Cambiar la mentalidad es el punto más importante, ya que si no lo hacemos, todos nuestros esfuerzos serán en vano
COMER PARA PODER BAJAR DE PESO
De la única forma que se puede bajar de peso es comiendo, que es totalmente lo contrario a lo que hemos escuchado durante toda nuestras vidas. O sea, lo opuesto a hacer dietas. Esa gran obsesión que tenemos por ser flacos, por prestar atención a prioridades externas, en vez de escuchar a nuestro cuerpo y darle lo que necesita: balance nutricional.
Para poder bajar de peso, tenemos que comer durante el día. Como mínimo, nuestro cuerpo necesita de tres comidas básicas: desayuno, almuerzo y cena. Si salteamos una de esas comidas, nuestro cuerpo recuperará las calorías en la próxima comida. El cuerpo detesta pasar hambre.
Calidad versus cantidad
Estamos acostumbrados a servirnos un plato lleno de comida. El plato siempre debe estar lleno. Bueno, eso es lo que creemos, y en ciertas instancias, es cómo nos criaron. ¿Se acuerdan? “¡Hasta que no termines tu plato, no te levantás de la mesa!” Con esa creencia siempre estaremos comiendo un exceso de calorías. Nuestro cuerpo necesita una cantidad exacta de calorías que se determina por nuestra altura, peso, género y actividad física que realizamos todos los días.
La primera pregunta que siempre persiste… ¿Qué comemos? La respuesta es un poco compleja, ya que todos los cuerpos necesitan de un balance nutricional distinto. Para empezar, podemos decir que si reducimos todo tipo de alimentos procesados, alimentos en cajas, enlatados, bebidas con altos contenidos de azúcares, alcohol, y todos aquellos alimentos envueltos en un papel de metal, el futuro es muy alentador.
Si reducimos todo tipo de alimentos procesados, alimentos en cajas, enlatados, bebidas con altos contenidos de azúcares, alcohol, y todos aquellos alimentos envueltos en un papel de metal, el futuro es muy alentador.
Reducir no es lo mismo que privar
Los distintos medios de comunicación siempre nos recuerdan que debemos dejar de comer ciertos alimentos. Automáticamente, ese mensaje, nos crea un sentimiento de negatividad. ¡Nos están diciendo qué es lo que tenemos que comer! Así creamos una resistencia interna y más nos aferramos a la idea de que NO queremos dejar de comer esos alimentos específicos. En vez de dejar de comerlos drásticamente, empecemos por reducir la cantidad de consumo.
Lo ideal sería reducir la ingesta de la cantidad de alimentos procesados. Obviamente, dejarlos de comer sería óptimo. ¿Por qué? Porque nuestro cuerpo no necesita de ningún tipo de alimento procesado. Éstos tienen gran cantidad de sodio y azúcares agregados; si el producto de caja tiene más de 10 ingredientes, quiere decir que está demasiado procesado. Si nos cuesta leer la lista de ingredientes, quiere decir que ese alimento contiene elementos químicos que no necesitamos. Todo lo que nuestro cuerpo necesita proviene de alimentos sin procesar. O sea, nuestro cuerpo necesita alimentos frescos.
Antes de pensar qué debemos comer, tenemos que plantear si estamos listos para realizar cambios. Para poder bajar de peso, lo más importante es cambiar la mentalidad que nos llevó a tener esas libras de más. Una vez que cambiamos la mentalidad, la elección de alimentos saludables toma un lugar de prioridad en nuestras vidas. Nuestras vidas empiezan a tener un tipo de enfoque distinto, ya que no nos preocupamos por lo que no podemos comer, sino que internalizamos el balance nutricional que tanto anhelábamos.
Nuestro cuerpo no necesita de ningún tipo de alimento procesado. Éstos tienen gran cantidad de
sodio y azúcares agregados; si el producto de caja tiene más de 10 ingredientes, quiere decir que está demasiado procesado.
Tomando control de nuestras elecciones
El control que queremos tomar en cuanto a elecciones saludables de comida es alcanzable en cualquier momento de nuestras vidas, ya sea a los 20, 40, 55, ó 75 años. El punto crítico es sincerarnos en cuanto a las verdaderas prioridades que son importantes para nosotros, no para los demás.
El control que queremos alcanzar toma efecto cuando, por ejemplo, vamos a comer a un restaurant y nos sirven chips con salsa, o una bandeja con pan, manteca u otros aderezos antes del plato principal. Automáticamente nuestra mente registra que esos chips o ese pan con manteca no lo necesitamos, o simplemente elegimos una porción para satisfacer ese antojo en particular.
Ese anhelado control toma lugar cuando las excusas dejan de existir, y ejecutamos decisiones conscientes, en vez de reaccionar sin prestar atención a nuestras elecciones. ¤