Mientras los argentinos se encerraban en una estricta e interminable cuarentena, en la residencia presidencial estaban de fiesta.
Los argentinos asisten asombrados a la cruel realidad de los hechos. No sería temerario afirmar que jamás fue tan evidente que existe leyes para los poderosos y leyes para el resto de la población
Las fotos y videos del cumpleaños de la primera dama de la Argentina, tomadas durante la cuarentena más estricta en la residencia presidencial de Olivos, lo demuestra. Mientras que en el año 2020 millones de ciudadanos eran confinados en sus hogares, impedidos de circular, ver, asistir y enterrar a sus seres queridos (con la excusa de la pandemia de Covid-19), en la cima del poder esas restricciones no eran aplicables. Allá arriba todo era diversión irrestricta. En la residencia de Olivos se organizaron lujosas fiestas que terminaron pagando los ciudadanos de a pie. Y lo peor es que la mayoría de los argentinos pagaron los gastos sin haber sido debidamente notificados… porque los dueños del poder las realizaron en secreto. A escondidas.
La inmoralidad de esas acciones es superlativa. Demuestra que los políticos nacionales en el poder operan como si pertenecieran a una casta, una casta privilegiada. Por otra parte, expone la insensibilidad de los gobernantes y su absoluta estupidez o total indiferencia, porque en estos tiempos organizar fiestas clandestinas sin impedir el acceso de participantes con celulares es francamente irracional, dado que todo el mundo sabe que al final las fotos y videos terminarán difundiéndose masivamente. Si casi nadie puede preservar los tomados en la intimidad del hogar, ¿cómo no se van a viralizar las fotos y videos tomados en la residencia presidencial en donde el presidente y su pareja fueron los anfitriones?
La mentira y las pruebas del delito
De acuerdo a las leyes argentinas vigentes, en esa época la fiesta fue un delito, no un simple “error” como eufemísticamente lo definió el presidente Alberto Fernández. Y él bien lo sabe, dado que es abogado y profesor de derecho en la Universidad de Buenos Aires. Por esa acción, tanto el presidente como el resto de los participantes deberían ser enjuiciados, algo que difícilmente sucederá, dado que existe una ley que se aplica a los poderosos y una ley para el resto de la sociedad. Lo más grave es que el presidente Fernández negó varias veces ese festejo, incluso un par de días antes de que fuera viralizada la foto donde todos los participantes sonríen a la cámara.
“En la residencia de Olivos se organizaron lujosas fiestas que terminaron pagando los ciudadanos de a pie. Y lo peor es que la mayoría de los argentinos pagaron los gastos sin haber sido debidamente notificados”
Dicho sea de paso, de acuerdo a una encuestadora de opinión, el ciento por ciento de los argentinos ya están enterados de la fiesta a través de las fotos filtradas. En los anales de las mediciones de opinión, jamás sucedió algo así. Es la primera vez que todos, absolutamente todos los argentinos y argentinas, saben de qué les están hablando.
El grave problema que esta fiesta y su posterior negación reiterada deterioró la palabra presidencial a niveles de subsuelo. Ya nadie sensato le puede creer. Es una falta de confianza respaldada por hechos.
A la gravedad de este caso ahora también se suma que la conducción de la argentina se mostró tal cual es: bicéfala. La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner retó públicamente al presidente e incluso lo interrumpió pidiéndole el micrófono en actos transmitidos a todo el país por televisión. Allí se desnudó la total sumisión del presidente a la vicepresidenta. Un hecho sin precedentes en la historia nacional.
Un barco que se hunde
En esas apariciones públicas se visualizaron las luchas de poder entre las dos principales figuras políticas del país, que en definitiva es una lucha que se lleva a cabo sobre la cubierta del Titanic, porque al igual que ese enorme trasatlántico, la argentina se está yendo a pique. Se hunde en la miseria y la desolación. Nadie invierte, la economía se deteriora a pasos agigantados, el empleo está destruido, y el papel moneda casi no existe. Y para colmo… la pandemia.
“El grave problema que esta fiesta y su posterior negación reiterada deterioró la palabra presidencial a niveles de subsuelo. Ya nadie sensato le puede creer”
Por eso nunca el país estuvo tan mal. A la insensibilidad demostrada por los gobernantes también hay que sumarle su absoluta incapacidad. De allí que si alguien quisiera vaticinar el destino del país ya no podría tomar como referencia, como antaño, a Canadá o Australia. Ahora todo demuestra que el destino de Argentina es terminar como México, un narcoestado donde los carteles dominan la situación como amos y señores.
Y los hechos, otra vez los hechos, lo demuestran. Hace pocas semanas, Guillermo Cantero, el líder de la banda narco “Los monos” declaró frente a la Justicia que “Tengo oficios varios, contrato sicarios para tirar tiros a jueces”. Esto lo dijo frente a tres jueces, quienes lo juzgan por haber ordenado desde la cárcel al menos diez atentados contra domicilios de funcionarios e instituciones judiciales cometidos entre mayo y agosto de 2018. Cantero testificó vía Internet porque no se podían brindar las condiciones de seguridad para trasladarlo físicamente a la provincia de Santa Fe.
Repasando: un preso, narcotraficante, líder de un cartel, dijo que contrata sicarios para tirotear a jueces y fiscales, órdenes que emitió estando detenido en una cárcel de máxima seguridad. Y las fuerzas policiales reconocieron que no estaban capacitadas para trasladarlo unos 300 kilómetros.
Esto demuestra que quizás la Argentina ya es como México.¤