La Entrevista del Mes: Adolfo Perez Esquivel

“La Violencia es un problema cultural”

Adolfo Perez EsquivelEs un tanto incómodo tener que presentar a un Premio Nobel de la Paz argentino. Da pena reconocer que menos palabras se necesitarían en esta introducción si el entrevistado fuera Gerardo Sofovich o Susana Giménez, porque la vida y obra de estos personajes es seguramente muy bien conocida por casi todos. Pero así están las cosas, así que aquí vamos. Habrá que decir entonces que Adolfo Pérez Esquivel nació en Buenos Aires, un 26 de noviembre de 1931; estudió arquitectura, se dedicó a esculpir, fue maestro de escuela primaria y secundaria y profesor universitario.
Recién despuntaba la violenta década del ’70 cuando comenzó a trabajar en el campo del pacifismo y los derechos humanos; un par de años más tarde fundó el Movimiento Ecuménico Paz y Justicia y luego fue uno de los creadores de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos.
Ya con la dictadura militar en el poder, en 1977 fue apresado por la Policía Federal, sin que en ningún momento se le presentasen cargos. Durante los 14 meses en los que permaneció preso, sufrió torturas y se despertó muchas veces con la sospecha de que ese día podría ser su último. Privado de su libertad recibió el Premio Internacional de la Paz Juan XXIII.
Dicen que “las condecoraciones pinchan”; sin embargo, el Juan XXIII y sobre todo el Premio Nobel de la Paz que le fue otorgado en 1980 transformaron a este militante por los derechos humanos y el pacifismo en una figura pública a nivel mundial. A partir de allí, continuó su trabajo como si nada hubiese pasado, pero la repercusión del mismo se multiplicó, tanto en nuestro país como en el exterior. Pérez Esquivel se volvió una espina en el costado del aún vigoroso cuerpo del gobierno militar.
Influenciado por algunos de los más prominentes teólogos y religiosos cristianos tercermundistas, su labor fue desde entonces organizar la resistencia a la injusticia social y a la violencia que ésta trae aparejada, trabajando muchas veces desde la vereda de enfrente a la de la cúpula de la Iglesia Católica Argentina, cuya jerarquía se mostraba pasiva –cuando no abiertamente cómplice- frente a los crímenes de la dictadura.
Hoy, como hace 30 años, se lo encontrará ocupadísimo en las oficinas del Servicio Paz y Justicia (Serpaj) trabajando por el respeto a los derechos humanos (incluyendo los derechos económicos y sociales), por el derecho a la tierra y al trabajo, y para que los pobres no sean vistos como “objetos de la caridad, como individuos aislados, sino como productos de un sistema de estructuras de injusticias que produce marginalización, miseria y hambre en nuestros pueblos”.

