Jueces corruptos, fallos escandalosos, y una sociedad harta
Momentos difíciles son los que atraviesa la Argentina. Los ciudadanos de este país ya no creen ni en los políticos, ni en los legisladores, ni en la policía, ni en los gremialistas, ni en las instituciones. Podría asegurarse que a fines de marzo de 2018 los argentinos ya no creen en nadie, especialmente porque desde hace pocas semanas el único poder que quedaba, más o menos con algo de prestigio, lo perdió definitivamente.
La increíble resolución que tomaron dos de los tres jueces del tribunal de la Sala I de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal pulverizó la mínima confianza que la gente aún depositaba en el poder judicial. Lo que el imaginario nacional denominaba abstractamente como La Justicia ha dejado de existir, por eso no es exagerado afirmar que ya no nos queda ni siquiera eso.
¿Cuál fue el motivo que provocó ese daño irreparable? Sencillamente que el hasta hace poco apresado Cristóbal López, uno de los “empresarios” más conocidos del país, que hizo crecer sus numerosas empresas desmesuradamente gracias a las prebendas, dádivas, y negociados llevados a cabo conjuntamente con los tres sucesivos gobiernos kirchneristas, empresario del juego, del petróleo, del aceite, de los medios, etc., obtuvo su libertad en forma escandalosa. Salió de la prisión gracias al voto inconcebible de dos de los magistrados que integran dicho tribunal: los doctores Jorge Ballesteros y Jorge Farah, que no solo dejaron libre al susodicho, sino que hicieron lo propio con su socio Fabián De Sousa, ambos partícipes de los negociados más turbios y escandalosos que se recuerden. Y lo que es peor, los magistrados, además de dejarlos en libertad, también cambiaron la carátula de la causa judicial para beneficiarlos. Fue algo tan escandaloso, obsceno e increíble, que la diputada Elisa Carrió, que forma parte de la coalición gobernante, solicitó al Consejo de la Magistratura (organismo que debe evaluar el accionar de los jueces) que investigara si hubo dinero de por medio para influenciar dicha sentencia. Traducción al castellano básico: si ambos presos les pagaron a los jueces para emitir ese fallo escandaloso.
“La sociedad argentina quedó tan conmocionada por ese fallo judicial que muchos ya no se preguntan si hubo coimas; directamente discuten el monto de las mismas”
“Espero que la Cámara de Casación revierta el mamarracho que hicieron Farah y Ballestero”, asestó Carrió, en diálogo con el diario La Nación en un pasillo de la Cámara de Diputados de la Nación. Agregando: “Hay que investigar a los jueces para ver si no hubo dinero de por medio, como habría ocurrido con la causa de la mafia del oro, en la década de los 90”, arremetió esa muy influyente diputada, en referencia a una de las causas de las cuales participó el juez Ballestero. La sociedad argentina quedó tan conmocionada por ese fallo judicial que muchos ya no se preguntan si hubo coimas, sino que directamente discuten el monto de las mismas. Como los dos empresarios imputados son multimillonarios cualquier cifra que se esgrima no despierta el asombro de nadie: diez, quince, veinte millones de dólares para cada uno sería un monto bastante razonable para todos aquellos que piensan que se sobornaron a esos dos jueces.
El negocio redondo de los corruptos
De acuerdo al cambio de la carátula, lo de López dejó de ser “delito” para ser simplemente “evasión fiscal”. Ese fallo produjo un enorme shock en la población, porque todos están al tanto que se comprobó que tanto López como De Sousa se quedaron con al menos mil millones de dólares de impuestos a los combustibles que nunca abonaron al fisco, como era su obligación, y que ese dinero mal habido se utilizó para la compra de varios medios de comunicación destinados a difundir las bondades de los gobiernos kirchneristas, denostar a todos aquellos que los criticaban y además disfrutar de una multimillonaria pauta publicitaria oficial. Lo que se dice, un negocio redondo, una fórmula ideal de negocios propios del tercer mundo: cero riesgo empresario, partiendo de cero inversión propia, y beneficiándose con ganancias ilimitadas.
Cabe señalar que el monto de la deuda por los impuestos retenidos del impuesto a los combustibles a través de la petrolera Oil (propiedad de Cristóbal López y Fabián De Sousa) derivados a otros fines casi se duplicó a la fecha por los intereses devengados. Muchos afirman que en la actualidad esa cifra alcanza a casi 17.000 millones de pesos. Como en la Argentina no existe una moneda real, nunca se sabe de qué cifra se está hablando en estos momentos. El peso, moneda de curso legal que se utiliza en las transacciones menos importantes, lamentablemente no es referencia de nada. De allí que es importante señalar que al momento de la retención indebida de impuestos, López y De Sousa desviaron mil millones de dólares.
El fallo de ambos camaristas fue tan escandaloso que la Corte Suprema de Justicia pidió al Consejo de la Magistratura que analizara cómo se conformó dicho tribunal, dado que los únicos titulares del mismo eran Jorge Ballestero y Leopoldo Bruglia. El doctor Farah fue llamado porque en ese tribunal había una vacante. El tercer integrante del mismo, Eduardo Freiler, fue destituido a fines de 2017 porque nunca pudo justificar su millonario modo de vida. Era el juez más rico de los tribunales de Comodoro Py (sede de los tribunales federales) hasta que fue destituido por mal desempeño de sus funciones a partir de denuncias por “notorios actos de corrupción”.
La indignación de todos
Ante este hecho, el mismísimo presidente de la República Argentina, Mauricio Macri, expresó respecto al delito que se le imputa a López y De Sousa que “no es evasión sino malversación”, agregando que “desde el Gobierno y la AFIP vamos a apelar y confío, más allá de la indignación que nos ha dado a muchos argentinos este fallo, en el proceso global de la Justicia. Más allá de focalizarnos en si tiene que estar preso o no porque entorpeció o desobedeció las órdenes del juez, que eso no creo que sea central en este momento, lo central es el cambio de carátula. No puede ser que se quiera enmarcar esto en una evasión, cuando no fue evasión. Él cobraba por cuenta y orden de la AFIP impuestos que no eran de su actividad y se los quedó y los destinó a comprar otras cosas. Se los robó. Eso claramente es malversación, es una acción delictiva absoluta. No corresponde. Estamos hablando de muchos miles de millones de pesos que son de los argentinos”.
“Una fórmula ideal de negocios propios del tercer mundo: cero riesgo empresario, partiendo de cero inversión propia, y beneficiándose con ganancias ilimitadas”
A los argentinos, entonces, ya no nos queda ni siquiera la esperanza en la justicia. Por eso, todos nos preguntamos, parafraseando al gran Chapulín Colorado: “¿Y ahora… quién podrá salvarnos?” ¤