El mes pasado decíamos en esta página que más allá del resultado, el Mundial de Sudáfrica nos dejaría unas cuantas cosas para examinar. En lo estrictamente deportivo, luego de un auspicioso comienzo, el balance final es más bien negativo, aunque la sociedad futbolera está dividida al respecto entre los que opinan que "la Selección fue un desastre, que no le ganó a ningún equipo serio, y cuando se encontró con uno de nivel terminó goleada" y entre los que consideran que "no se puede evaluar la tarea del plantel por el resultado de un solo partido".
Los que odiaban a Maradona lo siguen odiando tanto como antes, y quienes lo defendían lo siguen haciendo. La opinión negativa sobre el "padrino" Julio Grondona al frente de la AFA sigue, lógicamente, tan negativa como antes.
Había, sin embargo, unos cuantos temas que nos preocupaban en los días del Mundial y así lo expresamos en esta revista: la falta de coordinación entre dirigentes, cuerpo técnico y jugadores, la peligrosa tendencia de Diego Maradona a convertirse siempre en centro de controversia, y muy especialmente la presencia de barra bravas de distintos clubes argentinos que viajaron al sur del continente africano con el auspicio de quién sabe quién. Sobre este último punto exigíamos una investigación tan pronto terminado el evento; a todos nos gustaría saber de dónde salieron los fondos para que gente tan cuestionada desde todos los sectores de la sociedad llegara tan lejos y con tanta pompa. Ya pasaron varias semanas desde que el muy organizado y profesional equipo español terminara levantando la Copa, y nadie -nadie- se molestó en aclararlo. Los dirigentes de la AFA no dijeron nada; los dirigentes políticos, sobre todo aquellos cercanos a algunos grupos de barra bravas, no dijeron nada. Y lo que es más preocupante: la sociedad no quiso o no logró forzar a sus representantes para que no miren hacia otro lado.
Pasó como pasa siempre: un tema jodido queda tapado por otro; la coyuntura nos come.
Terminó el Mundial; la tapa con el equipo argentino levantando la Copa, esa tapa que nos solicitaban muchos lectores, no pudo ser. Y a todos nos queda la sensación de que no se pudo, como nos suele pasar, por razones que no tienen que ver directamente con los profesionales que participaron, sino más bien con la eterna desorganización que nos caracteriza, la falta de planes a largo plazo, y hasta con la corrupción con la que se mueven los dirigentes de distintos ámbitos.
Ojalá el 2014 nos encuentre libres de controversias inútiles. Libres de dirigentes corruptos y por siempre impunes atornillados a sus sillas. Libres de jugadores que no dan la talla para vestir la camiseta Celeste y Blanca del seleccionado.
Y un poco de trabajo organizado no vendría nada mal.©