Adolfo Perez EsquivelEn su discurso de aceptación del Nobel proponía “abolir la injusticia a través de la lucha no violenta” y crear una sociedad “más justa y humana para todos”. 27 años después ¿Cree que se han dado pasos concretos para lograrlo?
Sí, creo que hemos avanzado en muchas cosas, no sólo en la Argentina sino también en toda América Latina, a través de la resistencia civil y de la organización social. Creo que eso es positivo. Toda la lucha de las organizaciones de derechos humanos fue una resistencia no-violenta, como la que llevaron a cabo Martin Luther King, Mahatma Gandhi, César Chávez... Nosotros no hemos respondido a la violencia con más violencia, sino a través de la resistencia y de la solidaridad. En ese sentido hemos avanzado; lo que pasa es que después todo esto hay que traducirlo en los cambios sociales que nuestros pueblos necesitan...
Y por ahora nada de eso se ha dado...
No, claro, pero tenemos el caso de Bolivia, por ejemplo, en donde un indígena, como Evo Morales, asumió la presidencia de la República, no a través de una revolución armada sino a través de una acción social no-violenta. De esa misma manera, podemos ver cómo en diferentes países, la resistencia popular impulsa los cambios sociales y culturales, y el fortalecimiento de los procesos democráticos.
Leía su discurso de diciembre de 1980, y me preguntaba, si tuviera que pronunciar hoy ese discurso frente a los miembros del Comité del Premio Nobel de la Paz ¿se enfocaría en lo mismo? ¿En qué sería distinto a aquel?
Hay una dinámica de permanente transformación en todo el mundo; no es lo mismo la realidad que vivíamos en aquel momento bajo una dictadura militar -yo recién salía de prisión- que la situación actual. Entonces en este momento apuntaría, cosa que también menciono en aquel discurso, al problema de las tierras que están malvendiendo de una manera infame a empresas extranjeras, a la destrucción del medio ambiente, al aumento de la pobreza y la exclusión social, y a la falta de recursos para la salud, la educación y para el desarrollo de nuestro país. No basta con que saquemos a una dictadura militar. El asunto es ver cómo construimos una sociedad distinta, una sociedad más justa y más humana para todos. ¿Con qué derecho se les quita la tierra a los indígenas para vendérsela a empresas trasnacionales? Por otro lado, la situación internacional también cambió. Antes estaba la guerra fría entre la Unión Soviética y Estados Unidos, y hoy tenemos el conflicto en Medio Oriente. Hoy Estados Unidos es un país invasor; dejó de lado todos los acuerdos y protocolos internacionales, y hoy viola sistemáticamente los derechos humanos. Entonces ¿qué hacemos? ¿Nos callamos porque son una gran potencia o los denunciamos por la aplicación del terrorismo de estado?
En 1997, junto a otros Premio Nobel de la Paz, le solicitó a los países miembros de la ONU que aprobaran una solicitud para que la primera década de este milenio sea declarada como Década de una Cultura de No Violencia. Recién pasamos la primera mitad y tenemos el genocidio en Irak agravándose cada día, ciudades como las brasileñas de San Pablo y Río inmersas en una violencia sin precedentes, atentados terroristas en Estados Unidos y Europa... ¿Por qué primó la violencia por sobre la paz?
Mirá, creo que hay una gran tensión y no hay políticas sociales para poder contener todo esto. Hay un aumento del hambre, de la exclusión, hay generaciones a las que no sólo le robaron los recursos sino que también le robaron la esperanza. Entonces recurren a cualquier medio para sobrevivir. ¿Qué se hace frente a esto? ¿Se aumenta la represión o se instalan políticas sociales para poder cambiar esto? Nosotros trabajamos mucho con los mal llamados “chicos de la calle” (porque ningún chico quiere vivir en la calle), quienes están sufriendo el rechazo de la sociedad. ¿Cómo creés que va a crecer ese chico? Ese chico va a tratar de sobrevivir de cualquier manera, y por ahí el modo que elige no es bueno. Ahora, en lugar de condenarlos como delincuentes ¿por qué no se los atiende como víctimas de una sociedad injusta? Este es el cambio que hay que lograr. Hay una cultura de la violencia, y lo que nosotros le propusimos a las Naciones Unidas fue una cultura de la paz. Y muchos países que firmaron esos acuerdos con las Naciones Unidas, no los aplican en sus propias escuelas o en la formación de los docentes. También hay que apuntar a la formación de las familias, porque hoy la familia no es lo mismo que era hace 30 años, esto también ha cambiado. El mundo viene cambiando y lamentablemente cada día se ve más violencia...


¿Quiénes fueron los líderes espirituales que le marcaron el camino?
Sé que Gandhi fue uno de ellos...
Bueno, yo he seguido las enseñanzas de Lanza del Vasto, que fue discípulo de Mahatma Gandhi, Jean Goss (militante católico por la no-violencia), el obispo Elder Cámara, el cardenal Pablo Evaristo Arns (arzobispo de San Pablo)... un montón de gente de quien he tomado ideales y formas de trabajo para poder superar esta situación que tenemos y darle, fundamentalmente, un contenido de vida.


