Y otra vez, así como hace ya más de una década, un día regresaron los cacerolazos a nuestro país.
Emulando una de las obras fundamentales del gran Ernest Hemingway, esta novela, que aún se sigue escribiendo, podría llamarse, “Por quien suenan las cacerolas”. Sus autores, en su mayoría gente de clase media que el kirchnerismo define como “Señores y señoras bien de Barrio Norte”, no ha logrado ponerse de acuerdo aún en el desenlace de la trama, aunque sí ya tienen el título: 8N. Para muchos, el 8 de noviembre pasado nació un nuevo movimiento independiente de indignados; para otros, se trató nomás de unos cuantos piquetazos generalizados; para la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, lo más importante que ocurrió aquel día fue el Congreso del Partido Comunista Chino.
Los indignados argentinos, o megapiqueteros, si se lo prefiere, elaboran sus demandas a partir de palabras clave como Persecución, Inseguridad, Jubilados, Violencia, Patoterismo, Corrupción, Soberbia, Inflación, Dólares, Puerto Madero, Helicóptero, Montoneros... Si una cosa los une, es su repudio por la presidenta y sus aliados. Si una cosa los separa, es la ideología, o la falta de ella: son de derecha, de izquierda, de centro, de nada. No piden que se vayan todos, como aquellos del 2001, quizás porque entendieron que nadie se irá a ningún lado.
No tienen líderes políticos, o ninguno que sobresalga con la fuerza suficiente para pelearle un espacio al kirchnerismo, ni tienen esperanzas de que un gobierno al que ellos mismos califican de sordo a los reclamos populares atienda sus demandas nomás porque salen a golpear cacerolas a la calle. Lo hacen de pura bronca nomás, de pura frustración y hartazgo.
Y así, entre cacerolazos que ilusionan a muchos y asquean a tantos otros, con un sindicalismo dividido y en eterna ebullición, con la guerra fratricida entre los “bacanes” del gobierno de la Capital que viajan en BMW y viven en Puerto Madero y los “montoneros” del gobierno nacional que viajan en Audis y también viven en Puerto Madero, se nos va otro año. Con inflación, sin inflación, con barras bravas transformados en celebrities y uno o dos quijotes tratando de darles pelea, con la Fragata Libertad indefinidamente anclada en Ghana, y los Tinelli, Rial, Legrand y Susanas que nunca, nunca pierden su trabajo ni pasan de moda.
Nosotros miramos desde acá, escuchamos y pensamos un 2013 con menos divisiones y más acuerdos, para que Argentina, comandada por quien el pueblo elija, resurja definitivamente con toda su potencialidad y encanto. Y por supuesto, no perdemos de vista que aquí en los Estados Unidos tenemos nuestros propios desafíos para el año que comienza.
No queremos despedir esta editorial sin agradecerle a nuestros lectores y anunciantes por el apoyo recibido durante todo el año. Se viene el 2013 y El Suplemento acá estará, como desde hace 13 años, informando, entreteniendo, y conectando a nuestra comunidad en el sur de California, Argentina y España.
Un fuerte abrazo para todos y Felices Fiestas. ¤