Su testamento de puño y letra
Amigo lector de El Suplemento, hoy les quiero contar sobre alguien que fue y será inmortal por siempre en el cancionero argentino. Mi refiero a Carlos Gardel. En mis años de bailarín en Argentina tuve la suerte de conocer y compartir escenarios con grandes figuras del tango y el folklore. Claro está que yo era simplemente un humilde bailarín, pero tener el halago de estar con esas grandes figuras me llenaba el corazón de orgullo.
Durante uno de mis viajes a Buenos Aires fui a visitar El Viejo Almacén, de Edmundo Rivero, quien me recibió muy bien con un abrazo de gol. A la salida me obsequió un libro, con dedicación y todo, que aún conservo. Se llama “Las Voces: Gardel y el Canto” y el autor es el mismo Rivero. En ese libro me encontré que Rivero incluía el testamento de puño y letra de Carlos Gardel. Y me pareció más que interesante mostrárselo a ustedes. Como podrán ver, después de leer el testamento que dejó a su amigo Armando Defino, Gardel nunca mencionó a su padre.
En una oportunidad, en una conversación de tangueros en El Tabarís de los hermanos Caló, escuché algo que les quiero comentar sobre dicha conversación. Una vez que Gardel andaba de gira por su natal Toulouse, en Francia, después de su actuación, alguien le informó que había una persona que decía ser su padre, y que quería pasar a saludarlo. Como muchos saben, Gardel fue abandonado por su padre cuando él tenía 2 años y criado solamente por su madre.
La respuesta de Gardel fue, “Díganle a ese hijo de p*** que mejor que se las tome porque si salgo, le voy a c***** a trompadas. Así mejor que se tome el raje, que no quiero verlo”. Así lo escuché.
Bien amigos, espero que les haya interesado esta historia Gardeliana.¤