Lo noto un poco desesperanzado en esto...
No, porque también hay una gran resistencia por parte de gente que no quiere saber nada con la violencia y busca otro tipo de respuesta cultural, porque esto es un problema cultural.
Con esta ONU tan carente de autoridad, con algunas potencias europeas y sus grandes corporaciones multinacionales prendidas del negocio de la guerra... ¿Quién puede frenar esta demencia belicista que impulsa el presidente Bush? ¿Cómo hacer para que en la política exterior de la principal potencia militar del planeta prevalezca la diplomacia por sobre las bombas y el exterminio?
Se viene haciendo un trabajo para lograr cambios dentro de las Naciones Unidas, para democratizarlas. No puede ser que cinco países mantengan el derecho de veto. La ONU hoy no es una estructura democrática. Todas las sanciones de las Naciones Unidas para sancionar a Israel, Estados Unidos las veta. El Consejo de seguridad está en manos de esas cinco potencias. ¿Qué pasa con China y su invasión al Tibet? ¿Qué pasa con Gran Bretaña y sus tropas en Irak y Afganistán? ¿Cuál es el derecho de los pueblos? Fijate que la Declaración Universal de los Derechos Humanos comienza diciendo: “Nosotros, los pueblos del mundo...” ¿Adónde están los pueblos del mundo en las Naciones Unidas? La ONU tiene cosas maravillosas, pero hay que democratizarla, hay que fortalecerla, hay que darle instrumentos para que deje de ser deliberativa y pase a ser ejecutiva, porque lamentablemente no lo es, y por eso la situación mundial está como está.
Para entender la “crisis argentina”, la crisis de un país rico en recursos pero siempre al borde de la desintegración, con buena parte de su población viviendo en condiciones de pobreza, hay que remontarse a los orígenes y pensar por qué pasó lo que pasó. Me imagino que usted ha meditado mucho sobre esto y me gustaría saber cuál es su impresión.
Es una pregunta muy amplia. Hay que comenzar con que durante la dictadura militar se destruyó la capacidad productiva del país, y en esto tuvo mucho que ver el éxodo de la gente pensante de la Argentina: profesionales, artistas, escritores, etc. El exilio argentino no fue sólo un exilio político, sino también económico. La capacidad productiva del país quedó en manos de un grupo privilegiado que trató de enriquecerse con todo esto, dejándonos una deuda externa inmoral e injusta, que estaremos pagando por varias generaciones. Cuando llegaron los gobiernos constitucionales, esto siguió. Alfonsín intentó cambiar algo, pero se encontró con muchas presiones. Después llegó Menem, cuya idea fue seguir con el mismo modelo de la dictadura y comenzó a privatizar todo: Aerolíneas, petróleo, agua, ferrocarriles... Malvendió todas las empresas nacionales. Después vino el gran saqueo económico del 2001... Y ¿vos sabés que de todo el saqueo no hay un solo preso?
Por lo que me ha dicho, usted considera que esa política de saqueo se ha encarrilado hoy por el lado de las tierras y los recursos naturales...
¡Sí, claro! En el 2001, los bancos saquearon el país, y ahora se está saqueando el territorio. El modelo, hasta el día de hoy, tiene continuidad. Esos señores feudales de las provincias, que son los gobernadores, están haciendo grandes negocios, y por eso quieren la reelección. Son mafias enquistadas en nuestro país. Ahora, a falta de políticas nacionales: ¿Cómo se hace para combatir esto? Esa es la gran dificultad argentina. El nuestro es un país riquísimo, pero faltan políticas nacionales. ¡Hay empresas canadienses y europeas que están vendiendo tierras en Argentina! ¿Cómo puede ser que en Argentina una empresa como Benetton sea dueña de un millón de hectáreas? ¿Cómo puede ser que se estén vendiendo tierras por una superficie que es dos veces el tamaño de Italia? ¿Te das cuenta la irracionalidad de todo esto? Y uno trata de sacar esto a la luz, pero los medios no te publican estas cosas. Yo sigo censurado en la Argentina; me muevo gracias a las relaciones con gente que como vos me llama de otros países, como Estados Unidos, Japón, España, Europa en general... pero en Argentina no me publican las cosas. Ojo que yo no me quejo, porque he asumido un compromiso y tengo plena conciencia de cuáles son los costos, pero te pongo esto como un ejemplo.
Dentro del cúmulo de situaciones que atentan contra los derechos humanos, está el de la llamada “inseguridad”, sobre todo en la provincia y ciudad de Buenos Aires. Y se lo menciono porque este es un tema de los que más le preocupan a buena parte de la población y muy particularmente a los argentinos que residen en el exterior. ¿Cómo cree que debería ser la estrategia para combatir delitos tan frecuentes y graves como los robos, secuestros y asesinatos?
Mirá, yo soy Presidente de la Comisión Provincial por la Memoria de Buenos Aires, un ente de la provincia creado por el parlamento provincial, pero autónomo. Del año 2000 al 2005 tuvimos más de 4500 casos de torturas en cárceles y comisarías. Y una de las cosas en las que se viene avanzando es en la reforma policial, porque en muchos de los delitos está implicada la policía. Por otro lado hay que fortalecer el Poder Judicial. Ahora, han proliferado de manera alarmante las policías privadas, grupos u organizaciones que dependen de un comisario o de un militar o de determinados sectores emparentados con la seguridad...


