En la actualidad son muchos los gobernantes latinoamericanos que están más que preocupados y alzan su voz oponiéndose férreamente a la construcción de un muro, una barrera infranqueable, que impida la inmigración ilegal en el sur de los Estados Unidos.
Pero ¿por qué será que la construcción del muro preocupa tanto a las corruptas, ineficientes y rapaces elites políticas sudamericanas? Porque estos políticos, que son bastante inteligentes, saben que con la construcción del muro indudablemente se alterará el actual estado de las cosas, y ya no podrán seguir beneficiándose como hasta ahora de la inmigración ilegal que los favorece mucho y doblemente.
Actualmente, los países latinoamericanos se dan el lujo de desprenderse de enormes cantidades de ciudadanos “molestos”, “peligrosos” e “indeseables” que exigen mejores condiciones de vida, asistencia social, trabajo, salud, seguridad y derechos.
Sin costos y sin complicaciones, a los políticos del sur les es muy fácil desprenderse de estas personas que muchas veces poseen cualidades y calificaciones irreemplazables. Sólo les deben permitir emigrar a los Estados Unidos… como sea.
Se estima que en la actualidad hay más de doce millones de inmigrantes ilegales en los Estados Unidos. Doce millones de personas que han demostrado que dejaron sus raíces, sus familias y sus amigos para vivir en paz, progresar y trabajar, simplemente buscando una mejor calidad de vida. Para tener una simple idea de referencia de lo que significa esa cantidad, basta señalar que países como Senegal, Cuba, Bélgica, Grecia, Portugal, Israel, República Checa, Hungría, Austria o Suecia tienen menos de 12 millones de habitantes.
Es como si se hubieran exportado países enteros.
Segundo beneficio: el dinero a través de las remesas
Parece increíble, pero los gobernantes sudamericanos obtienen un beneficio adicional al desprenderse de esos millones de ciudadanos que demandan una mejor calidad de vida: dinero. Muchísimo dinero. El BID (Banco Interamericano de Desarrollo) calcula que durante el año 2006 los inmigrantes latinoamericanos que trabajan en los Estados Unidos enviaron unos 45.000 millones de dólares a sus países de origen. De ese total, 13.200 millones provienen de la soleada California. Aproximadamente la mitad de esa cantidad tuvo como destino México, donde las remesas de sus ciudadanos son la principal fuente de divisas extranjeras, después de la exportación de petróleo. El dinero que envían los emigrados es tan colosal que representa la mayor fuente de divisas para países como El Salvador y Guatemala.
Costos del muro
Se estima que el costo total de la construcción del muro fronterizo costará unos 37.000 millones de dólares, de los cuales $30.000 millones estarían destinados a la instalación y mantenimiento de un ejército de casi 6.000 agentes de la Guardia Nacional, que se apostará a lo largo de la frontera con México, más un sofisticado sistema de monitoreo electrónico. Mientras tanto el muro real, el de hormigón armado y alambradas que tanto preocupa a los dirigentes latinoamericanos, costará cerca de $7.000 millones, dado que se construirá en apenas 700 millas sobre una extensión total de 2.000 millas que separan México de los Estados Unidos.
Reflexión final
Sin dudas, para los Estados Unidos construir el muro, las barreras y mantener a la Guardia Nacional será un gran negocio, porque le costará mucho menos que el actual drenaje de dólares que se produce a través de las remesas de los indocumentados.
Por su parte, a los gobernantes latinoamericanos, cuando no puedan seguir expulsando a millones de ciudadanos y no reciban miles de millones de dólares, les quedará un solo camino: de una buena vez deberán empezar a gobernar como se debe. Para toda la sociedad, procurando el bienestar de sus ciudadanos.
Y ya era hora. †