Editorial • Septiembre 2009

"Ya no tenemos que decir que somos canadienses cada vez que viajamos al extranjero". La verguenza que a muchos turistas de este país les causaba sentirse cuestionados por las políticas del ex presidente George W. Bush, parece haberse disipado por el nuevo rumbo que ha emprendido el país desde que Barak Obama se hizo cargo del Ejecutivo. Rumbo lento, para muchos, de insuficiente alcance, para muchos otros, pero que demuestra rasgos positivos en varios temas fundamentales.
Estados Unidos parece haberse dado cuenta de que ya no manda en el mundo, que el papel de policía mundial (sheriff, más bien, a juzgar por los personajes que condujeron el país durante los últimos años) le queda grande, y que debe recuperar una manera de consensuar a nivel mundial para lograr resultados que ya no consigue con las armas y la opulencia económica. Una nueva forma, en definitiva, de hacer política.
En este sentido, uno de los puntos más cuestionados en el pasado reciente fue el de las violaciones a los derechos humanos cometidas a nivel institucional, desde el gobierno mismo. "Mi Estados Unidos no tortura", decían algunos desde los stickers en la parte trasera de sus autos, a sabiendas de que el "otro" Estados Unidos sí lo hacía. Mientras tanto, en la televisión aparecían series como "24", cuyo protagonista principal, Jack Bauer, demostraba una y otra vez cómo solucionaba los más graves peligros que azotaban a la población a través de una corta, a veces sangrienta, y siempre “efectiva” sesión de tortura.
No hace mucho y desde esta misma página apoyábamos la decisión del gobierno de Obama de analizar el cierre de la prisión de Guantánamo, cuna de torturas y violaciones a las normas más básicas del derecho internacional. Hoy volvemos a celebrar su propuesta de reformar las técnicas de interrogación a prisioneros, creando una nueva unidad supervisada por la Casa Blanca, y con un fiscal general con amplia independencia del gobierno federal. La medida es contemporánea con la divulgación de un reporte sobre el tratamiento de detenidos sin condena durante la era Bush, que realizó el inspector general de la CIA. Tal vez la población nunca llegue a conocer los detalles de ese reporte, aunque lo imaginamos. De todas formas, nos conformamos, por ahora, con que en el próximo reporte, el de la era Obama, no haya nada que ocultar.
Nuestro Estados Unidos, dice Obama parafraseando al sticker, no tortura. Jack Bauer, por ahora, andará desocupado. ©