Afortunadamente para estos miles de niños existe la Casa Garrahan con un maravilloso equipo de profesionales de la salud, estudiantes y voluntarios dedicados a ayudarlos con los recursos materiales, el amor y el apoyo que tanto necesitan.
Historia
La Contadora Beatriz Resnik (Relaciones Institucionales de la Fundación), Juan Ramón O´Donnell (Coordinador Casa Garrahan) y Ana María Paunero (Prensa y Difusión) contaron que la idea de construir la Casa Garrahan surgió cuando el personal médico, asistentes sociales y autoridades del Hospital Nacional de Pediatría, observaron que un gran número de niños enfermos interrumpían los tratamientos prolongados a pesar de padecer patologías severas que ponían en riesgo sus vidas y su futuro. Cuando se analizaron los motivos por los cuales esos niños no volvían a los consultorios, descubrieron que casi todos eran considerados pacientes ambulatorios, por lo que no necesitaban estar internados. Sin embargo, la gravedad de sus enfermedades los obligaba a concurrir al hospital todos los días, día por medio o varias veces por semana. Cuando se preguntaron por qué no venían a ser atendidos se toparon con una respuesta inesperada: los tratamientos prolongados obligaban a que esos niños y sus familiares se quedaran a vivir durante largos períodos en Buenos Aires. Como no tenían dinero, ni familiares, ni un lugar para hospedarse, tenían que volver a sus provincias, en donde los niños empeoraban o morían.
La investigación también encontró que muchas madres, dispuestas a todo, dormían en la calle junto a sus hijos enfermos; sin baños, con frío, lluvia, inseguridad y falta de alimentos. Las más afortunadas pernoctaban dentro de la capilla del hospital en donde contaban con mayor protección.
Ante este panorama desolador, la Dirección del Hospital Garrahan y el Consejo de la Fundación decidieron construir la Casa Garrahan para que los niños (y sus madres) tuvieran en dónde alojarse y continuar con los tratamientos.
La Casa:
La sede es un hermoso edificio de cuatro plantas ubicado en Pichincha 1731, de la Ciudad de Buenos Aires, a unos cien metros del Hospital Garrahan y fue construído en un terreno cedido por la Municipalidad de la Ciudad. Cuenta con treinta habitaciones con dos camas individuales, armarios y baños privados. En los laterales de cada piso hay una gran cocina, muy bien provista, en donde las madres se encargan de cocinar la comida para todos los residentes en el piso. En esta tarea son asistidas por una especialista en nutrición.
Es muy importante destacar que para los niños enfermos estar alojados en ese lugar es casi mágico: tienen a su disposición salas de estar, de juegos, de computación, biblioteca, televisión por cable, videocasetera y un gran patio lleno de juegos. Y como si esto fuera poco, cuentan con un magnífico plantel de personas que los atienden, asisten y miman.
“La casa se construyó con la ayuda de la gente” dijo Beatriz Resnik, quien agregó que para juntar fondos se tuvo que apelar a recursos imaginativos. Por ejemplo, se vendieron las baldosas de la entrada a empresas y particulares donde están impresos sus nombres. Era una forma de decirle “si ustedes colaboran van a estar -in eternum- en la casa. Porque las baldosas siempre estarán allí”. También se organizó una cena en la que se juntó mucho dinero. Debido a que hacía falta todo tipo de apoyo, los donantes colaboraron con lo que podían, por eso entre las donaciones recibidas figuraban materiales de construcción y muebles.
Desde su inauguración, la Casa Garrahan dio alojamiento a 5130 niños enfermos de todo el territorio nacional y a sus respectivas madres o acompañantes. Actualmente la casa funciona a pleno y en ella trabajan cuatro personas rentadas que son asistidas por más de treinta voluntarias y pasantes de los últimos años de carreras afines a la problemática social. Algunas de las pasantes reciben un pequeño incentivo monetario para que puedan desarrollar sus tareas. Es de destacar que su labor es esencial porque al ser mujeres ayudan a contener y a apoyar psicológicamente a las madres, que no sólo tienen a sus hijos enfermos, sino que además se encuentran solas y muy lejos de sus otros hijos y familiares. Para peor, en una ciudad que les resulta totalmente desconocida.
