Muchos de los compatriotas que optaron por emigrar a otros países lo hicieron porque en un momento de sus vidas se dieron cuenta que no tenían futuro personal. Otros, por el hastío hastiados de vivir en un país gobernado por corruptos, inescrupulosos y mediocres. Sin lugar a dudas, todos ellos, en su fuero íntimo, se dieron cuenta que en la Argentina nada iba a cambiar para el bien de la gente.
Los hechos de la realidad demuestran que los que emigraron fueron visionarios, porque en el país todo sigue como siempre o peor.
A fines de cada año se suelen hacer balances para analizar la situación. En diciembre de 2004 la Argentina demuestra, una vez más, que sigue siendo la de siempre, la misma. Si bien difícilmente pueda ser considerado un país “en serio” como pregona la abundante publicidad oficial de turno, ya no queda ninguna duda de que es un país “previsible”.
Existen infinidad de indicadores que así lo demuestran:
- Durante el mes de noviembre el INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) informó que en el primer semestre del año 2004 la desigualdad social marchó viento en popa y la distribución del ingreso nacional fue cada vez más injusta. Durante los primeros seis meses del año en curso, el 10% más rico de la población se hizo más rico porque aumentó su participación en la famosa “torta” del 36,4% al 36,8%. Una tendencia que ya se había señalado en artículos anteriores de El Suplemento. Como consecuencia de esta redistribución de riqueza, aumentó la cantidad de pobres. Que se hicieron aún más pobres.
A pesar de todos los anuncios, juramentos y discursos políticos, lo único concreto es que, respecto a la distribución del ingreso, la Argentina está en los peores niveles de los últimos 30 años. Y esa tendencia continuará empeorando porque, después de todo, se trata de un país “previsible”.
- Relacionado con este tema cabe resaltar que la Argentina tiene una estructura impositiva muy regresiva. Tanto que casi el 60% de toda la recaudación cae sobre los impuestos al consumo. Por eso los más ricos de la sociedad, así como los más pobres, pagan exactamente el mismo impuesto cuando compran, por ejemplo, leche, pan o carne. Además existe gran cantidad de reglamentaciones y disposiciones que permiten a las grandes empresas disminuir sus ganancias reales para pagar menos impuestos. Otro dato importante para destacar es que la evasión del “impuesto a la riqueza” es fenomenal. Según estadísticas oficiales habría más de 1.500.000 de personas con ingresos medios y altos que deberían pagarlo. Pero sólo unas 365.000 son las que efectivamente lo hacen. Quizás porque saben que, como viven en un país previsible, las publicitadas sanciones esgrimidas por la AFIP (Administración Federal de Ingresos Públicos) nunca los alcanzarán.
- Para afianzar aún más lo “previsible” de Argentina, los políticos que gobiernan el país, las provincias y municipios son los mismos. Y por eso continuarán actuando como siempre: manteniendo altos niveles de desempleo y pobreza para consolidar un país lleno de súbditos que se encuentran marginados, subalimentados y sin educación. Millones de personas sumisas obligadas a convalidar con sus votos a todos los candidatos que aparezcan en listas sabanas confeccionadas a dedo entre gallos y medianoche. Infinidad de punteros políticos mantienen en pie este perverso sistema porque, literalmente, controlan las vidas de millones de desprotegidos. Por medio de la adjudicación de alimentos, medicamentos y subsidios (Planes Trabajar, Jefas y Jefes de Hogar, etc.)
- Esta situación de pobreza y marginalidad continuará en el tiempo. Y la de los jóvenes empeorará. El secretario general de la OIJ (Organización Internacional de la Juventud) Yuri Chillán Reyes, manifestó que en los próximos dos años, sólo uno de cada diez jóvenes de entre 15 y 24 años conseguirá empleo. Para conocer más detalles sobre este sombrío panorama se puede consultar el informe “La Juventud en Ibero América. Tendencias y Urgencias”, elaborado por la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) en octubre de 2004.
- En lo que respecta a su desarrollo como país, la Argentina “previsiblemente” ha decidido convertirse en una factoría de materias primas y alimentos, desestimando por completo la posibilidad de ser un país medianamente industrial que sea capaz de generar empleos genuinos. Los recientes acuerdos firmados con Corea del Sur, China y Vietnam lo confirman. La Argentina exportará alimentos, minerales, hidrocarburos y otras materias primas sin procesar. A cambio acepta comprar productos manufacturados cediendo los necesarios y preciados empleos a ciudadanos de otros países. En el caso puntual de China, se sabe que al reconocer su status de “economía de mercado” será legalmente imposible impedir que una avalancha de productos manufacturados y a precios viles del gigante asiático, inunde la Argentina. Como esta muy mala noticia se dio a conocer a través de los medios de comunicación, las más altas autoridades del gobierno argentino se encargaron de difundir públicamente y a los cuatro vientos un protocolo “secreto”, según el cual, durante los próximos cuatro años, de alguna manera, “se protegería” a la industria nacional de la importación de productos chinos subsidiados.
De acuerdo a la lógica y perversa política vernácula, mantener miles de empleos genuinos durante cuatro años es imprescindible, puesto que dentro de ese lapso habrá elecciones presidenciales, provinciales y municipales. Como puede apreciarse, a los políticos argentinos lo único que les importa es que el huracán oriental llegue luego de su reelección.
- Continuando con la tendencia de los últimos años, la cantidad de argentinos que serán expulsados del mundo del trabajo aumentará exponencialmente, y subsiguientemente, la ola de hurtos, robos, corrupción, asesinatos y secuestros crecerá inexorablemente en un círculo vicioso sin fin. Previsiblemente también se descubrirán a cientos de políticos, funcionarios, jueces, policías, gendarmes, guardia cárceles, etc., relacionados con hechos de corrupción y delictivos y que probablemente nunca sean sancionados.
- Dado que la Argentina es un país “previsible”, muchas familias han decidido anticiparse a este futuro y actuar en consecuencia. Recientemente una escuela de la zona oeste del Gran Buenos Aires comenzó el dictado de cursos de “prevención de secuestros” destinado a niños y adolescentes. Allí los jóvenes alumnos aprenden rudimentarias tácticas para no ser secuestrados o, en el peor de los casos, a sobrevivir mentalmente a un secuestro. La única buena noticia es que la matrícula escolar aumenta día a día.
Por otra parte muchos hogares optaron por separar una cierta cantidad de dinero para que, cuando les llegue el turno de ser invadidos por bandas de delincuentes o directamente secuestrados, tengan recursos para tranquilizar a los delincuentes. Esta especie de “delincuencia prepaga” ya tuvo su bautismo de fuego durante las últimas semanas y se difunde cada vez más porque los resultados fueron satisfactorios.
Actualmente millones de argentinos ya se dieron cuenta que, como la Argentina es un país previsible, no tienen futuro. Porque la clase política corrupta y parasitaria de todo tipo y color continuará perpetuándose en el poder.
Muchos son los que están evaluando la posibilidad de marcharse hacia países más serios en donde puedan progresar y desarrollarse. Si no lo hacen, es porque los países serios están cerrando sus fronteras a la inmigración masiva.
A pesar de estas restricciones, los más emprendedores emigran en busca de nuevos horizontes porque saben que como viven en un país absolutamente “previsible” todo seguirá como siempre. Pero peor. Ø