“Algunos prefieren cambiar el Evangelio para no tener que cambiar sus conciencias”
El Padre Eduardo de la Serna es cura de la Diósesis de Quilmes y trabaja en la parroquia Jesús el Buen Pastor, de San Francisco Solano. Su actividad profesional la realiza en la Facultad de Teología, en donde es profesor de Sagrada Escritura. Por otra parte, es vocero de Curas de Opción Por los Pobres (OPP), un grupo de sacerdotes que se reúne desde hace varios años para compartir su experiencia pastoral y reflexionar sobre su trabajo evangelizador y social con los marginados. Muchos de ellos comulgan con las ideas de la Teología de la Liberación, y por lo tanto han debido enfrentar los embates de las autoridades del Vaticano, y muy particularmente de Juan Pablo II. Contrario a la opulencia de las grandes catedrales, ellos trabajan en capillas de barrios humildes, a donde a veces se llega chapaleando en el barro. Los curas de OPP descuelgan al mudo Jesús de la cruz para hacerlo caminar otra vez; su mensaje, entonces, no siempre coincide con el que han interpretado los jerarcas de la Iglesia, casi todos ellos hombres europeos de buen pasar.
¿Cuál es la misión pastoral del grupo de Curas de Opción Por los Pobres?
Nosotros somos un grupo de curas que reflexiona sobre nuestras experiencias pastorales desde una perspectiva liberadora de opción por el pobre. A partir de allí, cada cura tiene su propia experiencia pastoral, porque hay curas que trabajan en barrios, hay otros que tienen cooperativas, etc. Así que en ese sentido, lo que nos unifica es nuestra opción por el pobre.
¿Se puede decir que forman parte o están influenciados por el movimiento Teología de la Liberación?
El grupo de Curas no tiene una adscripción porque en realidad es un grupo pastoral, no un grupo de teólogos; muchos sí somos teólogos, somos lectores de los documentos de la Teología de la Liberación, e incluso algunos hemos escrito documentos. Ahora, hay que tener en cuenta que la Teología de la Liberación surge de la experiencia de la opresión que se da en cada pueblo, y como tal tiene sus diferencias. Es decir, no es lo mismo la experiencia de la opresión del negro que la del inmigrante en Estados Unidos o la de la mujer en determinadas culturas, y por lo tanto la experiencia de la liberación va a ser diferente.
¿Por qué surge dentro del catolicismo una corriente como la Teología de la Liberación, tan disímil en su pensamiento y forma de actuar con respecto al Vaticano?
En realidad lo que habría que preguntarse es por qué existe en el mundo cristiano experiencias de pecado y opresión. Por qué hay tanta injusticia, tanta muerte, tanta violencia que hace que haya tantos que se llaman a sí mismos cristianos matan y oprimen o son injustos. La opresión es pecado, la violencia también. La pregunta es válida y me parece muy buena, pero tiene esa pre-pregunta original que nos invita antes, como cristianos, a ensayar una respuesta a eso.
¿Pero esas diferencias sobre el compromiso para poner fin a la opresión y la violencia que menciona no han sido lo suficientemente fuertes como para producir una ruptura, tal como sucedió alguna vez con el protestantismo?
Es interesante pensar que mientras ha habido ciertos sectores que tenían temor de que la Teología de la Liberación provocara un cisma en el catolicismo, el primer cisma, desde el Concilio Vaticano II hasta nuestros días, lo provocó la derecha de Lefebre. No fueron los curas del Tercer Mundo, sino sectores de la reacción contra el Concilio. Nosotros queremos que el Concilio sea el puntapié inicial de una Iglesia que se renueva constantemente.
Siempre me ha costado discernir cuál es el sentido que en La Biblia se le da al tema de la pobreza: por un lado parece condenarla como una ofensa a la dignidad humana, y por otro promueve el total desprendimiento de bienes materiales como camino indispensable para acercarse a Dios. ¿Cuál es su interpretación?
Es muy interesante, porque esto se suele malinterpretar. En concreto, en La Biblia la pobreza es un pecado, y por lo tanto algo que Dios no quiere. Lo que Dios quiere es que frente a la pobreza se pongan en funcionamiento todos los sistemas de confraternidad que invitan a que el pobre viva dignamente, sobre todo cuando tenemos en cuenta que con gran frecuencia el pobre es pobre porque existe una situación de opresión que lo lleva a esa situación. El rico corre los mojones, como dice el texto bíblico, para quedarse con lo que le corresponde al hermano. Otra cosa distinta es la actitud que propone el Nuevo Testamento y algunas partes del Antiguo que tiene que ver con compartir los bienes con el hermano. Es decir, no exalta la pobreza, sino la actitud de desprendimiento y generosidad de compartir con el hermano, sobre todo en períodos de opresión.
“Es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios” (Mateo 19:24); muchos -sobre todo los ricos, claro- han tratado de relativizar esta frase de Jesús o de estirar los límites de lo que se considera riqueza. A pesar de que parece ser bastante clara ¿Cómo debe ser interpretada a su juicio?
