticipación.
Por supuesto, porque eso que parecía una “locura” se transformó en hechos. Por eso nosotros no vamos a cejar nuestra lucha hasta que se haga justicia más allá de todos los intereses involucrados. Por suerte encontramos que en estos momentos parece que hay un poco más de voluntad política para tratar de esclarecer el atentado a la AMIA. Pero el proceso de la investigación en estos últimos 13 años ha tenido muchos vaivenes que demuestran claramente que anteriormente no existía voluntad política para aclarar los hechos, fundamentalmente porque la Justicia no era tan independiente como soñábamos.
¿Cuáles son sus expectativas respecto a la identificación de los responsables?
Nuestra esperanza en la investigación del atentado a la AMIA es que los culpables queden claramente identificados. Y eso incluye que si los culpables no están al alcance de la Justicia argentina, porque pueden no estarlo, que por lo menos quede determinado quienes son. Al respecto, vale la pena recordar que la primera víctima del atentado fue el pueblo argentino, la comunidad argentina. La bomba atacó indiscriminadamente y mató a judíos y no judíos. El primer desembarco del terrorismo internacional en América Latina fue el atentado a la Embajada de Israel, y la no investigación dio una señal inequívoca de que Argentina era un campo fértil para el terrorismo internacional. La impunidad, la falta de controles y la falta de voluntad política para esclarecer ese primer atentado facilitaron el atentado a la AMIA. El pueblo argentino no debe olvidarse de que fue víctima del terrorismo internacional; que el 11 de septiembre y los últimos atentados en Londres no son cosas distintas.
En el edificio atacado funcionaba una organización esencialmente política (DAIA), otra dedicada por completo a la asistencia social (AMIA) y una entidad involucrada con las más variadas expresiones de la cultura judeoargentina (Fundación IWO – Instituto Judío de Investigaciones).
Sabemos que la colectividad judía de Argentina cree que si la senadora Cristina Kirchner gana las elecciones, Argentina tendrá una actitud mucho más firme ante el presidente venezolano Hugo Chávez, quien protagonizó fuertes encontronazos con Israel.
A comienzos de este año nosotros estuvimos en Caracas cuando la senadora participó de una invitación del Congreso Latinoamericano Judío que se reunió para conmemorar el 40 aniversario de la colectividad venezolana. En esa oportunidad, el discurso de Cristina Fernández de Kirchner fue reconfortante en dos sentidos: primero que lo dio en Venezuela y segundo porque lo hizo a pesar de que las autoridades venezolanas boicotearon el acto. Salvo la policía, no hubo ningún jerarca del gobierno en el acto; sólo estuvieron presentes el Canciller Taiana y casi todos los embajadores de Latinoamérica.
El discurso de la senadora fue algo muy valiente porque fue un discurso con una posición muy “militante” y no mediática, claramente orientado a la libertad, la tolerancia, la democracia y especialmente hacia la no persecución al distinto, reivindicando la vocación latinoamericana por la justicia y la tolerancia.
Una reflexión final
Hay pueblos que cometen errores y tienen la valentía de reconocerlos. En el Museo del Holocausto de los Estados Unidos está exhibida la nota que le envío el Congreso Judío Mundial al presidente estadounidense para que bombardease las vías férreas que conducían al campo de exterminio de Auschwitz. Si bien el gobierno norteamericano se negó y eso impidió que se salvasen cientos de miles de judíos, los estadounidenses demostraron una enorme capacidad para reconocer sus errores. Por eso permitieron que esa carta fuera exhibida en el Museo del Holocausto. Los países que dejan crímenes impunes y no los solucionan, evidentemente están dando un ejemplo equivocado a sus pueblos. Y eso termina, inevitablemente, jugando en su contra. ®