Hacía tiempo que había escuchado de LEALA, pero sin niños en edad escolar, no había investigado de qué se trataba.
En mi mente era una mezcla de proyecto de escuelita donde se hablaría en castellano, con un grupo de niños argentinos o hijos de argentinos asistiendo y creando lazos con nuestro país...
Grande fue mi sorpresa cuando, dispuesta a hacer esta nota, me encontré con una organización increíble, alumnos y padres valorando las oportunidades que la escuela les brinda, y un grupo humano con un mismo objetivo y trabajando con un esmero casi desmedido.
Mi primer contacto fue el Ing. Edmundo Fernández, quien es el director de la comisión, y el alma matter de la escuela hoy. Él me recibió con ese orgullo con el que los padres muestran los logros de sus hijos. Era el segundo sábado de clases del presente año escolar, y fue emocionante ver como todo el personal estaba esperando la visita de El Suplemento, ansiosos por mostrar con orgullo lo que hacen con pasión.
Fue así como me enteré que La Escuela Argentina de Los Angeles es una de las únicas cinco escuelas en el mundo que están en territorio extranjero reconocidas por el Ministerio de Educación de la República Argentina, y que otorga títulos académicos reconocidos a través de la firma de Convenios de Reconocimiento de Títulos en la mayoría de los países de América Latina y en España. Dos de las escuelas funcionan en Estados Unidos, (New York y Washington), una en París, Francia, y otra en Zurich, Suiza.
La Escuela Argentina de Los Angeles es una de las únicas cinco escuelas en el mundo que están en territorio extranjero reconocidas por el Ministerio de Educación de la República Argentina
La vocación por enseñar
El Ministerio define a este puñado de escuelas argentinas en el exterior por su finalidad de “proporcionar enseñanza complementaria limitada al idioma castellano, literatura argentina, ciencias sociales (sus contenidos focalizan la historia, la geografía y la formación ética ciudadana), con vistas a brindar un conocimiento de nuestra lengua y de nuestra realidad histórica, geográfica y social”. Es así que por Resolución Ministerial N° 184/06, el Ministerio de Educación de la Nación reconoce la Validez Nacional de los estudios cursados en establecimientos creados en el extranjero de los Niveles de Enseñanza Primaria y Secundaria.
La modalidad en estas escuelas es semanal, usualmente cinco horas de clase, todos los sábados. La enseñanza es profunda, crítica, analítica y sistemática, y con esa metodología se logra cumplir con todo el programa escolar argentino, con solo una clase semanal. El ritmo de trabajo es intenso, enfocado, con una concentración tanto de alumnos como de maestros que se ve a simple vista. Sumamente profesional. Y es así que se hace imposible no entrar en comparaciones. Aquí no existen huelgas, paros, ni piquetes. Pero aquí también, como en nuestra Argentina, los docentes viven con pasión su vocación, porque si de algo estamos seguros, es que la docencia se lleva en la sangre.
LEALA se inauguró en 1983, a través de un proyecto propulsado por el entonces Cónsul General Argentino Don Justino Riobo y un grupo de argentinos residentes en Los Angeles, entre ellos la Sra. Elba Bonini, quien, contando con los títulos que la habilitaban como docente tanto en Estados Unidos como en Argentina, fue nombrada Directora. Cuatro años más tarde, en 1987, fue reconocida por el Ministerio de Educación de la República Argentina. La escuela es una organización sin fines de lucro, que funcionó durante sus primeros tres años en San Marino. Luego se trasladó, por invitación de las autoridades de la Universidad del Sur de California (USC) a sus instalaciones, donde funcionó por 20 años. De allí pasó a su actual locación, donde ocupa las modernas y bien equipadas instalaciones de la John Tracy Clinic, que opera durante la semana en la educación de niños con problemas auditivos. En la actualidad la escuela cuenta con un plantel de 20 personas, la mayoría maestros y asistentes, y unos 180 alumnos entre kinder, primaria y secundaria. Existe una comisión de Padres que se ocupa del Year Book, de colectar fondos para los premios y de la producción y venta de un buzo que es aceptado como parte del uniforme.
Una escuela amplia y abierta a la comunidad
En medio de una especie de visita guiada, donde cada maestra me muestra con orgullo su clase, y donde los alumnos lucen no sin cierta vanidad el escudo argentino en sus pechos, su rectora, la señora Isabel Palare, me provee de toda la información inherente al programa educativo de la escuela: “Nosotros somos una escuela argentina con un programa de Argentina, y nos regimos por el Ministerio de Educación de Argentina, que es nuestra médula. A partir del programa del Ministerio, lo que hizo la Escuela Argentina fue ampliarlo según las necesidades propias de la población estudiantil”.
Me dice que así como Estados Unidos tiene una mente abierta hacia todas las comunidades del mundo, la Escuela Argentina también tiene esta capacidad y la posibilidad de abrirse hacia todas las comunidades. “Abarcamos a todas las comunidades. Por ello la escuela se tuvo que adaptar, ampliándose. Porque el Ministerio exige el cumplimiento del programa, pero así como no permite reducirlo, no permite eliminar contenidos, tampoco limita su alcance, no impide ampliar contenidos, y lo que hemos hecho fue ir ampliando, por ejemplo, en datos históricos, si estamos estudiando la Independencia, no nos limitamos a solamente la independencia argentina, sino que extendemos al conocimiento de la independencia de otros países, hacemos conexión de próceres, estudiamos, por ejemplo, a Simón Bolívar, desde Venezuela, y vamos observando su conexión con Argentina, pero también con los otros países de Sudamérica”. Llevada por su emoción, me dice que “Por eso yo defino a esta escuela como Una ventana al mundo. Una ventana a América Latina y Europa, porque pese a que a Europa lo ven en el contenido de historia de la escuela americana, la visión es otra, es desde otra dinámica cultural. Es hacerles pensar que mientras en Europa se estaba dando la Primera Y Segunda Guerra Mundial… ¿qué estaba pasando en América? ¿Qué pasaba en Argentina y en los países receptores de inmigrantes, con sus necesidades?” Y para ese tipo de ampliación del contenido educativo tuvieron que desarrollar material complementario, cuadernillos que incorporen próceres y hechos históricos, material que en Argentina no existe. “Nuestros maestros, al ser argentinos, tienen la capacidad de poder hacer esa conexión de conceptos. Es una experiencia riquísima, no solo para los chicos, sino para nosotros los maestros”.