Bueno, la frase es lo suficientemente clara como para no dejar muchas dudas. Un camello es un camello y una aguja es una aguja.
Aunque algunos pretendan agrandar el ojo de la aguja y achicar el camello...
Claro; es que algunos necesitan calmar su conciencia. Ahora, si ellos prefieren cambiar el Evangelio para no tener que cambiar su conciencia, es problema de ellos.
¿Es una contradicción entonces ser rico y cristiano?
Es un tema interesante pero largo, porque el rico como tal, para la Biblia no es nomás el que tiene bienes, sino aquel que teniéndolos no los comparte. El que tiene bienes y los comparte con el hermano pobre está dejando de ser rico porque no está apegado a la riqueza. Cuando el rico no está abierto a descubrir en el pobre a su hermano, se pierde de dar ese paso, porque es más importante ganar un hermano que tener bienes. Ahí está el tema. En el Evangelio de Lucas, sobre todo, queda en claro que el rico se puede salvar si comparte; por supuesto que al compartir deja de ser rico. En la parábola de Lázaro y el joven rico, está claro que el rico se va al lugar de tormentos y Lázaro se va al lugar de descanso de Abraham: el rico por ser rico y el pobre por ser pobre.
Parece ser que mientras que se profundiza la pobreza y la marginación prácticamente en toda América Latina, va disminuyendo el número de la feligresía de la Iglesia Católica, y a la vez se registra un notable crecimiento de las iglesias evangélicas y pentecostales. ¿Coincide con esta observación?
A ver, en algunos casos esto no es tan cierto. Muchas veces se da que los que se alejan del catolicismo regresan rápido porque no encuentran alivio, o encuentran un alivio momentáneo. Yo personalmente no estoy dispuesto a ofrecer aspirinas espirituales; si alguien viene a pedírmelas más bien trato de mostrarle que la aspirina no la va a curar. Por otro lado, es cierto que hay muchos que se han sumado a iglesias evangélicas en determinadas circunstancias. Por ejemplo, en el Chile de Pinochet sucedió esto -sobre todo en ambientes militares- porque la Iglesia Católica tomó posturas concretas en contra de la dictadura. En casos así no me importa la cuestión del “rating”, porque yo estoy siendo fiel a La Biblia. Por otra parte, yo no entiendo que las iglesias evangélicas sean enemigas, aunque algunos lo plantean así. Me parece una buena medida para ver en qué grado yo -como cura- le estoy dando respuestas a las necesidades de la gente o si estoy apoltronado en la comodidad de ser la iglesia monopólica de América Latina. También hay que tener en cuenta que hay una enorme campaña de la política norteamericana para disolver la gran solidaridad que se da en las iglesias católicas de América Latina, a partir de la promoción de ciertos grupos evangélicos desde la época de Reagan y la Fundación para la Religión y la Democracia, que hoy en día continúa una persona que cree que Dios le habla y es un genocida. Si Dios le habla a Bush, evidentemente le da ocupado.
¿Cuáles son los factores que alejan a la gente de la Iglesia?
Creo que por un lado hay una gran crisis mundial en todo lo que es institucional, y por eso hay un acercamiento a religiones menos institucionalizadas y estructuradas. También es cierto que en Argentina la Iglesia Católica está pagando aún sus pecados; tiene una carga histórica de descrédito a partir de actitudes que no han aparecido como evangélicas ante los ojos de la sociedad.
En América Latina -y en particular en Venezuela, Bolivia, o en la mayoría de los países centroamericanos- un porcentaje muy alto de los sacerdotes católicos son extranjeros. ¿Por qué estas sociedades mayoritariamente católicas no producen suficientes sacerdotes?
Las estadísticas que manejás son ciertas, pero hay que tener en cuenta el tema de las edades de los sacerdotes, porque la mayoría de los sacerdotes “importados” son de una generación de mayor edad. Después hay que entender las razones vocacionales de cada cultura; creo que en general ha habido un aumento de las vocaciones en América Latina, incluyendo Argentina. En nuestro país hemos tenido un aumento muy fuerte de las vocaciones durante la segunda Década Infame, la de la dictadura, y después decayó, por eso habría que considerar cada época.
Entre la postura pasiva de “sometimiento a la voluntad de Dios” y la participación activa en ámbitos políticos y sociales (como en las villas y en los barrios) para cambiar la realidad de la pobreza ¿En dónde se ubica la jerarquía de la Iglesia Católica en este momento?
Yo creo que la jerarquía de la iglesia argentina está en las nubes de Ubeda; está totalmente desorientada.
¿Cuál es el criterio de la Iglesia a la hora de planear y llevar a cabo su actividad pastoral en una sociedad en la que los que se proclaman cristianos están mayoritariamente en ambas puntas de la escala social?
