La editorial El Ateneo acaba de publicar el libro: “Collivadino”,
un ensayo de Laura Malosetti Costa, con lo que se saca un poco del olvido la personalidad de un gran pintor argentino, nacido en 1864, llamado Pío Collivadino.
Hacía años que su nombre no aparecía en retrospectivas o trabajos de investigación, asegura José Emilio Burucúa en el prólogo, diciendo que “fue un pintor que desde hace mucho tiempo no ocupa la primera línea del gran relato de la plástica nacional, pero cuya calidad técnica y fidelidad a un aprendizaje y un significado cultural del arte lo convirtieron en eslabón y figura insoslayable de pasaje en la cadena principal de transmisión y construcción de la experiencia sensible en la sociedad argentina de la primera mitad del siglo XX”.
Pío Collivadino (1864-1945) fue pintor, grabador y escenógrafo que estudió en la Sociedad Nazionale Italiana de Buenos Aires. En 1889 ingresó en la Academia de Bellas Artes de Roma y egresó de ella siete años después, habiendo colaborado en la ejecución de los frescos del Palacio de Justicia de esa ciudad.
Fue director de la Academia de Bellas Artes de Buenos Aires desde 1908 hasta 1935, siendo algunos de sus alumnos Lino Eneas Spilimbergo, Miguel Victorica, Raquel Forner, Héctor Basaldúa y Benito Quinquela Martín.
Collivadino creó su propio teatro llamado “La Higuerita”. Tuvo a su cargo la dirección escenográfica del Teatro Colón y fue presidente del directorio del mismo.
Sus obras, numerosas, se encuentran en los mejores museos nacionales y del exterior.
Nunca pidió nada para él, sino para su Academia y sus alumnos. Fue un artista que descubrió los signos de un lenguaje que el pueblo entiende porque es el trabajo del fondo de la sensibilidad.
Hablando de Quinquela Martín, cabe decir que como éste lo dijera, el encuentro con Pío Collivadino hizo cambiar su vida. Pío Collivadino lo conoció por intermedio de Facio Hebequer, pintando en un muelle de la Boca. La pintura de Quinquela Martín impactó fuertemente al director de la Academia de Bellas Artes, quien le dijo: "Usted puede ser el pintor de La Boca y de su puerto. Hay ambiente, carácter, fuerza y además una personalidad original, un modo distinto de ver y de pintar".
Fue contrario a toda clase de simbolismo, conceptualismo y demás ismos que consideró como una enfermedad infantil de los artistas.
Ha sido considerado el más cosmopolita del grupo "Nexus", creado en 1907 e integrado por Carlos Ripamonte, Justo Lynch, Alberto Rossi, Arturo Dresco, Cesáreo B. de Quirós, Fernando Fader y Rogelio Yrurtia. Fue también el que mayor atención dedicó al contraste entre el Buenos Aires tradicional y la modernidad que venía a cambiar todo.
En términos de Malosetti Costa, capturó en sus telas “el perfume de otros tiempos, la nostalgia de lo apenas perdido”.
En su homenaje publicamos el cuadro “La hora del almuerzo”, pintado en 1903. †