Mientras que en decenas de países del mundo, incluyendo Argentina, mucha gente se desespera por recibir las escasas vacunas contra el coronavirus con las que cuentan, aquí en Estados Unidos el ritmo de vacunación se encuentra en una meseta.
Y no es, por supuesto, porque falten vacunas; de hecho, Estados Unidos vive una situación diametralmente opuesta a las naciones mencionadas, ya que cuenta con un exceso de las mismas, muchas de las cuales ha donado a los países menos desarrollados. Tampoco es porque la pandemia esté totalmente bajo control; por el contrario, en varios estados del país los contagios están aumentando dramáticamente gracias a la variante delta, que ya es por lejos la principal cepa por estos lados. En la actualidad, los estados del sur -Florida, Louisiana, Georgia, Mississippi, Alabama, Arkansas, Tennessee, y South Carolina- son los que muestran los números de casos más alarmantes. Al mismo tiempo, esos mismos estados sufren, dato que no sorprende, los números más bajos en vacunaciones, y con un gran porcentaje de la población que descree en los cuidados preventivos como el uso de máscaras faciales y distanciamiento social.
De acuerdo a los Centers for Disease Control and Prevention (CDC), al momento de cerrar este número de El Suplemento se habían administrado un total de 363,915,792 vacunas, y más de 171 millones de estadounidenses ya se han vacunado con las dos dosis necesarias. Esta variante tan contagiosa, sin embargo, se encontró en el camino con insospechados aliados, gente con una gran presencia en las redes sociales y con capacidad para diseminar información falsa sobre todo lo relacionado al virus, y en particular, a las vacunas. Lo curioso es que son muy pocos los “super-spreaders” a la cabeza de la campaña de desinformación; de hecho, a este grupo se los conoce como los “Disinformation Dozen”. Nosotros, en lenguaje criollo, los podríamos llamar “Los Doce Chantas”.
De acuerdo a los investigadores del Center for Countering Digital Hate (CCDH), tan solo doce personas son responsables por el 65% de las mentiras que se propagan por Facebook, Twitter, o Instagram. Los Doce Chantas difunden información totalmente falsa, sin ningún sustento científico, sin ningún respaldo serio, más que el de sus propios delirios o intereses personales.
¿Quiénes son Los Doce Chantas? Activistas anti-vacunas, practicantes de medicinas alternativas, personas relacionadas con la política o la religión, y hasta profesionales de la salud. Muchos de ellos poseen varias cuentas en distintas redes sociales, y una vez que son identificados como propagadores de mentiras y les suspenden sus cuentas, regresan con otros nombres, o hacen pequeños cambios para continuar con sus campañas de desinformación.
Entre ellos figuran personajes conocidos dentro del mundo de las teorías conspirativas que han estado activos por varios años. Los disparates que propagan no tienen límites y hay para todos los gustos: algunos consideran que la pandemia es una farsa, que el virus no existe, que las vacunas magnetizan a las personas, que causan autismo, que a los vacunados les insertan microchips para controlarlos remotamente, que en dos años todos los vacunados morirán como resultado de un plan para limitar la población mundial…
Uno de los más notables Chantas es Joseph Mercola, un osteópata de Florida con muy activa participación en las redes sociales y que ha hecho una fortuna que supera los 100 millones de dólares vendiendo productos y técnicas curativas sin ningún sostén científico. Su novia, Erin Elizabeth, responsable del sitio web Health Nut News y varias veces acusada de diseminar comentarios antisemitas, también difunde información falsa con respecto al Covid. Ty and Charlene Bollinger, autores del documental The Truth about Cancer, han hecho una fortuna vendiendo videos contra las vacunas, en muchos casos en asociación con otro Chanta 12, el activista anti-vacunas Robert F. Kennedy Jr., quien difunde los videos de la pareja a cambio de un porcentaje de las ventas. Un caso muy particular es el de Rizza Islam, un influencer antisemita y homofóbico cuyo target desinformativo es la comunidad afroamericana.
Hay muchos otros, pero todos tienen como común denominador, más allá de las mentiras que propagan y el interés económico, el hecho de ser expertos en el uso de las redes sociales y la persuasión.
Los investigadores del CCDH encontraron que las plataformas digitales filtran solo un 5% de la información falsa sobre el Covid, y que los sitios y cuentas que difunden desinformación, lejos de perder fuerza, están creciendo: las 425 cuentas identificadas tienen unos 59.2 millones de seguidores, número que va aumentando a medida que pasan los meses y la situación no se resuelve.
La pandemia, eventualmente, será superada, pero los monjes de las teorías conspirativas y la difusión de mentiras seguirán explotando la ignorancia e ingenuidad de millones de personas con algún otro tema. En fin, una faceta más del lento pero sostenido declive del imperio americano que, en este caso, tiene serias consecuencias para todos. ¤