Bueno, me siento incapacitado para contestar lo que se hace en una de las puntas, porque no los tenemos en Solano. La verdad es que no sé como hacen ciertos sectores eclesiásticos que están muy ligados a los sectores de poder para realizar una actividad evangelizadora que sea realmente evangelizadora. De la misma manera, no me puedo imaginar cómo se puede ser capellán castrense, por ejemplo; no me queda claro en qué momento pasa uno a ser más militar que cura.
¿El hecho de que la Iglesia Católica argentina esté subvencionada por el Estado la condiciona frente al poder político y económico?
Yo pienso que estuvo lo suficientemente condicionada durante la época de la dictadura; si no fue ese uno de los motivos del silencio durante la dictadura, le pegó en el palo. El comportamiento de la jerarquía de la iglesia en esos años fue lo suficientemente escandaloso para creer que si no hubo una motivación económica o ideológica, hubo una ceguera absoluta.
¿Y hoy en día?
Hoy hay una gran crisis de pensamiento en el mundo. Uno ve los grandes líderes políticos que había en la década del ’60 –Kruschev, Kennedy, Adenauer- y teólogos de la Iglesia, como Pablo VI o Juan XXIII, y nota que había una ebullición del pensamiento. Ahora uno ve que los dirigentes del mundo son un Berlusconi, un Aznar, un Bush, un Menem, y dice que esto es una burla al sentido común, porque nadie puede tomar en serio a estos sujetos como gestores de pensamiento. Entonces, en este sentido, también la conducción de la Iglesia está bastante vaciada.
A pesar de que muchos católicos se esperanzaban con la elección de un Papa como Juan XXIII, el Vaticano reafirmó la línea de Juan Pablo II encumbrando a un hombre vinculado a los sectores más conservadores y retrógrados de la Iglesia. ¿Es de esperar una continuación o incluso una profundización del divorcio entre la jerarquía de la Iglesia y los fieles católicos a partir de la designación de Joseph Ratzinger como nuevo Papa?
Creo que una profundización no, porque él está tan encantado con su predecesor que está haciendo la plancha. Por eso no me parece que se vaya a agrandar la brecha. De hecho, la primera encíclica no cerró puertas, no anuló caminos. La verdad es que durante el primer año de pontificado no hizo nada importante; no viajó, lo cual es bueno, así que no me preocupa por la corriente negativa que pueda surgir a partir de su pontificado.
¿Por qué dice que es positivo que no haya viajado?
Porque el Papa es el Obispo de Roma; si el Papa viaja tanto y en todos lados va bajando línea, pasa a ser una especie de Obispo Universal, y los obispos de los países pasan a ser como obispos auxiliares.
Esa es precisamente la idea que tiene tanto el devoto como el laico...
Por supuesto, y eso lo reafirmó Juan Pablo II con su pontificado, que fue bastante autoritario. Me parece importantísimo que quede en claro que el Papa es a lo sumo el “primus interpares”, como se decía tradicionalmente.
¿Podría el Vaticano tener un papel menos declamatorio y más activo, más concreto, en el trabajo de eliminar la miseria y la marginación en el mundo?
Eso sería deseable, pero no creo que lo vaya a hacer. Si leés la última encíclica, es totalmente eurocéntrica. El Tercer Mundo existe en los papeles, pero no en la realidad. En esta encíclica, todos los nombres que aparecen como personajes importantes son todos de Europa, hasta cuando nombran a la Madre Teresa, que es una monja europea. De hecho, el nombre que se eligió el nuevo Papa –Benedicto- evoca al patrono de Europa.
¿Qué papel pueden jugar los grupos religiosos de base para generar una alternativa al conservadurismo que baja del Vaticano?
Lo que pasa es que el debate se está dando por todos lados: en la Iglesia, en la Facultad de Teología, en los institutos... Realmente es interesantísimo el movimiento de discusión que se va dando. Hay una vitalidad que no aparece muy deseable para ciertos sectores, pero se va dando y tarde o temprano va a hacer eclosión.
¿Cuáles son las premisas sociales del Evangelio que hoy en día están más en deuda?
El Evangelio, en lo social, tiene una sola propuesta que es la gran deuda histórica de todos los tiempos: Jesús viene a instaurar una fraternidad universal en donde todos son hermanos y sólo Dios está por encima, no como autoridad violenta, sino como padre. En la medida en que en la humanidad haya quienes se crean superiores a los demás no va a haber fraternidad, y por lo tanto el sueño de Jesús quedará una vez más truncado.
¿Se saldará esa deuda en este milenio?
Creo que la fraternidad absoluta es una utopía que la veremos en el Cielo, pero sí creo que hay muchas posibilidades de acercarnos. El proyecto de San Francisco de Asís es sin ninguna duda un proyecto de fraternidad que mal que mal tuvo su realización. Después entraron los pecados, las debilidades, las miserias y todo se fue perdiendo, aunque otras cosas se fueron renovando. El gran sueño de las viejas comunidades eclesiales de base creo que son viables, aunque seguirá habiendo siempre momentos de mayor o menor cercanía a la fidelidad con Jesús. Ø