Charles Darwin en su célebre teoría de la evolución, definía a ésta como el cambio y desarrollo de las estructuras biológicas tendientes al mejoramiento de las especies. La teoría es mucho más larga, pero esta síntesis sirve para definir una idea y contraponerla a la realidad Argentina.
Argentina en sus inicios como nación, luego de las guerras intestinas que la desangraron durante gran parte del siglo XIX, evolucionó en forma meteórica, increíble para propios y extraños. Incluso el famoso físico Albert Einstein cuando asistió a la Argentina con motivo del centenario de nuestra patria, dijo casi incrédulo: “Lo que más me sorprende es como un país tan desorganizado pueda ser tan exitoso”.
En los primeros años del siglo XX, Argentina era considerada junto a Canadá y Australia como los países de mayor crecimiento y futuro del planeta. Inclusive en esos años nuestro país se encontraba por encima de estos dos países. Hoy sabemos cual es la situación de potencia de Australia y Canadá, y sabemos cual es nuestra triste situación.
Hasta mediados de la década del cuarenta, Argentina ostentaba un puesto envidiable en la estadística mundial, por encima de casi todas las potencias actuales, muchas de ellas devastadas por la segunda guerra mundial.
En esa época la Argentina tenía el Banco Central lleno de oro, un nivel de crecimiento irrepetible, ayudada especialmente porque se necesitaba de nuestros productos en todo el mundo, pero había un tema preocupante pendiente: no teníamos justicia social.
Desgraciadamente para el país, los gobernantes de turno, hicieron una lectura equivocada (por ser benévolos con ellos) de cómo impartir justicia social, y se fueron totalmente al otro bando y pasamos de ser un país próspero y en crecimiento pero sin justicia social, a ser un país empobrecido pero con supuesta justicia social, digo supuesta, porque en realidad condenó a sus habitantes a la pobreza eterna.
Y es ahí, en ese instante, que comenzamos la involución. En todos los países del mundo los derechos sociales se fueron dando paulatinamente en forma ordenada, hasta podríamos decir escalonada; en nuestro país, con el extremismo que nos caracteriza, se hizo mal, todo junto, y desarticulando la economía, sin previsiones, generando, como todo lo que se hace al extremo, todo lo contrario a que si se hubiera hecho con un plan de desarrollo, y de creación de fuentes de trabajo genuinas.
Argentina generó puestos de trabajo ficticios en la administración pública. Durante el primer gobierno de Irigoyen, en la casa de gobierno la cantidad de empleados era catorce, en la actualidad son cerca de diez mil, nadie hace nada. Generó una burocracia sindical totalmente perniciosa para el desarrollo nacional, una CGT que terminó siendo más un brazo político que un lugar de defensa del trabajador.
En nuestro país se da la paradoja de que nunca un nuevo presidente continúa las obras de su antecesor, es un ida y vuelta constante, en que si uno hizo negro el que viene después hace blanco, y tenemos miles de ejemplos. En la segunda presidencia de Perón se empezó a construir el Hospital de niños que iba a ser modelo en Sudamérica. Con el derrocamiento del peronismo, los militares dejaron la construcción, todos los argentinos los sufríamos cuando pasábamos por el albergue Warnes.
Después de casi veinte años que se juzgó a los militares, se han dado mil vueltas con ese tema: el punto final de uno, los indultos de otros y ahora se anula todo y volvemos a empezar. Desde mi punto de vista todos deberían estar presos, militares y guerrilleros sin distinción, pero lo que se está haciendo ahora no es serio, es más de lo mismo. No podemos estar veinte años discutiendo lo mismo y que cada gobierno haga lo opuesto al anterior.
Un país que quiere evolucionar precisa de políticas de estado, que sean votadas y respetadas por todos sin distinción de banderas políticas, políticas en materia económica, de relación con los países del exterior llámese MERCOSUR, ALCA, Comunidad Europea, políticas educacionales, de desarrollo, etc.
El tema del ALCA es un tema que expresa claramente por que estamos como estamos, nadie sabe realmente ni se preocupóen saber que es el ALCA pero está EE.UU. en el medio y entonces nos oponemos. ¿Cuándo vamos a aprender que se puede negociar con todo el mundo, sin tener que tener relaciones carnales con ellos? Este tipo de actitudes tendríamos que haberlas aprendido con nuestra historia. Cuando Argentina tenía estrechos lazos comerciales con los países del Commonwealth tuvo uno de sus últimos picos de increíble crecimiento económico, pero los críticos de la época no soportaban el hecho de estar aliado a Inglaterra. Argentina rompió sus lazos, pero países como Australia, Canadá o Nueva Zelanda no, demás esta decir como están unos y como los otros.
En la última etapa que podemos llamar de desarrollo de nuestro país, la presidencia de Frondizi, éste llamó a licitación internacional para la explotación petrolera; los acuerdos alcanzados con los inversores eran bastante coherentes. Frondizi fue derrocado, y el siguiente presidente democrático fue Illia. Una de las primeras medidas tomadas fue anular todos esos contratos. Y así Argentina siguió involucionando.
Hoy en día el comunismo está muerto y enterrado por sus propios errores, por no haber sido una opción y terminó siendo peor que lo que supuestamente combatía, generando terribles dictadores que se perpetuaban en el poder y que no generaban una vida digna para sus ciudadanos. Hace ya catorce años que cayó el muro de Berlín. Uno de los pocos países que es gobernado por un dictador comunista es Cuba. Nuestro gobernante democrático se siente seducido por este dictador que lleva 44 años en el poder. Yo pregunto ¿qué se quiere ganar con esta amistad, qué mensaje se quiere dar al mundo civilizado?
Mientras en el mundo se tiende a un capitalismo moderado, nosotros seguimos dando vueltas en círculo, discutiendo sobre militares, subversivos, desaparecidos, seduciendo a un dictador, apoyando medidas de otros seudo dictadores como el presidente de Venezuela, discutiendo sobre que políticas económicas seguir, nombrado jueces de la corte a amigos, siguiendo con planes no-trabajar, agrandando la burocracia estatal., en sí, haciendo lo mismo que se hizo en los últimos cincuenta años.
¿Hasta cuándo seguiremos dando vueltas? ¿Cuándo nos pondremos el país al hombro y dejaremos de involucionar? Ø