Y así, de a poco, apenas un minuto cada 24 horas, los días se van acortando, el sol surca el cielo cada vez más cerca del horizonte y parece mentira, pero las hojas de algunos árboles, como impacientes, ya se van tornando amarillentas o rojizas. Cualquier día de estos, luego de un chaparrón, la temperatura bajará momentáneamente unos grados, y aunque el calor sofocante regresará implacable, esa noche fresca será como el preludio de lo que vendrá.
El otoño, según la filosofía taoísta china, es una etapa de reflexión. Así como la naturaleza comienza a cerrarse en sí misma, nuestros cuerpos, parte inseparable del resto del planeta, polvo de estrellas, átomos que responden a las mismas leyes que aquellos perdidos en lejanas galaxias, nuestros cuerpos intentan seguir los ritmos del universo.
Esto que para bichos de ciudad como la mayoría de nosotros suena a discurso new age, es pura ciencia. Las mismas leyes naturales que aplican en la esquina de Van Nuys y Sherman Way, o en los de desiertos de Nuevo México o en Sierra de la Ventana, aplican también en la convulsa Io, una de las cuatro lunas “galileanas” de Júpiter, o en aquellas distantes galaxias que el telescopio Hubble logró captar alguna vez a pesar de que escapan de nosotros a una vertiginosa velocidad y a millones de años luz de aquí.
Creo que fue el filósofo Erich Fromm quien escribió que desde el momento mismo de su nacimiento, todo hombre (y mujer, claro) se embarca en una constante lucha por regresar a la naturaleza. Pero ¿por qué nos cuesta tanto el regreso? ¿Por qué, a contramano de los pájaros y los arces, nos forzamos por combatir las fuerzas naturales en lugar de adaptarnos a ellas? Nuestros cuerpos hablan, y nosotros no escuchamos. Caminamos contra la corriente, en lugar de dejar que sea ella la que haga el esfuerzo, como sugieren los taoístas.
Como responsables de El Suplemento, por aquí nos hemos embarcado en una profunda reflexión pre otoñal para refundar nuestra publicación. Estas páginas, que nacieron titubeantes hace ya más de una década, que comenzaron así a ganarse un lugar en los comercios, oficinas o consultorios de la comunidad, han tenido siempre como misión unir a nuestra gente, cosa que hoy, mirando hacia atrás, podemos decir que hemos logrado.
Sin embargo, el mundo sigue girando y el universo se sigue expandiendo y cambia, todo cambia... Por eso, nosotros pensamos el futuro dentro de este contexto, el de una realidad cambiante a la que debemos adaptarnos. Y qué mejor forma que escuchar a nuestros lectores y amigos que nos acompañan cada mes, cada uno desde su lugar. Por supuesto, las ideas de cambio y reestructuración ya han comenzado a surgir dentro de nuestra oficina. Comienza una etapa de estudio, planes y graduales concreciones. Pero, por otra parte, sus opiniones, sugerencias, divagaciones y consejos son siempre bienvenidos. El Suplemento quiere crecer para seguir siendo, en esta nueva era, “las páginas de nuestra comunidad” en el sur de California.
Estimados amigos: estamos escuchando. ¤