El ritmo de trabajo es intenso, enfocado, con una concentración tanto de alumnos como de maestros que se ve a simple vista. Sumamente profesional. Y es así que se hace imposible no entrar en comparaciones. Aquí no existen huelgas, paros, ni piquetes. Pero aquí también, como en nuestra Argentina, los docentes viven con pasión su vocación, porque si de algo estamos seguros, es que la docencia se lleva en la sangre.
Un método propio y eficaz
Todos los libros vienen de Argentina, sin ningún tipo de ayuda financiera gubernamental. Me comenta que en la sala de 4 años utilizan el mismo material que se usa en Argentina, pero que en sala de 5 la cosa cambia. “Tenemos que afirmar que los chicos trabajen bien con el lápiz, en preparación para que de Primer Grado salgan leyendo y escribiendo. En este kinder empiezan a escribir sus nombres, y a aprender las vocales, pero ahí está la diferencia con el jardín de Argentina, porque ahí es donde empieza la inserción de la lengua castellana en niños cuya primera lengua es el inglés, y aquí aprendemos las vocales como “a, e, i, o, u” (en español), y la mayoría de las consonantes, pero para eso hay que enseñarles a hacer transición idiomática, y no había material que pudiera cubrir esa necesidad. Por eso, el material que utilizan en sala de 5 y en Primer Grado, nos informa Palare, es material desarrollado especialmente por las maestras de la Escuela de acuerdo a la experiencia ganada en todos estos años, para que los chicos se inserten a desarrollar el vocabulario, la lengua oral y la lengua escrita. “Ya después”, continúa, “a partir de Segundo grado toda la escuela usa los mismos libros que se usan en Argentina (Manual Bonaerense). Por lo mismo, la escuela cuenta con asistentes permanentes en sala de 4, de 5 y Primer Grado, para hacer un trabajo más individualizado, porque esos grados son los pilares del resto de los grados siguientes”.
Le preguntamos cómo es el proceso de incorporación de niños que no empezaron en las primeras salas, que quieren empezar LEALA pero son más grandecitos. “A todo estudiante nuevo le hacemos una evaluación,” dice Palare. “Buscamos evaluar a través de una especie de juego la edad cronológica y educativa y el vocabulario. Los chicos que llegan a la escuela usualmente no van acorde a su edad cronológica. Generalmente, por la evaluación, van a un grado más alto o uno más bajo, todo por el tema de la inserción idiomática. El chico tiene que sentirse cómodo”.
Me invitan a presenciar el acto de apertura, en el que una alumna de quinto año expresa en pocas palabras, muy argentinas, su admiración y la importancia que han tenido las maestras de la escuela a lo largo de su educación. Menciona que ella también quería quedarse a dormir los sábados por la mañana, pero que pronto el sacrificio fue superado por el interés y los nuevos amigos.
En un momento se nos hace necesario refrescar un poco la historia de la educación en la República Argentina, que en los comienzos del proceso de poblamiento nacional estuvo centrada en la escolaridad primaria a cargo de las órdenes religiosas (franciscanos, dominicos y más tarde, jesuitas) y basada exclusivamente en la evangelización y en el uso del idioma español de carácter obligatorio. Aunque no existen registros se atribuye a la época de la gobernación de Hernando Arias de Saavedra (Hernandarias) el establecimiento de las primeras escuelas en el actual territorio argentino. En 1609 concurrían a estas escuelas unos 150 alumnos.
Estando presente aquí, es esta escuela, se hace curioso el dato de que el presidente Domingo F. Sarmiento, en el siglo XIX, aparte de construir escuelas y bibliotecas en todo el país y de terminar su mandato duplicando la inscripción de alumnos, fue quien tuvo la idea de fomentar la inmigración y traer educadores estadounidenses y europeos que formaron a los primeros maestros de la época. Fue así que entre 1874 y 1921 se graduaron un total de 3130 maestros, de los cuales solo 504 eran varones, creando así un estereotipo de género que se ha consolidado aún en pleno siglo XXI.
Docente nata si las hay, Isabel emana esa intensidad de amor por la cultura y esa vocación indomable por transmitirla. Se enorgullece de cada alumno de jardín, primaria y secundaria, a los que conoce por su nombre, y de cada uno de los cuales me cuenta una breve anécdota.
LEALA es una gran familia argentina, formada no solo por niños ligados a nuestro país, sino por niños cuyos padres (norte, centro y sudamericanos, e incluso asiáticos) han hecho la elección de darles a sus hijos una cultura amplificada, profesional y reconocida, con el propósito de formar a sus hijos para ser protagonistas de sus historias con inteligencia sensible, práctica y rica en emociones que les permita estar conectados no solo con el mundo cotidiano, sino, en un futuro no muy lejano, con el mundo profesional y de negocios exterior, ese al que se podrán enfrentar solo hombres y mujeres bien preparados. ¤
La Escuela Argentina de Los Angeles
www.leala.org
Por consultas e inscripciones comunicarse al (562) 946-3076 o por email
Rectora: Isabel Palare
Secretaria: María D'Aloia