Estilo único y su contraste con Bartolomé Hidalgo
En sus escritos, Jorge Luis Borges no reproduce ninguna poesía de Bartolomé Hidalgo porque considera que cometería un anacronismo: el de condenarlo usando como canon las de sus continuadores. Cree además que en las estrofas ajenas que en otros escritos cita, estaría de algún modo la voz de Bartolomé Hidalgo inmortal. Para Borges, Bartolomé Hidalgo pertenece a la historia de la literatura, mientras que, por ejemplo, Hilario Ascasubi pertenece a la literatura y aún a la poesía.
En “El Payador”, Leopoldo Lugones había sacrificado a ambos a la mayor gloria de Martín Fierro. Para Jorge Luis Borges es un error, pues Hilario Ascasubi no prefigura al “Martín Fierro”, puesto que su obra es completamente distinta y busca otros fines. El “Martín Fierro” es triste; por el contrario, los versos de Hilario Ascasubi son felices, valerosos y tienen una visual del todo ajena a la manera de José Hernández. Lo que resulta increíble y paradójico, es que Leopoldo Lugones le niega a Hilario Ascasubi toda virtud, porque Lugones, como poeta visual y decorativo, tiene afinidad con Ascasubi. Coraje florido, gusto de los colores límpidos y de los objetos precisos, definen en el principio del “Santos Vega o los mellizos de la flor”: “El cual iba pelo a pelo/ en un potrillo bragao/ filete lindo como un dao/ que apenas pisaba el suelo/ de livianito y delgado”. Hilario Ascasubi nos pone ante nuestros ojos las legüas de indios que se vienen encima. Veámoslo: “Siempre al ponerse en camino/ a dar un malón la indiada/ se junta en la madrugada/ al redor de su adivino,/ quien el mas feliz destino/ a todos les asegura/ y los anima y apura/ a que marchen persuadidos/ de que no serán vencidos/ y harán la buena ventura.” “Pero, al invadir la indiada/ se siente, porque a la fija/ del campo la sabandija/ juye adelante asustada/ y envueltos en la manguiada/ vienen perros cimarrones,/ zorros, avestruces, liones,/gamas, liebres y venaos,/ y cruzan atribulaos/ por entre las poblaciones.” “Entonces los ovejeros/ coliando bravos torean,/ y también revolotean/ gritando los teruteros;/ pero, eso sí, los primeros/ que anuncian la novedá/ con toda siguridá,/ cuando los indios avanzan,/ son los chajases que lanzan/ volando ¡Chajá! ¡Chajá!.” “Y atrás de esas madrigueras/ que los salvajes espantan, campo ajuera se levantan,/ como nubes, polvaderas/ preñadas todas enteras/ de pampas desmelenaos./que al trote largo apuraos,/sobre sus potros tendidos,/ cargan pegando alaridos/ y en media luna formaos.” “Desnudos de cuerpo entero/ traen sólo encima del lomo/ prendidos, o no se cómo, sus quillapices de cuero/ y unas tiras de plumero/ por las canillas y brazos; de ahí grandes cascabelazos/ del caballo en la testera; y se pintan de manera/ que horrorizan de fierazos.” “Y como ecos del infierno/ suenan roncas y confusas,/ entre un enjambre de chuzas,/ rudas trompetas de cuerno; y luego atrás en lo externo/ del arco que hace la indiada,/ viene la mancarronada/ cargando la toldería,/ y también la chinería/ hasta de a tres enancadas.” “Ansí es que cuando pelean/ con los cristianos, que acaso/ en el primer cañonazo/ tres o cuatro indios voltean/ en cuanto remolinean/ juyen como exhalaciones;/ y, al ruido de los latones/ las chinas al disparar/ empiezan luego a tirar/ al suelo pichigotones.” “Pero cuando vencedores/ salen ellos de la empresa/ los pueblos hechos pavesa/ dejan entre otros horrores;/ y no entienden de clamores,/ porque ciegos atropellan, y así forzan y deguellan/ niños, ancianos y mozos,/ pues como tigres rabiosos/ en ferocidá descuellan.” “Como ha habido desgraciada/ que escapada del desierto,/ sus propios hijos le han muerto/ después de una avanzada,/ por hallarla avejentada/ o haberla desconocido, / y otros casos ha habido/ que luego referiré;/ y antes de eso pitaré,/ porque estoy medio rendido.”
Pero de notable nos dice y nos demuestra Jorge Luis Borges que Hilario Ascasubi, quien militó en las guerras civiles, en la guerra con el Brasil, en la guerra grande del Uruguay, viendo y aprendiendo millones de cosas, vívidamente describa para siempre algo que nunca vio: las invasiones de los indios en la frontera de la Provincia de Buenos Aires. No en vano -dice- el arte es ante todo una forma de sueño.
Es en 1870 y en París, que Hilario Ascasubi compone la interminable novela métrica de “Santos Vega o los mellizos de la flor” y considera Jorge Luis Borges que fuera de algunas páginas famosas, el trabajo es singularmente lánguido y perjudica la fama de su autor, cuando lo mejor de él se halla disperso en Aniceto el Gallo y en Paulino Lucero. Para Jorge Luis Borges una antología de Hilario Ascasubi sacada de todas sus obras sería más útil para su gloria. Y antes de dejarlo por hoy a Hilario Ascasubi veamos dos obras vistosas suyas, la que dedica al coronel Marcelino Sosa que guerreó contra los federales o blancos:
“Mi coronel Marcelino/ valeroso guerrillero, / oriental pecho de acero/ y corazón diamantino, / todo invasor asesino, todo traidor detestable/ y el rocín mas indomable/ rinden su vida ominosa,/ donde se presenta Sosa/ ¡y a los fines de su sable!”.
Y ésta en que revive un baile de la campaña: “Sacó luego a su aparcera/ la Juana Rosa a bailar/ y entraron a menudiar/ media caña y caña entera/ Ah China, si la cadera/ del cuerpo se le cortaba,/ pues tanto la mezquinaba/ en cada dengue que hacía/ que medio se lo perdía/ cuando Lucero la entraba.”
Por último debe decirse que más que gauchesco, el tono de Hilario Ascasubi es a veces de orillero criollo, de orillero de la campaña. Este rasgo lo diferencia de su inspirador Bartolomé Hidalgo, cuyo ámbito es de paisanos decentes, a pesar de algunas chocarrerías. Ø