Como dijera Fernanda Made “las voluntarias son especialistas en dar afecto” y como periodista, doy fe que esto es realmente así, porque el cariño y el amor se percibe en el ambiente de la Casa. Durante las horas que estuve dentro del edificio pude observar muchas veces cómo los niños y niñas enfermas (que allí adentro no lo parecen) se acercaban a abrazar al personal de la Casa y de la Fundación siempre con una sonrisa a flor de labios.
Proceso de alojamiento:
Quiénes determinan qué niños enfermos y madres deben ser alojados dentro de la Casa Garrahan son los Servicios Sociales de los tres hospitales pedriáticos que funcionan en la Capital Federal: el Hospital Juan P. Garrahan, el Hospital Ricardo Gutiérrez y el Hospital Pedro de Elizalde (ex Casa Cuna). Los niños enfermos, por lo general, llegan a estos centros asistenciales derivados de hospitales del interior del país donde no cuentan con los elementos o especialistas para curarlos. Antes de enviarlos a la Capital, se realiza la primera encuesta social para determinar si los padres tienen trabajo, obra social o algún otro tipo de subsidio. A la Casa ingresan desde niños recién nacidos hasta los que cumplieron 16 años; es decir, se manejan los mismos parámetros que en los hospitales pediátricos. Sin embargo, y debido a que hay casos de mucha cronicidad, también pueden alojarse jóvenes de 18 ó 19 años que fueron a vivir a la casa desde que eran chicos. A ellos se los acepta porque son pacientes crónicos, tienen que seguir los tratamientos. Beatriz Resnik mencionó el caso de Fernando, un chico que estuvo en la Casa hasta los 21 años debido a que fue operado muchas veces.
En todos los casos, el personal de la Casa se encarga de brindarles a las madres un ambiente más propicio y distendido para sobrellevar esos terribles momentos. Los niños sólo se pueden alojar con familiares mujeres.
Anécdotas:
Como muchas de las madres y niños que llegan a la Casa Garrahan provienen de lugares aislados, al llegar a Buenos Aires sufren un shock cultural profundo. Incluso dentro de la Casa encuentran muchos elementos de la vida moderna que les resultan desconocidos. Algunos recuerdan el caso de una mujer y su pequeña hija recogidas por una ambulancia de la Cruz Roja en medio de la selva. Como la nena sufría de un mal desconocido la llevaron al hospital de Formosa, en el que no pudieron curarla, y por eso la derivaron al Hospital Garrahan. Mientras le hacían los estudios la nena no necesitaba estar internada y el Servicio Social las derivó a la Casa. El problema surgió cuando quisieron comunicarse con ellas, porque tanto la mujer como la niña sólo hablaban guaraní. Tampoco sabían lo que era usar un baño, lo que era bañarse en una ducha o usar un ascensor. Por suerte en una habitación contigua estaba alojada una mamá del norte del país, quien ofició de traductora.
Juan Ramón O´Donnell comentó que la Casa Garrahan es casi un lujo para los niños que provienen de hogares muy carenciados del interior; no obstante los colaboradores han descubierto que todos los niños quieren volver a sus casas, porque tanto ellos como sus madres, extrañan a sus familiares. “La mayoría de las personas que vienen aquí conviven en una sociedad donde predomina el tipo de familia extendida, tipo clan, donde viven todos juntos: hijos, padres, abuelos, tíos, hermanos y primos. No es la familia urbana típica compuesta únicamente por papá, mamá e hijo/s. A pesar de todas las comodidades que se les brindan, extrañan mucho su tierra”.
Financiación:
La principal fuente de financiación proviene de los “padrinos”, que son empresas o personas que colaboran con 12 mil pesos al año o su equivalente en dólares (U$S 4 mil) costeando los gastos de una habitación. Con estos aportes se pueden cubrir gran parte de las necesidades. Como las autoridades de la Fundación son conscientes de que se trata de personas sin recursos, les brindan gratuitamente, además de todo lo mencionado anteriormente, pasajes y a veces ropa.
En estos momentos, de las 30 habitaciones de la Casa, sólo algunas tienen padrino. Entre ellos se encuentran el Club Boca Juniors, Mariano Martínez, Mimo, Curtiembres Fonseca, Fundación Retama Capilatis, Directoras Independientes de Mary Kay, Señor Tango, American Express Membership Rewards, Banco Central de la República Argentina, Fundación Bunge y Born, SADAIC, IRSA, Personal de contraloría de Cargill, Esperanza, Asociación Argentina de Golf, Fujifilm, American Jewish JOINT y Supermercados Disco.
