Faltan vacunas y los argentinos resisten un nuevo gran encierro
Maldito coronavirus. Justo cuando los gobiernos del mundo empezaban a autorizar las primeras vacunas, en Inglaterra apareció la cepa británica, capaz de contagiar más rápido. Después aparecieron otras cepas, algunas, aparentemente, restándole efectividad a las vacunas. No solo eso, el virus en sus distintas formas, decidió volver a la carga, convirtiendo al invierno del hemisferio norte en una pesadilla de contagios.
A fines de abril del 2021 hay países como Estados Unidos y Gran Bretaña en donde el virus, sin explicación alguna, parece retirarse momentáneamente, más allá del progreso de la campaña de vacunación. En esos países hay optimismo. Al mismo tiempo, en otros países, como España, Francia e Italia, sigue la lucha contra un virus que no da tregua. Lo importante es que todavía ningún país está en condiciones de declararse ganador. Esa es la situación en el hemisferio norte.
Ahora… ¿Qué está pasando en Argentina?
Un país sin respiro
Recordemos que la Argentina -con un plan de encierro atroz que le hizo mucho daño a su economía- tuvo su primer pico en octubre pasado, después del invierno sudamericano. A partir de ese momento, hubo una disminución moderada de casos en los últimos meses de 2020 y los primeros de 2021, pero, dato que muchos argentinos, tan cansados, prefirieron ignorar… el grado de contagios siguió siendo muy alto.
En ese contexto peligroso, la gente, harta del coronavirus, trató de tener un verano normal, y los jóvenes se descontrolaron. El triste resultado es que hoy la Argentina está enfrentando una tremenda segunda ola de contagios sin mucho dinero ni vacunas, y el resultado es incierto. La pregunta clave es: ¿Era evitable todo esto?
Todo salió mal con las vacunas
La madre de todos los errores fue no arreglar con Pfizer o Moderna antes de noviembre, cuando lograron autorización para vender sus vacunas y tuvieron una avalancha de pedidos. Eso fue lo que hicieron algunos gobiernos que, sabiendo que estas empresas estaban a la vanguardia de los esfuerzos, firmaron acuerdos tentativos que se podían cancelar si las potenciales vacunas no eran aprobadas. El gobierno argentino, en su momento, evitó cualquier compromiso con ellos, y en cambio -junto a México- fue partícipe de un acuerdo algo complicado con la por entonces favorita AstraZeneca, que permitía a la Argentina participar en la producción mexicana de vacunas de dicho laboratorio.
Por eso, cuando el proyecto de vacuna para el coronavirus de AstraZeneca-Universidad de Oxford empezó a tener serias demoras hacia octubre del año pasado, eso fue una pésima noticia para la Argentina. No solo porque AstraZeneca ofrecía una vacuna barata, había invertido en logística mundial, y hasta estaba dispuesta a que la vacuna se fabricara parcialmente en Argentina, sino también porque Argentina había apostado a un solo caballo, y de golpe la posibilidad de llegar a fin de marzo 2021 con diez millones de vacunas disponibles en Argentina se desvaneció.
Los ganadores de la carrera por la vacuna resultaron ser los laboratorios norteamericanos Pfizer y Moderna, con los cuales Argentina había evitado un acuerdo durante el período de pruebas. Ya en noviembre se sabía que -porque los contratos con el gobierno norteamericano, la Unión Europea y otros iban a tener prioridad- esos dos laboratorios no estaban en condiciones de producir para la Argentina hasta la segunda mitad del 2021. Eso no era aceptable para el gobierno argentino, y en vez de aceptar la realidad, trataron de evitar las consecuencias del tremendo error buscando cualquier alternativa.
La Sputnik V, la vacuna rusa que desde los primeros anuncios también había tenido una demora que nunca fue explicada, no contaba con la aprobación de los entes regulatorios de Estados Unidos y Europa. Y los rusos no estaban haciendo muchos esfuerzos para conseguir la aprobación. Pero un gobierno argentino desesperado decidió ir a Moscú a firmar un ambicioso acuerdo con el fondo que comercializaba la vacuna rusa por el mundo. Aclaramos que si los rusos hubiesen entregado 15 millones de vacunas a los criollos antes de fin de abril 2021, la jugada peligrosa del gobierno argentino se hubiese entendido, porque hoy casi la mitad de los argentinos estarían vacunados, gran defensa contra la segunda ola. Pero el diablo metió la cola.
Un panorama sanitario muy oscuro
Por como se dieron las cosas a nivel mundial, en el 2021 cualquier fabricación de estas vacunas fuera de los Estados Unidos y Europa se complicó por falta de insumos importantes… como unos filtros para la vacuna de AstraZeneca que Estados Unidos se negaba a exportar. Entonces, las dos principales apuestas de los argentinos, Rusia y AstraZeneca en México, sufrieron demoras serias en la producción. Los rusos solo entregaron una fracción de lo comprometido, y los mexicanos… nada hasta abril. Una tardía compra a la Sinopharm china también sufrió inexplicables demoras.
Llegamos a mediados de abril, comienzo de la Segunda Ola, y los argentinos tienen a solo el 12% de su población vacunada. Gran Fracaso. Si eso no es suficiente mala noticia, hace algunos meses en Brasil apareció la cepa de Manaos, muy contagiosa y difícil de resistir con las vacunas de tipo tradicional que estuvieron llegando a la Argentina. Esta cepa de Manaos, junto con la británica, ya está presente en la Argentina y está haciendo estragos.
Cuando se escriben estas líneas, el panorama sanitario en Argentina es muy oscuro. Los contagios y muertes superan el pico de octubre. El gobierno nacional ha vuelto a anunciar medidas de encierro, pero esta vez no se sabe si los porteños y algunas provincias van a acompañar. Por estos días, un gobierno argentino muy agotado está tratando de establecer contactos con Estados Unidos para ver si llegan algunas vacunas que el gigante norteamericano no necesita. ¤