Estamos llegando a la mitad del año 2020 y muy conscientes del momento histórico que nos toca vivir por el Covid-19, ya que nunca vimos a cinco continentes afectados por una misma pandemia que obligó al mundo a cerrar sus economías y confinar a la población a un aislamiento social de más de un mes en sus hogares.
En Estados Unidos, sus 330 millones de habitantes detuvieron sus actividades completamente, absorbieron la gravedad de la realidad, se adaptaron al brusco cambio y observaron la primera cuarentena de 15 días que comenzó el 15 de marzo y su duración fue prolongada hasta que las autoridades federales, estatales y regionales se pusieron de acuerdo con la evaluación de los expertos, el Dr. Anthony Fauci y la Dra. Deborah Birx para hacer una transición en tres fases para la reapertura de la economía y el comienzo de las actividades laborales y académicas pautadas para la primera semana de mayo.
El presidente Donald Trump y el vicepresidente Mike Pence, honrando la tradición del federalismo, delegaron el poder a los 50 gobernadores para decidir y autorizar la reapertura del país bajo las directivas del “White House Task Force” liderado por los doctores Fauci y Birx y la colaboración principal del secretario de Salud Dr. Alex Azar, el Cirujano General Dr. Jerome Adams, el Director del CDC Dr. Robert Redfield, el Secretario de Veteran Affairs Robert Wilkie, la administradora de Medicare y Medicaid Seema Verma y las normativas de la FDA para coordinar, supervisar, monitorear, prevenir, contener y mitigar la expansión del Covid19.
“California ha sido un modelo de obediencia y civilidad, ya que sus 40 millones de habitantes cumplieron con las directivas de la cuarentena”
Ellos acordaron aplicar un protocolo de seguridad sanitaria para comenzar la reapertura gradualmente considerando los criterios de las tres fases: 1-los índices de la enfermedad (síntomas de gripe), 2- índice de infección del Covid19 y 3- la capacidad de los hospitales para los primeros 14 días, más las recomendaciones para los empleadores y empleados sobre el distanciamiento social y la protección de los mayores con condiciones pre-existentes de salud.
La cuarentena en California
Los gobernadores emularon al Presidente Trump (quien siempre piensa en ganar y en grande) y se constituyeron “per se” en los voceros del Covid19 en sus estados, exposición televisiva que les dio poder y fama nacional (el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, ya está mirando la Casa Blanca). Ellos recibieron todo el apoyo logístico del gobierno federal al igual que miles de equipos de salud, dos hospitales navales equipados con 1000 camas cada uno y todo el personal médico y de enfermería, el Mercy para California y el Comfort para Nueva York, más los 30 mil ventiladores que el presidente Trump hizo construir de emergencia con la valiosa actitud de servicio de General Electric y las fábricas de autos Ford y General Motors.
California ha sido un modelo de obediencia y civilidad, ya que sus 40 millones de habitantes cumplieron con las directivas de la cuarentena y el espíritu creativo estuvo a prueba (tertulias familiares, jardinería, cocina, y entretenimiento) y sobre todo el saber manejar positivamente el estrés y la frustración del aislamiento acumulados, en forma pacífica, con empatía, compasión y compromiso civil.
Enfrentar las adversidades con optimismo y esperanza es beneficioso, porque siempre el camino es más llevadero y así sin darnos cuenta nos fuimos fortaleciendo en el andar de cada día dentro de un cataclismo global del cual saldremos renovados y seguramente con muchas preguntas sobre el origen verdadero del Covid19.
Esta pausa nos hizo reflexionar. Pusimos más atención a los vínculos familiares (fuimos negligentes con el celular). Sentimos que nuestras relaciones se fortalecían con nuestra acentuada obediencia social, más cooperación en las tareas hogareñas y la búsqueda de cada cual para compartir el último reporte oficial “The White House Health Briefing” del Covid19, que ya se estaba convirtiendo en nuestro programa favorito de la tarde.
“Esta mirada introspectiva de sabiduría a nuestro ser interior nos conlleva a adecuarnos al cambio inminente que de seguro será para superarnos y vivir mejor en esta nueva realidad, de la cual emergemos más fortificados física y espiritualmente”
Las redes sociales fueron indispensables para alivianar el reclutamiento hogareño y compartir con familiares, amigos, y compañeros un sinfín de notas humorísticas como también las últimas composiciones musicales que a ritmo de cumbia desafiaban al mortal patógeno Covid19.
El antes y el después
El tiempo transcurrió con mansedumbre y la gran mayoría tuvo el tiempo en demasía para reflexionar entre aquel “antes” y este “después” y es casi seguro que todos llegamos a la misma conclusión: ¡qué hermosa es la vida!
Supimos profundizar en el verdadero significado y propósito de nuestra vida. Esta mirada introspectiva de sabiduría a nuestro ser interior nos conlleva a adecuarnos al cambio inminente que de seguro será para superarnos y vivir mejor en esta nueva realidad, de la cual emergemos más fortificados física (por el generoso descanso que nos liberó del estrés acumulado) y espiritualmente (ya que todo el temor al contagio del temido coronavirus iba siendo transformado en un crecimiento formal con información científica que nos restauró la seguridad). Aprendimos a cuidar nuestra salud y reforzar las reglas de higiene que ya son todo un ritual diario.
Esta emergencia nacional nos ha congregado en un despertar de unión cívica (donde la agresiva polarización entre demócratas y republicanos se ha apaciguado, aparentemente), el distanciamiento social ha beneficiado a todos, la entrega vocacional heroica de los médicos y enfermeras, el quehacer “overtime” de los dispensadores de alimentos al paso, el cartero, el diariero, el jardinero, el recolector de basura, en fin, todo aquel trabajador que pese a los riesgos mortales de la infección, estuvo allí para servirnos. ¡Gracias! Admiramos la actitud de generosidad de todos los voluntarios angelinos que distribuyeron alimentos, máscaras y también mucho optimismo y esperanza.
Agradecemos y admiramos el gran espíritu del gobierno norteamericano al ayudar económicamente a restablecer la economía otorgando subsidios a las industrias y empresas devastadas por esta situación y un estipendio mensual a los hogares más carenciados.
Este es el fin de un ciclo pandémico en que todos somos parte de un proceso de transformación, de donde estamos emergiendo con una visión profunda de transcendencia más humanística, dejando atrás el ego narcisista del “yo” por la inclusión del “nosotros”. Así reforzaremos los vínculos sociales y nos comunicaremos con más empatía, humildad y misericordia.¤