El Coleccionista de Autos

Gino. El Coleccionista de AutosLa historia de Giovanni Londi, un apasionado por los fierros antiguos

Dentro del imaginario popular, el coleccionismo de autos es visto como un hobby de millonarios. Esta no es una visión tan errada, ya que, es cierto, hoy casi todos los autos llamados “clásicos” cuestan una fortuna. Pero en los sesentas la realidad en Estados Unidos era algo distinta, a tal punto que Giovanni Londi, un excelente mecánico recién llegado de la Argentina, pudo iniciar una colección de autos, y la historia dice que veinte años después tenía una importante colección en la que sobresalían varios autos raros.
Todo venía bien hasta que llegó el día fatal: el 28 de marzo de 1988. A las 10 pm de ese día, un fuego que se originó en un cable terminó quemando gran parte de su propiedad, destruyendo 17 autos. Esto frenó un poco el coleccionismo de autos de Londi, que se dedicó a coleccionar bicicletas raras para olvidarse un poco del siniestro. Pero coleccionar autos sigue siendo una pasión, y cuando lo visitamos para esta nota nos dimos cuenta de que todavía tiene una colección importante.

¿Cuál es su historia en Argentina antes de venir a este país?
En realidad yo nací en Roma, Italia, pero teniendo un solo año de vida mis padres me llevaron a la Argentina. Estamos hablando del año 1937. Ya teníamos familia en Argentina, era cuestión de aprovechar esos antecedentes para radicarnos allí. Al principio vivimos por el centro de Buenos Aires, pero mi padre pudo comprar una casa en la localidad de Gerli, pegado a Lanús Oeste, y gran parte de mis años en Argentina transcurrieron por esa zona. 

¿Su relación especial con los autos comienza en la Argentina?
Por supuesto. Mi padre a los diez años ya me estaba llevando a las carreras, al Circuito de Palermo, a la Costanera, el Turismo Carretera. Pronto empecé a estudiar mecánica, me recibí de técnico automotriz en Lanús, en la Escuela Industrial Argentina, frente a la estación de trenes. Ya trabajaba de mecánico en la Argentina antes de migrar a los Estados Unidos en 1960.

¿Y qué situación encontró aquí en California?
Como todo inmigrante, primero tuve que aprender la lengua, que me resultó difícil, y tuve que aceptar distintos trabajos para sobrevivir. Mi problema al principio era la falta de herramientas, porque en Argentina estaba acostumbrado a que las herramientas te las facilitaba el taller, y aquí por esos años se esperaba que el mecánico tuviese sus propias herramientas. Pero a la gente le gustaba como trabajaba, y tres años después pude establecer mi propio taller. Me especializaba en autos extranjeros, de valor y raros, autos europeos y especiales, como Ferrari, Maserati, Rolls Royce. No era una clientela tan limitada como parece, por esos años una cantidad considerable de profesionales tenían esos autos. También me especialicé en la restauración de autos clásicos.

¿Cuándo empezó a coleccionar autos?
Empecé pocos años después de llegar. En esos momentos los clásicos no eran tan caros; en realidad, nada era tan caro en esos tiempos. Estados Unidos siempre tuvo un mercado muy fluido de compra-venta de autos, y como mecánico especializado en restauraciones, podía aprovechar ciertas oportunidades para comprar. A través de los años pude hacerme de una buena colección, que guardaba en mi propiedad.

Hasta que sufrió ese incendio...
Sí, en 1988 perdí 17 autos valiosos, entre ellos un Maserati 3500 GT y un Ferrari Lusso. Además de la pérdida, la Ciudad me obligó a modificar las estructuras de mi propiedad, dejándome con menos espacio para guardar autos. Fue un golpe fuerte que me hizo cambiar lo que venía haciendo. Empecé a coleccionar bicicletas, que se convirtieron en una pasión, y llegué a tener un montón.

Pero tengo entendido que todavía tiene muchos autos de colección…
Es cierto, los que sobrevivieron el incendio. Tengo entre otros un Ferrari 250EU de 1954, un Alfa Romeo Giulieta 1300 Spyder Veloce, de 1960, un Ford T coupé convertible, un Rolls-Royce de 1929, un Austin Mini y un Austin Mini Countryman, y mi favorito, un Ford 1940 TC. Pero más allá de la cantidad de autos que uno tiene, lo más satisfactorio para mí es haber conocido un montón de gente maravillosa relacionada con el tema, la parte social de esta actividad. Hoy estoy retirado, pero me invitan de distintas partes y sigo en contacto con amigos que me hice por todo el mundo, que por mi experiencia con los fierros siempre me consultan. ¤

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  • ¿Te acordás de... Tincho Zabala?

