En esta nota quiero referirme a estos dos importantes temas desde dos puntos de vista bien diferentes, pero que a la vez terminan relacionándose. El primero nos toca de cerca y se refiere al autoritarismo y los medios de comunicación.
Lo que trataré de explicar acá es lo que nos ha pasado con nuestra revista en estos convulsionados tiempos de la guerra, en donde el tema se trata seriamente y fijando una postura en su contra. Para los autoritarios de siempre, para quienes sólo hay dos posturas en su vida -o se piensa como ellos o se está en contra- la nuestra les significó, lisa y llanamente, estar en contra de Estados Unidos. Y ésto es lo terrible: todo lo llevan al extremo y no aceptan la libertad de expresión del otro. Se puede discrepar con algunas medidas de gobierno y sus actitudes, pero eso no significa ser anti-norteamericano. Lo mismo pasa con respecto a nuestro país. Hemos criticado a cuanto corrupto o inútil gobernó nuestra tierra, pero llegar a pensar que por eso no amamos el país en donde nacimos y crecimos, es un verdadero disparate. A eso llamo yo, ser muy extremista.
Los ejemplos son muchos y ningú país es ajeno a este autoritarismo. Un ejemplo de ello es el militar golpista devenido a demócrata que preside Venezuela, que cada vez que hay huelgas o movilizaciones, busca la culpa en los medios de comunicación y los clausura o intenta silenciarlos. O tantos países en donde a los periodistas se los ha perseguido, encarcelado, torturado y hasta asesinado. Esta es la confusión: callamos, perseguimos y matamos al que da la noticia y no al que la genera, que casi siempre es el que la va a querer esconder.
El otro tema es Fidel Castro en la asunción presidencial argentina. La pregunta que me hago es ¿por qué?
En mi opinión, la asunción de un presidente elegido por el pueblo es una fiesta democrática, entonces me pregunto por qué en esta fiesta de la civilidad, fue invitado un autoritario dictador que lleva más de cuarenta y cuatro años en el poder y no piensa dejarlo; alguien que fusiló, encarceló o hizo emigrar a miles de personas que no piensan ni pensaban como él.
¿Cuál es la postura actual de quienes nos gobiernan? ¿Por qué se muestran encandilados con la presencia de este personaje? Posiblemente se quiera dar una señal al mundo, mostrando que se terminaron las relaciones carnales con Estados Unidos de la época de Menem, buscando hacer todo lo contrario. ¿Por qué entonces, no invitar a Bin Laden, Saddam Hussein, a los talibanes y al primer ministro de Corea del Norte?
¿No podemos encontrar un punto intermedio? ¿Sólo hay blanco y negro? ¿No podemos encontrar un gris?
¿Qué subyuga del “Comandante” a muchas personas de nuestro país?, Será esa frase que se escuchó tanto en nuestro país de boca de muchos fachos que decían: “lo que necesita nuestro país es mano dura”. ¿Qué seduce de él, a la izquierda argentina que siempre se caracterizó por defender los derechos humanos? o ¿sólo se preocupan por los derechos de los que comulgan con sus ideas? ¿Hasta dónde puede llegar su extremismo, que pueden considerar víctimas sólo a los que coinciden con ellos y sin importarles los demás?
De muestra vale recordar lo dicho por Hebe de Bonafini, luego de los ataques terroristas a las torres gemelas; muy suelta de cuerpo declaró “brindé por el éxito de los ataques”, sin importarle los más de 2200 muertos y desaparecidos y el dolor de sus familiares. Pero claro, no piensan como yo, entonces que se mueran.
Todo esto me lleva a pensar que vivimos mezclados con el autoritarismo y el extremismo. ¿Cuándo nos daremos cuenta que esta forma de pensar nos ha costado tantas víctimas en el pasado, cuando los extremos se mataban en batallas inútiles que buscaron exterminar al adversario? Ejemplos nos sobran: La matanza en Ezeiza cuando volvió Perón; los ataques terroristas de los setenta y la matanza devastadora de la triple A (primero) y de los militares después. A todo esto se llegó por no tolerar al diferente. Pero lo más incoherente de esto es que nos lleva a confundir amigos y enemigos, porque creemos falsamente que los enemigos de nuestros enemigos son nuestros amigos, y terminamos comprando gato por liebre.
Para terminar, creo que esta palabra es la que nos define: confundir. Estamos confundidos. Nos falta encontrar las verdades y las metas que toda nación necesita para crecer; nos vamos siempre de un extremo al otro, como adolescentes. ¿Será quizá que nos pasa como a los jóvenes (somos un país relativamente joven) y nos falta madurar? Ø