Similitudes y diferencias entre dos presidentes argentinos
urante la campaña presidencial, Alberto Fernández era sencillamente un hombre que había ocupado un puesto importante durante el gobierno kirchnerista, para transformarse luego en el candidato del Frente de Todos.
Pocos días después de ganar las elecciones, se molestó en ir a Catamarca para hablar en un acto en homenaje a Raúl Alfonsín, y lo elogió en un discurso emocionante. A partir de ese momento, muchos notaron que, de todos los presidentes que habían sucedido a Alfonsín, este era el que más se parecía físicamente. Ambos asumieron la presidencia con una edad parecida (Alfonsín 56 años, Fernández 60 años), y los dos con esa imagen de hombre argentino común con bigote incluido. Cuando unas semanas después los argentinos pudieron ver y escuchar a Alberto Fernández dar su discurso inaugural en el Congreso, aunque el discurso era algo distinto, los recuerdos de Raúl Alfonsín fueron inevitables… Ahora, ¿tienen estos dos hombres similitudes mas allá de cierta semejanza física?
Quizás uno podría decir que los dos encabezaron gobiernos de centro-izquierda con una alta dosis de voluntarismo político.
Recordemos a Raúl Alfonsín. El hombre que iba a “levantar las persianas de las fabricas”, intentó en 1983 una política económica similar a la que había desarrollado Arturo Umberto Illia veinte años antes. Un rol dominante del estado, control de precios y de cambio, y proteccionismo. Claro, los año ochenta no eran los sesenta, década en la que cualquier economía crecía. Además, la última dictadura militar había cambiado la estructura de la economía de tal manera que ahora las recetas tenían que ser distintas. Lamentablemente, la economía durante su mandato siguió totalmente estancada, con una inflación que se convirtió en un problema cada vez más grande.
Ahora Alberto Fernández y sus asesores económicos piensan probar con una receta similar. ¿Terminará como Alfonsín? Veremos.
Un mundo diferente
A Alfonsín le tocó la última década de la Guerra Fría. Mantuvo una estricta neutralidad en cuestiones relacionadas con ese conflicto, y optó por seguir una política exterior tercermundista, participando más activamente en el Movimiento de No Alineados y viajando a países que nunca antes habían recibido la visita de un presidente argentino.
A Alberto Fernández le toca un mundo distinto, el que nació después de la caída del Muro de Berlín, totalmente dominado por Estados Unidos, con ciertas áreas de autonomía para la Unión Europea, China, y Rusia. Dentro de ese contexto, al igual que lo sucedido durante la era chavista, busca unir a los países latinoamericanos en un bloque que conteste el poder de Estados Unidos en la región. En definitiva, una variante modesta del Tercermundismo de Alfonsín. Veremos si le da algún resultado.
En realidad, las diferencias entre Alfonsín y Alberto Fernández son mucho más notorias que cualquier similitud. Para empezar, tienen carreras políticas totalmente distintas. Alberto Fernández es un camaleón político que finalmente se convirtió en el candidato del peronismo. Nada que ver con la carrera consistente de Raúl Alfonsín dentro de la Unión Cívica Radical, que hoy está en la vereda de enfrente de este gobierno. Otra diferencia importante es la visión que tienen de la justicia. Mientras que Alfonsín usó el sistema judicial argentino que ya existía para sus objetivos de democratización, Fernández quiere modificar el sistema judicial existente para mejorar la situación judicial de ciertas personas. Finalmente, Alfonsín buscó infructuosamente una solución política para la deuda externa, pero mientras tanto la pagaba. No se le ocurría un default. Para el equipo económico de Alberto Fernández un default -aunque sea parcial- siempre estuvo en los planes.
En definitiva, Alberto Fernández es muy distinto a Raúl Alfonsín. Y es muy difícil comparar el traspaso de poder del 2019 con cualquier otro. Quizás la única constante es que los números económicos van a determinar la suerte de su mandato. Los tiempos han cambiado, la gente hoy tiene menos paciencia. Esperemos que Fernández no termine como Alfonsín, pero en menos tiempo. ¤