El Poncho del Gaucho

ponchoSímbolo de valentía en los duelos criollos.

Entre las prendas de vestir, el poncho era una de las más importantes por los diversos servicios que prestaba, puesto que defendía del frío y de la lluvia, se usaba de cobija cuando cuadraba la oportunidad de hacer la cama con el apero -muchos gauchos no conocieron otra cama ni otra cobija en toda su vida- pero donde se apreciaban de verdad las ventajas del poncho era en los casos, demasiado frecuentes, de pelea. A la hora de pelear, el gaucho se lo envolvía en el brazo izquierdo y formaba así una especie de coraza o escudo que le permitía parar, sin tanto peligro, los tajos o puñaladas del facón enemigo.

En muchos lugares de la República Argentina se fabricaban y se fabrican ponchos, tejiéndolos antes a mano y en telares más o menos primitivos. El “puyo”, el “pampa” y el “calamaco” —“calamaco” quiere decir poncho colorado— eran ordinarios y usados únicamente por los pobres; los gauchos ricos o elegantes, lucían el fino y abrigado poncho de vicuña —tejido con la lana de las vicuñas, rumiantes que viven en la zona andina del norte— el mejor que se conocía y que, en consecuencia, era y es muy caro.
La “chalina”, poncho liviano, es más bien un adorno que un abrigo.
Hoy mismo, el hombre de campo, si sale de viaje, jamás deja de llevar su poncho, pues sabe que puede hacerle falta en muchas ocasiones.
 
PISAR EL PONCHO
 
Entre los gauchos eran frecuentes los “duelos criollos”. A veces se batían con el solo objeto de mostrar su valor y su habilidad en el manejo de las armas; un tajo más o menos, tenía para ellos poca importancia. Por eso, jamás abandonaban el cuchillo y el poncho; este último, si hacía calor, lo llevaban terciado al hombro o de “gurupa” a la cintura.
Y ocurría que, en una reunión, un gaucho medio ”caliente” —enojado, con la sangre alterada— por la bebida u otro motivo cualquiera, arrastrase por el suelo la orilla de su poncho y se pasease entre los concurrentes, exclamando: ¡A mí “naides” me pisa el poncho!
Era la forma general del desafío; y no era necesario “pisarle el poncho”; bastaba con que otro, que también se consideraba guapo, se manifestase capaz de hacerlo para que, inmediatamente, tuviera lugar un duelo, siendo proclamado vencedor el que hería primero a su contrario. Eran duelos “a primera vista”, que es lo mismo que “a primera sangre”.
“Pisar el poncho” significa ofender, provocar, llevar por delante, cosas que el gaucho jamás toleró, pues para él la vergüenza más grande era que lo considerasen “maula” (cobarde).
 
Compilado por Carlos Avilas del libro “Voces y Costumbres del Campo Argentino”, de Pedro Inchauspe, publicado en 1949.¤
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