Lector Desagradecido.
Desde que llegué a Argentina por primera vez en 1974 hasta que partí en 1987 fui testigo presencial de su lento y continuado descenso en todo aspecto: desde lo económico a lo social y moral. La nostalgia hace que muchos no lo perciban y eso, unido a un malinterpretado sentido de "patriotismo" hace que los argentinos sean completamente incapaces de mirarse a sí mismos objetiva e imparcialmente. Más allá de todo lo que pudo haber tenido de bueno la Argentina en sus momentos de gloria (bien pasados ya), el hecho es que hoy es un país apenas distinguible de Colombia, Venezuela o Paraguay. La corrupción es increíble, la delincuencia es insoportable, el sistema judicial es incompetente, la policía es inoperante y el sistema educativo es obsoleto. La infraestructura es un caos, la educación vial inexistente. Es un país que le otorga muy poco valor a la vida humana. Eso si, juegan muy bien al fútbol. Ahora sólo les falta descubrir cómo solucionar todos sus problemas haciendo jueguitos con el balón o pateando al arco desde media cancha. Es triste mirar a Argentina, porque es como mirar a una persona chocarse de frente contra una pared y después, en vez de aprender de sus errores y esquivar el obstáculo en la siguiente pasada, vuelve una y otra y otra y otra vez a darse la nariz contra el mismo muro. Y ya sin gracia siquiera. Leí el otro día de la "vuelta" de Locomotora Castro y de cómo los argentinos que lo asistían protagonizaron un bochornoso escándalo sólo porque su ídolo hizo de ridículo al intentar subirse a un ring de boxeo con 38 años a cuestas y prácticamente sin haber entrenado siquiera. Parecen adolescentes, y malos perdedores encima. Es más, las pocas veces que contemplo a Argentina hoy día la veo exactamente así: como una nación de adolescentes inmaduros y de mala entraña. Por supuesto, al publicar esta carta, sólo esperaría recibir los insultos de rigor junto a los argumentos mal razonados de siempre explicándome lo equivocado que estoy. Así son los niños. Saludos,
Khalil,
Anaheim, CA
N. de E.: Por lo visto usted se las sabe todas.
N. de R.: Sr. Khalil: está en todo su derecho a expresar su opinión sobre nuestro o cualquier otro país. Sin embargo, nos parece que generalizar de la manera que usted lo hace demuestra una total ignorancia de la “otra” Argentina. Sin ir más lejos, estamos seguros de que no muchos maestros de Anaheim estarían dispuestos a emular a nuestros maestros rurales, que día a día caminan kilómetros para enseñar en condiciones imposibles. Y ese es sólo un ejemplo. Sino, lea nuestra Entrevista del Mes pasado y vaya a decirle a Juan Carr que es un adolescente que le otorga muy poco valor a la vida humana y que sólo piensa en el fútbol.
N. de C.: De todas maneras aún no entendemos cuál es su objetivo detrás de tanta crítica hacia el país. Desde El Suplemento tan sólo reflejamos la vida en la Argentina, sin pintarla de colores bonitos ni haciendo creer que todo es pitos, globos y matracas. ¿Por qué siente tanta satisfacción escribiendo en contra de un país que lo albergó durante 13 años?.
N. del repartidor.: Pero por que no #*^!!*|#*#, eh?!
Chupamedia de Macaya enojado con nuestro redactor.
Resultó ser demasiado penoso e irreal el desafortunado comentario del Sr. Fernando Garriga sobre la persona de este Señor del deporte argentino que es Don Enrique Macaya Márquez. Un verdadero pionero, muy respetado y admirado, al cual muchos tendrán que tomar mucha sopa para llegarle quizás a sus talones. El calificativo de “chupamedias de Bilardo” que le adjudica es falso e irrespetuoso, ya que si hay alguien supremamente imparcial es precisamente este calificado periodista que aún conserva nuestra Argentina decente. El comentario al que Ud. hizo referencia sobre que “la Selección no divierte a nadie” yo también lo escuché y es obvio que Ud. no entendió lo que quiso decir Macaya Márquez. Mi sincera recomendación, Sr. Fernando Garriga, es que mejor se siga dedicando a sus comentarios de política casera, a los que ha veces le atina, y deje el deporte, más aún el fútbol, para otros con mayor criterio y deje de llamar la atención con calumnias y enlodando a periodistas que trabajan serio para nuestro país. Como esta es una crítica fuerte a uno de los miembros del staff, si quieren no lo publiquen en su correo, pero esto yo no me lo callo.
Conrado Milanes.
Los Angeles, California
N. del R: Hubiera sido interesante, en lugar de la agresión, que nos explicase lo que quiso decir Macaya Márquez, ya que usted lo interpreta tan bien. En mi nota sólo puse una parte de la declaración del periodista que completaba diciendo: “Yo voy a Alemania porque es mi trabajo, sino no iría; no creo que mucha gente gaste plata para ir a ver a esta Selección y pobre el que ya reservó su estadía en Alemania”. Ø