Fragmentos de la carta de Adolfo Pérez Esquivel al presidente de los Estados Unidos,
George W. Bush
“The people are not taken in by the lies and disinformation campaigns the accomplice mass media of communications uses as psychological weapon, showing Northamerican and British soldiers in charitable acts, giving away candy to Iraqi children, after having massacred their families and bombarded the population. How will you try to justify your crimes, those you call, "collateral damages"? How will you explain to the world that you want to destroy the United Nations and refuse to acknowledge international law, seeking to apply your policies of domination, without concern for human suffering or for the destruction of other countries, using State terrorism?”
“Perversion has no boundaries; but you say to pray to God and you believe you are predestined for humanity. Hitler had the same thoughts when he unleashed his madness and wanted to dominate the world. The God of Life will call you on account for your own crimes. You are guilty of crimes against humanity and you will be judged for the many deaths and suffering against the people of Iraq and other peoples of the world”.


Seguridad para quien la pueda pagar...
Claro, para la gente que la paga. Entonces, es como una policía paralela, y la policía del gobierno, la que debería estar al servicio del pueblo hay que cambiarla, darle infraestructura, educación, formación... Si yo te hablo de mecanismos de torturas como golpes y hasta el uso de la picana eléctrica, tanto en comisarías como cárceles, te das cuenta que la mentalidad no ha cambiado dentro de las fuerzas de seguridad. La tortura no es hoy una política de gobierno, como lo fue durante la dictadura, pero siguen las prácticas. Nosotros hicimos un acuerdo con el gobierno de Holanda y la policía holandesa y ya estamos trabajando con nuestra policía haciendo intercambios en este sentido. También estamos tratando de hacer cursos con las Fuerzas Armadas, sobre todo con la Marina, que ha sido una de las más duras. Ese me parece que es un camino de cambio que por ahí no se va a conseguir de manera inmediata, pero sí podemos avanzar en un sistema de seguridad pleno, porque no sólo se limita a asesinatos, asaltos, etc.
Hace un par de meses hablábamos con uno de los impulsores de la “mano dura”, el ingeniero Blumberg –con quien no coincidimos en la mayoría de las cosas- y cuyas propuestas usted ha calificado como “criminalización de la pobreza”.
Claro, es que para nosotros, tener seguridad es también que no se nos mueran de hambre los niños, que no falte trabajo en ningún hogar obrero, y que todos tengan acceso a un trabajo digno. Cuando hablamos de seguridad tenemos que tomarlo en su integridad, no como dice Blumberg, castigar a los chicos y bajar la edad de imputabilidad a 14 años. Está loco, ¿no? Es una persona con una mentalidad totalitaria. El de la seguridad es un proceso educativo, de toma de conciencia. †

  thegauchos

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