    Tincho ZabalaHizo reír a varias generaciones de argentinos en radio, cine, teatro y televisión. Artista vocacional, ganó numerosos premios por distintos trabajos. “Mi vida es muy simple: mi vocación se inició casi con mi nacimiento. Mi padre era Martín Zabalúa, el creador de ‘Los Pérez García’; mi abuelo paterno era concertista de violín y mi hermano Julio Durán también lo fue. Todo eso influyó para que yo me hiciera actor”, afirmaba Tincho, nacido el 4 de febrero de 1923 en Montevideo, Uruguay y nacionalizado argentino en 1976. Con casi 60 años de trayectoria artística, Martín Pedro Zabalúa Marramoti, más conocido como Tincho Zabala, ganó el Cóndor de Plata por su actuación en el filme “No te mueras sin decirme a dónde vas”, de Eliseo Subiela, y participó en otras películas, como “Los chantas”, de José Martínez Suárez.
    El radioteatro marcó en 1937 el debut artístico de Zabala en Radio Cultura, cuando tenía 14 años. Con el tiempo, Zabala fue afirmando su pasión por el teatro, donde interpretó clásicos de la comedia como Goldoni o Moliére. En 1951 cultivó junto a Blanquita Amaro el género revisteril, y a lo largo de su carrera tuvo grandes maestros como Luis Sandrini y Miguel Coronato Paz. Su padre, Armando Discépolo, y Milagros de la Vega fueron su guía en el teatro serio. “Cuando le confesé a mi padre que quería ser artista fue una de las pocas veces que lo vi realmente enojado. Me miró fijo y dijo con toda seriedad: ¡Qué ganas tenés de andar descalzo!”
    Tras su comienzo radial, con los años se afirmó la pasión de Zabala por la escena, donde hizo clásicos de la comedia o el “Sueño de una noche de verano” de Shakespeare, entre muchas obras, incluidas “La pícara valenciana” o “Divorcio Compartido”, de Zuhair Jury. Para el actor, Totó fue el modelo de cómico a seguir. Su admiración por el actor de “Pajarracos y pajaritos” y “Los desconocidos de siempre” tenía argumentos: “Totó -explicó- tenía poder de síntesis, y su cara reflejaba una ingenuidad maliciosa. Decía todo con esa mirada tan rara y llegaba al alma del público con la conmoción de la risa, que es un arte sin tiempo”.
    “Pienso que el público es un monstruo de mil cabezas, y salvo circunstancias muy excepcionales, siempre ríe por lo mismo. Los espectadores rusos disfrutaron a carcajadas el trabajo de Olinda Bozán en ‘Las locas’, sin entender el idioma”, reivindicaba. De sus trabajos televisivos, se destacó su participación a finales de los años ‘70 en el exitoso ciclo “Los hijos de López”, donde actuaba con Alberto Martín, y su última participación fue en la telenovela “Verano del ‘98”, en la que interpretaba al abuelo de una de las protagonistas. Tincho Zabala era hincha fanático de Boca Juniors, por lo que no era extraño verlo con la azul y oro del cuadro xeneixe puesta en algunas presentaciones televisivas.
    En su carrera obtuvo varios premios y reconocimientos por sus diferentes labores actorales. Ganó un premio Konex en 1981 (el año dedicado a los espectáculos), otro otorgado por sus colegas de la Asociación Argentina de Actores en 1992 y también la Cruz de Malta, con la que fue condecorado en 1993. También fue distinguido en tres oportunidades (1962, 1971 y 1991) con el premio Martín Fierro, por diferentes performances televisivas. En el área cinematográfica, ganó, como dijimos, en 1995 el premio Cóndor de Plata por su actuación en el film “No te mueras sin decirme a dónde vas”.
    A fines de 1980 había sido operado del corazón y en noviembre del 2000 se le puso un bypass en la pierna. Tiempo después debió ser atendido quirúrgicamente por una infección hospitalaria, de la que falleció el 23 de febrero de 2001 en Buenos Aires, cuando tenía 78 años.©

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