Parece mentira que después de 21 años del atentado a la AMIA, se utilice esta tragedia para cualquier propósito, pero en ningún caso para su esclarecimiento. A esta altura hasta parece difícil imaginar que alguien vaya preso.
El 6 de agosto comenzará el juicio que se supone terminará a fin del 2016. Después de 21 años, ni siquiera se comenzó una investigación profunda; a pesar de tantas manipulaciones políticas, nada ha cambiado.
Ni los jueces ni el fiscal se fundamentaron en el reconocimiento de la responsabilidad que el Estado Nacional hizo por su papel de “encubridor agravado”, con lo cual la plana mayor de los Poderes Ejecutivo, Judicial y de las fuerzas de inteligencia y seguridad de entonces será juzgada por delitos individuales y no como parte de un plan de encubrimiento articulado bajo el amparo y la estructura del aparato del Estado.
El 17 de julio último se recordó el atentado en tres actos; la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), la AMIA y Familiares de Víctimas protagonizaron el acto central frente a la sede de Pasteur 633. El acto realizado por Memoria Activa fue frente a Tribunales y la Asociación 18J-Sobrevivientes, Familiares y Amigos de las Víctimas del Atentado a la AMIA se reunió en Plaza de Mayo.
En los discursos se impusieron las críticas y la bronca por la impunidad, se cuestionó el memorándum de entendimiento con Irán, se pidió compromiso con la causa AMIA a los candidatos presidenciales y que expresen un compromiso público para esclarecer el atentado y por último, pero no menos importante, el esclarecimiento de la muerte del fiscal Alberto Nisman.
Hasta hubo una “Antimarcha” organizada por el artista argentino Mookie Tenembaum. La misma buscó simbolizar artísticamente el retroceso permanente en la búsqueda de la verdad. En ella, un grupo de personas marchó hacia atrás desde el Palacio de Tribunales de Buenos Aires en dirección a la sede de la mutual judía AMIA, para reclamar justicia por el atentado contra la entidad, que dejó 85 muertos en 1994. El grupo estaba conformado por 85 jóvenes, uno por cada fallecido en la explosión de la bomba contra la mutual.
Por otro lado, la estación de subte Pasteur cambiará su nombre por Pasteur – AMIA. En conmemoración a las víctimas, la estación fue convertida en un espacio para la memoria, proyecto encarado por el Espacio de arte AMIA. Todo aquel que espere o descienda del tren en esa estación podrá reflexionar con el humor de veinticuatro humoristas gráficos del nivel de Sendra, Sábat, Maitena, Liniers, Rep, Fontanarrosa y Langer, entre otros. ¤