El Fenómeno Franco Colapinto

Un hecho que se da “cada muerte de obispo”

Con la irrupción del joven piloto argentino Franco Colapinto nos encontramos ante un caso muy particular. Si hacemos memoria, cada vez que nos enteramos de algo muy especial, que no ocurre con frecuencia, o de algo que se sale de lo habitual, solemos exclamar que se da: “cada muerte de obispo”. Este dicho hace referencia a la longevidad de los prelados, y al hecho de que su fallecimiento era un evento poco común.
¿Por qué menciono esto? Porque creo que estamos presenciando un fenómeno. Phenomenon en inglés, phénomènes en francés, fenomeno en italiano, Phänomene en alemán. Vale la pena mencionar estos idiomas porque estamos viendo una revelación en el mundo entero del deporte automotor. Es una noticia que se ha propagado rápidamente gracias a las redes sociales, alcanzando una audiencia global a una velocidad impresionante.
En este caso, no es solo la habilidad, sino también la personalidad única de Franco Colapinto que conecta con las personas de manera especial. Es un fenómeno, en mayúsculas, que trasciende las barreras del idioma, generando el deseo de pertenecer a esa cofradía social, como han sido los casos de Lionel Messi, Manu Ginóbili, Juan Manuel Fangio o Ayrton Senna: personas con un magnetismo inigualable.
Si bien no ha fallecido ningún obispo, este fenómeno se está desarrollando ante nuestros ojos, con talento y entusiasmo. Franco Colapinto es un joven de solo 21 años que, de manera repentina, se sube a un monoplaza y, sin conocer a fondo los circuitos en los que compite, los gestiona con gran precaución para evitar errores. Además, logra ventajas difíciles de conseguir en una disciplina tan exigente.
Quizás, al leer esta nota, no se aprecie completamente lo complejo que es competir en Fórmula 1, por lo que me entusiasma compartir algunos detalles adicionales:
Un volante de Fórmula 1 es un dispositivo extremadamente complejo, un artilugio, con 29 botones y palancas, cada una con hasta tres funciones según la dirección en que se muevan. Por ejemplo, los frenos pueden ajustarse conforme se desgastan los neumáticos. Con ruedas nuevas, el agarre es mayor, lo que requiere ajustar los frenos para maximizar el rendimiento. También es posible modificar la cantidad de frenado entre las ruedas delanteras y traseras, en función del consumo de combustible, ya que el peso del coche varía a medida que el tanque se vacía durante la carrera. Con el tanque lleno, el coche pesa más; a medida que se consume el combustible, este peso cambia y los ajustes deben hacerse constantemente.
Lo mismo ocurre con el desgaste de los neumáticos, que exige ajustes continuos. Todos estos cambios deben realizarse de manera gradual, en cada curva y en cada vuelta, y todo esto ocurre a 340 km/h. Impresionante, ¿no?
Sigo el automovilismo de cerca porque me interesa el tema, y sé que todo esto sucede a una velocidad vertiginosa. ¿Qué significa la palabra "fenómeno"? Se refiere a aquellos para quienes cosas que parecen muy normal, para la mayoría de nosotros resultan imposibles.
Los pilotos de Fórmula 1 pasan por un entrenamiento físico muy intenso para que la fatiga física no interfiera con la mental, afectando los ajustes que deben hacer mientras manejan durante dos horas a temperaturas que oscilan entre los 38 y 55 grados Celsius. Son astronautas que navegan muy cerca de la Tierra. Lo mismo ocurre con los alerones y los ángulos de ataque, que proporcionan un mayor agarre al pavimento en cada giro. Con neumáticos anchos y alerones que generan downforce (fuerza hacia abajo), los coches pueden tomar las curvas a velocidades mucho mayores. Se dice que un Fórmula 1 podría correr dentro de un túnel redondo (en forma de caño) y, con un pequeño giro del volante, subir por la pared, llegar al techo y seguir corriendo sin despegarse, gracias a la presión de los alerones.
Poder doblar más rápido es asombroso, pero ¿qué sucede al hacerlo? La fuerza física requerida es mayor en cada curva, y ahí es donde entra en juego la fuerza G, que empuja la cabeza hacia los lados, intentando separarla de los hombros.
Ahora me pregunto: ¿cómo es que un joven de 21 años puede gestionar cada carrera en un circuito nuevo para él, con un auto totalmente nuevo, y sin cometer errores? La respuesta es simple: Franco Colapinto es un fenómeno, en todos los idiomas.¤