El personal de la Casa Garrahan se encarga de colocar el nombre de cada uno de los padrinos en la puerta de entrada de cada habitación y en un gran cartel que está ubicado a la entrada de la Casa.
Sobre los padrinos:
El Club Boca Juniors es padrino de la Casa casi desde su inauguración. El joven actor Mariano Martínez hizo efectiva una donación de $40 mil, con los que apadrinó un cuarto de la Casa por tres años. Mariano se acercó, solidario y agradecido con el Hospital Garrahan, ya que hace quince años fue uno de sus pacientes. Esperanza es un grupo de diez personas que colaboran mensualmente aportando cien pesos cada una. Como individualmente no cuentan con los recursos necesarios, se juntaron formando una “vaquita”. Las vendedoras de Mary Kay hacen sus aportes solidarios de manera similar, independientemente de la empresa. Dentro del personal de la empresa Cargill se encuentran argentinos y norteamericanos.
Transparencia:
Muchas veces resulta difícil colaborar con organizaciones de bien público en la Argentina, porque siempre se sospecha del destino de los fondos. Por suerte en la Fundación Garrahan la transparencia es total. Por eso todos los balances están a la vista y además pidieron ser auditados externamente por la empresa Price Waterhouse, una consultora de auditoría reconocida internacionalmente. Para asegurar que todos los aportes queden registrados, Beatriz se encarga de que cada persona que efectúa una donación reciba un comprobante por su colaboración.
Para todos aquellos interesados en apadrinar una habitación o colaborar con esta Fundación, pueden comunicarse a los teléfonos (54 11) 4941-1276 y (54 11) 4941-1333 o enviar un Fax al: (54 11) 4941-1276. El contacto para las consultas sobre donaciones es la Contadora Beatriz Resnik:
El Futuro:
Luego de realizar varias charlas en el Senado de la Nación, los directivos de la Fundación Garrahan lograron que la senadora Nancy Avelin, de la Provincia de San Juan, presentara un proyecto gracias al cual se pudo obtener un subsidio de 500 mil pesos, destinado a la construcción de un nuevo edificio al lado del existente, que costará un total de $1.500.000. En ese nuevo edificio se habilitarán 16 habitaciones más que necesitarán ser apadrinadas. Cuando Sara Ferguson, la Duquesa de York, visitó la Casa Garrahan el 29 de Noviembre del año 2004, quedó tan impresionada por lo que vio que al salir dijo bromeando ante los periodistas “hacen falta cientos de miles de dólares más, saquen sus billeteras”. En esa oportunidad Silvia Kassab, Directora Ejecutiva de la Fundación Garrahan, expresó con alegría: “Sara Ferguson se sumó al proyecto”.
Creo que todos los argentinos debemos colaborar con lo que esté a nuestro alcance. Esta es una de las pocas organizaciones de bien público que cumple con todos los requisitos exigidos por los donantes: los beneficiados directos son niños y niñas enfermos. La gente que los asiste es generosa, abnegada y cariñosa, y como si esto fuera poco, la transparencia de la Fundación Garrahan es absoluta. Un verdadero orgullo para los argentinos.
Un pedido especial para un niño especial: Ramiro Roff, de la ciudad de Lincoln, tiene 10 años y quedó ciego mientras estaba alojado en la Casa Garrahan. Durante la última semana del mes de marzo del 2005 los médicos le diagnosticaron una enfermedad extremadamente grave. Como Ramiro es un niño muy dulce, cariñoso y con un espíritu inquebrantable, el personal de la Casa Garrahan me hizo un pedido especial para transmitir a los lectores de “El Suplemento”. Si alguien cuenta con una computadora para ciegos para donarle a Ramiro que por favor se contacte con la Fundación a los teléfonos o mail citados anteriormente.
Ramiro es un niño con tanta valentía y ganas de vivir que realiza cosas increíbles: de hecho, a pesar de su ceguera, anda en monopatín y en bicicleta.
Reflexión Final:
De la Casa Garrahan me marché con mucha esperanza, porque al fin encontré algo positivo en nuestro querido país. Un lugar honesto, transparente y digno de admiración en esta sociedad tan corrupta e individualista. Finalizo esta nota con las emotivas palabras con las que me despidió Beatriz Reznik “Yo creo que cada vez que interactuás con los chicos, es más lo que te llevás en el alma que lo que les dejás”. Ø