El domingo 28 de octubre pasado la fórmula presidencial Alberto Fernández – Cristina Fernández de Kirchner fue electa en primera vuelta para asumir la presidencia de la Argentina durante el período 2019-2023. Este es nuestro análisis político desde Buenos Aires, Argentina.
En las elecciones internas PASO del 11 de agosto pasado se percibió que la gestión del presidente en ejercicio, Mauricio Macri, había sido rechazada en forma masiva, fundamentalmente por la impericia absoluta en el área económica de su gobierno.
No muchos creían, allá por diciembre de 2015 cuando asumía Macri, que el kirchnerismo volvería al poder. Casi todos los politólogos, por ese entonces, aseguraban que Cristina Fernández de Kirchner no tenía ninguna chance de volver al poder, debido, principalmente, a la crisis económica dejada y a su permanente ataque a la prensa, sumada a una ola interminable de denuncias por corrupción y procesos judiciales que llevaron a decenas de altísimos funcionarios, poderosos empresarios y sindicalistas a la cárcel. Entre los políticos kirchneristas de más alto rango que terminaron tras las rejas se destacan el vicepresidente Amado Boudou y el superministro Julio de Vido, ambos con activa participación durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner.
Lo curioso es que en las elecciones de medio tiempo, llevadas a cabo durante el año 2017, parecía que todos los opinólogos tenían razón, dado que la ex presidenta Cristina Fernández fue vencida por el macrismo y resultó electa senadora nacional en tercer lugar. Pero después de esa elección, parafraseando al presidente Macri, “pasaron cosas”. Y todas muy malas para un solo sector de la población: los más pobres y vulnerables.
La debacle macrista
La devaluación abismal del peso argentino provocó el aumento incontrolable de todos los productos básicos de la canasta familiar: alimentos, servicios públicos, medicamentos, combustibles, todo, absolutamente todo aumentó… excepto los salarios. Esto produjo un rechazo masivo a la gestión del gobierno de Macri, porque debido a la mala praxis de sus ministros de Economía y sucesivos presidentes del Banco Central se han perdido cientos de miles de puestos de trabajo, y hoy la recesión económica es absoluta. Las angustias de la población se acrecientan día a día, ya que alimentos, servicios públicos esenciales, salud, educación y el costo de vida aumentan de forma incesante.
Al momento de la elección, los votantes se encontraron ante un panorama desolador, con una inflación imparable que casi orilla la hiperinflación. De nada sirvieron los slogans de optimismo a futuro esgrimidos por el presidente Macri, sus funcionarios y seguidores durante los cuatro años de su gestión. De hecho, los famosos “brotes verdes”, “el segundo semestre” y “la lluvia de inversiones” prometidas incesantemente quedaron como sinónimo de fracasos estrepitosos. De frases vacías de contenido. De hecho, algunas sirvieron como títulos de programas de televisión opositores. El más destacado es “Brotes verdes”.
Los brotes verdes que no brotaron
Para un extranjero y para muchos argentinos lo que sucedió el pasado 27 de octubre resulta ininteligible. Se preguntan ¿Cómo es posible que una fórmula presidencial compuesta por peronistas y kirchneristas ganara nuevamente las elecciones, después de todos los casos de corrupción conocidos? Una respuesta posible es que la población votó pensando en el bolsillo, en su propia subsistencia, y que rechazó al gobierno de Macri considerando que al final resultó ser un gobierno de ricos que gobernó para los ricos.
“La población votó pensando en el bolsillo, en su propia subsistencia, y rechazó al gobierno de Macri considerando que al final resultó ser un gobierno de ricos que gobernó para los ricos”
Más allá de las opiniones a favor y en contra de cada una de las coaliciones electorales enfrentadas, los hechos demuestran que los votantes no están dispuestos a ser engañados reiteradamente y votaron a consciencia, con suma atención.
Esto se pudo observar en algunos resultados puntuales: hubo intendentes macristas que fueron reelectos a través del corte de boletas. Cabe aclarar que en la Argentina las boletas electorales de la última elección resultaron ser “kilométricas”: medían, en promedio, unos 50 centímetros. No obstante, los electores se tomaron el trabajo de cortarlas perfectamente a mano adicionando partes de otras. Así se explica, por ejemplo, que Horacio Rodríguez Larreta, el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, fuera reelecto superando por quince puntos porcentuales al presidente Macri. Algo similar sucedió en La Plata, capital de la Provincia de Buenos Aires, donde el actual intendente Julio Garro (macrista) le ganó a la polémica ultrakirchnerista Florencia Saintout. Esos mismos electores que votaron a un intendente macrista a su vez eligieron al kirchnerista Axel Kiciloff como gobernador. Es decir, hubo un voto selectivo y muy bien evaluado.
Una economía dolarizada
Las elecciones presidenciales del 27 de octubre pasado son, de lejos, las más caras de la historia argentina, ya que costaron unos 22.000 millones de dólares. ¿Por qué? Sencillamente porque la única moneda de referencia de la población argentina es el dólar y toda la economía del país se rige de acuerdo al valor del dólar en relación con el peso argentino. Para poder aspirar a ganar las elecciones presidenciales, el presidente Macri ordenó que se mantuviera estable el precio del dólar, aun cuando para lograr ese objetivo hubiera que dilapidar las reservas del Banco Central de la República Argentina. En pos de ese objetivo, se esfumaron esos 22.000 millones de dólares que jamás serán recuperados. Fue tan burda esa maniobra que apenas se conocieron los resultados de la elección se llevó a cabo una reunión urgente del directorio del Banco Central para imponer un cepo draconiano: de los 10.000 dólares mensuales que podía comprar cada ciudadano para atesorar se pasó a solo 200 dólares por mes.
Según los economistas más avezados, la situación de la economía argentina se presenta oscura, demasiado oscura, y no hay demasiadas esperanzas de progreso en un futuro inmediato.
“La situación de la economía argentina se presenta oscura, demasiado oscura, y no hay demasiadas esperanzas de progreso en un futuro inmediato”
Ahora que ya se conoce el resultado de las elecciones, sería bueno que el presidente electo Alberto Fernández analizara si la “impericia” del gobierno de Macri fue tal, o si los desastrosos resultados económicos de su gestión, que arrojaron a la pobreza a millones de argentinos, fue algo premeditado, medidas destinadas a favorecer únicamente a los fondos especulativos y financieros y a un selecto grupo de ricos y poderosos. ¤