No se podrá dilucidar jamás, cuál es la diferencia entre aforismo, adagio, proverbio, refrán, máximas y apotegma. Ningún autor antiguo o moderno logró exponer claramente las diferencias entre uno y otro. Y así los compiladores han llamado indistintamente a su gusto a una misma clase de expresiones de la sabiduría popular o intelectual.
Cuando las sentencias provienen del campo de la ciencia, reciben el nombre de máxima o aforismo y sostiene también, que el aforismo es una sentencia lacónica y doctrinal: “Quien canta sus males, espanta”
Sobre el adagio, se dice que tiene un sentido doctrinal que apunta a dar un consejo para saber conducirse en la vida: “Haz bien y no mires a quien”
El proverbio llevaría consigo un cierto significado histórico: “No es por el huevo, sino por el fuero.”
Si se trata de sentencias proferidas por un personaje histórico célebre, se las califica como apotegmas: “Serás lo que debas ser y, sino, no serás nada” (José de San Martín)
Y el refrán sería un dicho sentencioso, popular, conocido y admitido comúnmente: “Parientes y trastos viejos, pocos y lejos.”
En lo que no estamos de acuerdo es en que todos los refranes sean anónimos. Porque algunos han ido surgiendo y sido atribuidos a un autor. Así, por ejemplo, sabemos que “Un tipo que no da la vida por lo que hace no es un verdadero artista”, es de Charly García.
En muchos casos aparecen en obras de literatura. En este caso, no sabemos si el autor tomó el refrán del vulgo y lo insertó en su obra, o si lo inventó él. Por eso, entre paréntesis, detrás del dicho irá también el título de la obra.
En cuanto a lo nuestro, hoy vamos a dedicarnos al diablo, ese cómico que nos viene jodiendo desde la época de Adán y Eva. Sabemos que su sabiduría, no la tiene por diablo sino por viejo. De la gran cantidad que se refieren a él, tenemos: “A veces conviene encender una vela a Dios y dos al diablo.” Conviene destacar también, que sabe disfrazarse muy bien: “El diablo figura humana suele tomar, para mejor a los hombres engañar”. Recurre a una gran cantidad de disfraces: “Cuando toma cuerpo, el diablo se disfraza de abogado” o “El diablo, harto de carne, se metió a fraile” y “El diablo, para hacer daño, se metió a ermitaño”. Los diablos son muchos porque “Un diablo saca a otro” y “Al hombre ocupado lo tienta un solo diablo, al ocioso, una legión” Es muy ayudador “Yo como tú y tú como yo, el diablo nos juntó, o el diablo te me dio” Y además “al hombre vergonzoso, el diablo lo trajo a palacio”. Con él hay que tener mucho cuidado. Por eso se dice que “las armas las carga el diablo” y que “detrás de la Cruz está el diablo” y “quien en el diablo cree, se clava con su gancho.” Pero también debemos reconocer que es muy divertido y es por eso que “El diablo, en donde no puede poner la cabeza, mete la cola”, y con esa cola “cuando el diablo no tiene qué hacer, con el rabo mata moscas”.
Para terminar les reservé a los lectores que no creen en el diablo un muy buen refrán referido a él: “El mejor truco del diablo es habernos hecho creer que no existe”
Y con esto nos despedimos hasta la próxima, recordándoles que “Mens sana in corpore sano”. Ø